Albacete

El Nueva York de La Mancha

El Trotamundos del Casino, por Eliseo Gómez Bleda

Después de recorrer medio mundo, un buen día pensé que, habiendo nacido en Albacete, solo conocía unos cuantos pueblos de su provincia. Los que había visitado, casi en mi niñez, me habían encantado. Así que me puse manos a la obra, intentando descubrir algunos que mis amigos y familiares me habían recomendado. Os puedo asegurar que me gustaron todos a los que fui. Parece mentira que, tan cerca, tengamos unas ciudades que pueden compararse con la Toscana.

Organicé dos rutas, una hacia el suroeste de Albacete y otra al noreste, las dos con un montón de sitios encantadores. La mejor época para recorrer estos pueblos, y la que más me gusta a mí, es en otoño y en primavera.

Comenzamos el recorrido del suroeste por Alcaraz, el pueblo de la ruta más alejado de Murcia. Lo primero que nos sorprendió fue su preciosa Plaza Mayor. La mitad está porticada y llena de bares y restaurantes. Se construyó en el siglo XVI y está declarada Monumento Histórico Artístico. En ella encontramos la iglesia de la Santísima Trinidad y el Ayuntamiento. Alcaraz también es cuna del famoso arquitecto Valdelvira, que dejó un gran legado renacentista en varias ciudades de España. A unos 5 km de Alcaraz nos encontramos con un precioso Santuario dedicado a la Virgen de Cortes que merece la pena visitar.

Nuestro siguiente destino es Riópar, precioso pueblo serrano. Junto a él encontramos Riópar Viejo, una villa medieval situada en un cerro donde antes estaba el pueblo actual. Con el paso de los años, sus habitantes fueron descendiendo a ras de suelo, junto a la carretera, para evitar tener que subir.

Su entorno natural es espectacular. A 7 km está el nacimiento del río Mundo, un enclave ideal para los espeleólogos. Es precioso visitar este afluente del río Segura en otoño, pero su famoso “reventón” es en primavera, cuando el agua congelada del invierno empieza a brotar por las grutas y cae desde una altura de 80 metros. La pared vertical es de 300 metros, una gran maravilla de la naturaleza. Este pueblo es tan turístico que tiene más de 15 hoteles.

Riópar Viejo tiene dos puntos de interés: el castillo-fortaleza y la iglesia del Espíritu Santo. Otro de los principales atractivos son sus antiguas “Fábricas de Reales de San Juan de Alcaraz”, que en 1772 se convirtieron en las más importantes de latón y bronce de España y las segundas de Europa.

A continuación, visitamos el pueblo de Yeste. Nos llamó la atención que sea tan montañoso. La altura del pueblo varía de los 500 m hasta casi los 1900 m. De hecho, el centro del pueblo está a casi 877 m sobre el nivel del mar.

Sus orígenes se remontan a la dominación árabe de la Península. Fue reconquistada por el rey Alfonso III y quedó en poder de la Orden de Santiago, que reconstruyó el castillo, que está en el centro del pueblo, sobre el de la época musulmana.

También visitamos la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de estilo gótico y renacentista y contemplamos el Convento de San Francisco, la Ermita de Santiago y la renacentista Casa Del Vicario (actual Ayuntamiento).

Seguimos nuestra ruta hasta Letur, uno de los pueblos con más encanto de la Sierra del Segura. En 1983 fue declarado Conjunto Histórico Artístico y forma parte de la red de “pueblos mágicos de España”.

Está encaramado sobre la piedra de un saliente rocoso y tiene un montón de fuentes, cascadas y valles espectaculares. Paseamos por todas sus calles, viendo monumentos, arcos de piedra, jardines y su piscina natural. En primavera adornan con flores sus calles y sus plazas.

Aýna es nuestro siguiente destino, también es conocida como la “Suiza Manchega”. Nada más entrar en el pueblo nos informaron de que allí se había rodado la película de José Luis Cuerda Amanece, que no es poco.

Recuerdo mucho este pueblo porque, cuando era más joven, lo visitábamos para comer en varios de sus restaurantes, como el “Casa Segunda” o el “Felipe II”, y degustar unos buenísimos huevos fritos con patatas y chorizos de orza.

No muy lejos de aquí, visitamos la ciudad de Lietor, colgada sobre la hoz del río Mundo, con varios miradores que nos hacen sentir vértigo al acercarnos. Tiene varias plazas de trazado árabe, su parroquia de Santiago Apóstol, el antiguo convento de San Juan de la Cruz y la ermita de Belén con sus murales coloristas.

Pero lo que nos llamó la atención son sus secretos: la leyenda cuenta que, entre los siglos XV y XVII, habitaban allí varias brujas y sus habitantes de avanzada edad confirman los mitos. Cada año, a finales de octubre, se celebra un “Encuentro Nacional de Brujas”.

Seguimos nuestro camino hasta Hellín. Con más de 30.000 habitantes, es el municipio más poblado de la provincia de Albacete. Al llegar a esta ciudad, lo primero que nos viene a la cabeza es la Semana Santa y su tamborada, declarada de Interés Turístico Internacional. Es su fiesta más importante y en ella se mezclan lo religioso y lo pagano. Os recomiendo que visitéis la parte alta y el barrio musulmán. También la plaza de la Iglesia, la calle del Arrabal y el Santuario de Nuestra Sra. del Rosario.

Arrancando con la ruta del noreste llegamos a Albacete, llamada por Azorín “el Nueva York de la Mancha”. Siempre me he preguntado el porqué de este calificativo y por fin lo encontré: no fue por tener grandes rascacielos, ni por su tráfico. El motivo era que, en esa época, Albacete tenía innumerables fábricas de harina situadas a un lado y otro de las vías del ferrocarril y los pasajeros que viajaban en los trenes nocturnos veían un mar de luces que salían de las factorías, pensando que era la ciudad.

Albacete es la ciudad de Castilla la Mancha más poblada y la número 23 del país. Aunque siempre fue una ciudad de paso, no es suficientemente conocida y os aseguro que, junto con su provincia, merece mucho la pena.

Hay muchos lugares que visitar en la ciudad. Recuerdo que el lugar donde más horas pasé en mi niñez fue en el “Parque de Abelardo Sánchez”, que está en el centro de la ciudad.

El pasaje de Lodares es realmente precioso. Aquí nació la leyenda del “clavo mágico”: dicho clavo dorado se encuentra en la entrada al pasaje por la calle Mayor y se dice que se colocó allí para conectar las fuerzas telúricas de la naturaleza con las fuerzas del subsuelo y que diera buena suerte. Mucha gente compra lotería y la pasa por el clavo mágico para conseguirla. 

Su Catedral dedicada a San Juan Bautista, de fachada neogótica, se comenzó a levantar en el año 1515, pero se acabó con su aspecto actual en 1949. Todo su interior está pintado por Casimiro Escriba con episodios de la Biblia.

También visitamos el Museo de la Cuchillería, artículo muy típico en Albacete, y el edificio donde se celebra la Feria, que todos los años del 7 al 17 de septiembre acoge a una de las fiestas más famosas de España. Los restaurantes en Albacete capital que más me gustan son: “Las Rejas”, “El Callejón” y “Caldereros”. Los hoteles: “Los Llanos”, el “Gran Hotel” y “El Parador”.

Salimos de Albacete para continuar con nuestro viaje en dirección a Valdeganga, donde nacieron parte de mis antepasados. Desde sus preciosos miradores se divisan el río Júcar y varias cuevas de origen musulmán.

Más tarde llegamos al pueblo de Jorquera, pero antes paramos en la carretera para ver su maravillosa silueta desde lejos. Posteriormente, subimos a lo más alto del pueblo para ver los restos de la muralla almohade del siglo XII, ya que Jorquera tuvo varias disputas en su época musulmana con el rey Alfonso X el Sabio. Visitamos también la iglesia de la Asunción del siglo XVI y, saliendo del pueblo, al lado de la ribera del río Júcar, está el sorprendente Santuario de la Virgen de Cubas, excavado dentro de una gran roca.

Al fin llegamos a mi destino favorito en estas rutas por Albacete: “Alcalá del Júcar”. Bañado por el río que lleva su nombre, es uno de los pueblos más bonitos de España y capital turística de Castilla la Mancha. Ya en la carretera, antes de llegar, hay un mirador desde donde divisamos parte de su belleza, su castillo y las casitas que cubren toda la montaña. 

Desde los miradores no lo apreciamos, pero muchas casas están excavadas dentro de la montaña: son las “cuevas de Alcalá del Júcar”. La más famosa de todas es la del “Diablo”. Merece la pena visitarla para ver cómo se vive en su interior y conocer a su peculiar dueño, “el Diablo”, que relatará un montón de cosas curiosas. Además, lo más sorprendente es que la cueva atraviesa todo el cañón y tiene un mirador a su espalda. Precioso su puente romano, que cruza sobre el río Júcar, y también su “playa” y el paseo marítimo.

Más tarde visitamos la iglesia de San Andrés, con su gran campanario, y la plaza de toros “La Trinchera”, con las gradas excavadas en la roca y de forma totalmente irregular, una de las más antiguas de España. 

Algo para no olvidar es su maravillosa iluminación nocturna.  Seguro que lo habrán visto en algún anuncio de TV. Hace algunos años, Alcalá del Júcar recibió el tercer premio a la “Mejor Iluminación Artística del Mundo”, solo por detrás de la Torre Eiffel y la Gran Mezquita de Estambul. Por eso os aconsejo que paséis una noche aquí, con buenos paseos, sitios para comer bien y spas. Algunos sitios para comer son el “Mirador”, “Elia” y “La Playa” y para dormir, el “Hotel Spa Elia” y “Finca los Olivos”.

Todo el recorrido por Albacete es precioso y distinto, con gran variedad de paisajes y sin tener que coger el avión. Espero que disfrutéis de mi Albacete natal.

RECOMENDACIONES
Tomar el aperitivo en “La Bodega de Serapio”, Albacete.
Visitar la “Cueva del Diablo”, Alcalá del Júcar.
Almorzar en el “Ruti”, Jorquera.
Admirar “Los Chorros del Río Mundo”.
Comprar lotería en Albacete y pasarla por el “Clavo Mágico”.