Por Manuel Acosta Echeverría y Manuel Ramón García-Garre. Fotografías: Museo «José Loustau» Universidad de Murcia.
La figura de José Loustau está ligada a la Universidad de Murcia, de cuya fundación se ha celebrado recientemente el centenario (2015). Pero, además, la actividad social de este insigne universitario también trascendió a la vida murciana de su época, con amplia repercusión en determinados momentos. El Casino de Murcia que ya suma 170 años, no estuvo ajeno a esa faceta de proyección social y por ello la relación entre ambos merece un recuerdo con estas breves pinceladas.
A poco de empezar el siglo XX, con ecos aún del desastre del 98 y con una cruel guerra europea que apenas llevaba un año iniciada, tiene lugar la apertura de una Universidad en Murcia.
El hecho en sí, dentro de la sequía intelectual de una España que intentaba regenerarse, no fue baladí. Una confluencia de intereses locales, una campaña periodística bien organizada (El Liberal y Pedro Jara Carrillo, entre otros) y quizá la buena conexión, en aquel momento, entre varios próceres murcianos (García Alix, los hermanos Juan e Isidoro de la Cierva) y el Gobierno de Alfonso XIII, consiguieron para Murcia una institución que aumentaba el prestigio regional (aunque Ortega y Gasset tildase tal logro como una cacicada).
El 23 de marzo de 1915 se publica la Real Orden de creación de la Universidad de Murcia aunque, para empezar y pasando a la realidad, solo existía la buena voluntad del Comisario Regio (Andrés Baquero) y el apoyo del Claustro de profesores del Instituto de Segunda Enseñanza, junto con sus instalaciones en el edificio vecino del río Segura.
Una de las primeras tareas, por tanto, era la de dotar cátedras para impartir las enseñanzas fundamentales, con el rigor y la actualización debidos. Así, entre 1915 y 1916, se cubren plazas de catedrático de distintas disciplinas, consolidándose un claustro como se ve en la lista adjunta. De este modo es como vienen a Murcia dos personajes que llegarían a ser profesores y científicos ilustres: José Fernández-Nonídez López-Calvo y José Loustau Gómez de Membrillera. El primero tomó posesión de su cargo el 29 de febrero de 1916 (cátedra de Zoología General) y el segundo, poco después, en el mes de abril (cátedra de Mineralogía y Botánica).
Una confluencia de intereses locales, una buena campaña periodística y la conexión, en aquel momento, entre varios próceres murcianos (García Alix, los hermanos Juan e Isidoro de la Cierva) y el Gobierno de Alfonso XIII, consiguieron para Murcia una institución que aumentaba el prestigio regional
Ambos eran jóvenes, estaban solteros (Nonídez tenía 24 años y Loustau 27 años) y por su posición y prestigio se alojaron en el Hotel Reina Victoria (junto al Arenal, frente al río), próximo al Centro donde impartirían enseñanza.
Durante el curso 1916-17 se va produciendo su acercamiento a la sociedad murciana y, cumplidas sus obligaciones docentes, aún les quedaba bastante tiempo libre para desarrollar otras inquietudes investigadoras: hacen algunas salidas al campo y se familiarizan con la flora y fauna de la zona. No obstante, era más frecuente y rutinario el paseo por El Malecón, así como la asiduidad a tertulias, entre las que destacaba la del Casino de Murcia. Cabe imaginarse aquellas reuniones, en un entorno suntuoso y agradable como el de este Centro, en las que quizá se llegaban a tratar temas científicos de cierta altura amenizados, al final, por alguna interpretación al piano del propio Fernández-Nonídez.
No parece que el ambiente en aquella embrionaria Universidad fuese del agrado de los que más inquietudes tenían; y así puede explicarse que Fernández-Nonídez solicitase ayudas a la Junta para la Ampliación de Estudios con objeto de hacer estancias de investigación en Centros extranjeros. Después de un intento abortado para ir a Zurich, consigue la ayuda para marcharse a la Universidad de Columbia en Nueva York. Así, dejó Murcia en 1917 y, aunque obtuvo una excedencia en la cátedra, no volvió y definitivamente su puesto quedó vacante en 1920, asimilándose sus enseñanzas a las que impartía Loustau que fue el que se hizo cargo de toda la docencia relacionada con las Ciencias Naturales en la Universidad de Murcia.
En cambio, el destino de este último sería distinto. Para él Murcia sí tenía atractivos y comenzó a integrarse mucho más, llegando a casarse en octubre de 1918 con Pepita Ferrán, formando una familia que completarían sus hijos nacidos sucesivamente: Juan José, Rosendo, Francisco y Carola.
José Loustau se implicó en actividades políticas y sociales, siendo Presidente de la Diputación, cargo que desempeñó con entrega e ilusión, pensando en el desarrollo de la ciudad
La vida pública de José Loustau no se limitó a los cargos universitarios desempeñados: rector desde 1918 hasta 1936 (con una interrupción en 1929) y decano de la Facultad de Ciencias desde 1940 hasta su fallecimiento en 1965. También quiso extender su magisterio a la sociedad impartiendo conferencias y charlas como las pronunciadas en el Círculo de Bellas Artes (1925 “Mendelismo”; 1928 “La muerte orgánica”; 1930 “El dinamismo del ácido carbónico”), en el Círculo Mercantil (1927 “La lucha por la vida”) o en la Real Sociedad de Amigos del País (1927 “El ideal de la vida”). Todas estas y otras más solían anunciarse en la prensa de la época que luego daba reseña detallada de las mismas. También el Casino de Murcia se implicaba en ello, facilitando la invitación a sus socios, divulgando los actos con antelación u organizando tertulias y comidas, con posterioridad, para homenajear al conferenciante.
Por otra parte, José también se implicó en actividades políticas y sociales más amplias, siendo presidente de la Diputación (1924-1926), cargo que desempeñó con entrega e ilusión, pensando en el desarrollo de la ciudad. Perteneció a ese elenco de personalidades que impulsaron las iniciativas y acontecimientos que estimulaban la vida murciana del siglo pasado. Así, Loustau promovió el Homenaje al Conde de Floridablanca en el segundo centenario de su nacimiento, fue presidente e impulsor del homenaje a Ricardo Codorníu “Apóstol del Árbol” y miembro de la comisión organizadora de la coronación de la Virgen de la Fuensanta. Además, dotó a la Universidad de un edificio propio, al adquirir a los Hermanos Maristas el Colegio de la calle de la Merced, siendo quizá este el logro más importante de su etapa como rector que culminó con la inauguración del nuevo Centro el 20 de octubre de 1935.
Como ya se dijo antes, la relación de José Loustau con el Casino fue temprana, recién llegado a Murcia. Pero hemos podido documentar que tal relación persistió, ya que el archivo del Casino conserva documentos interesantes en tal sentido. Así, en la Memoria del año 1930, presentada por su presidente, Isidoro de la Cierva y Peñafiel, aparece el profesor Loustau como el socio nº 309 y también es curioso anotar que su gran colaborador, Pedro Hernansáez Meoro, también era socio con el nº 664. Después de la guerra civil, también se conserva la ficha de socio de ambos e, incluso, las de los tres hijos varones de José. El profesor también ejercía sus funciones de socio ordinario ya que presenta (junto con Julián Poveda Pagán) al Dr. Luis Flachskampf, catedrático de alemán en la Universidad que residió temporalmente en el Colegio Mayor, perteneciendo al Casino como socio accidental (carnet nº542) desde noviembre de 1941 hasta diciembre de 1943
Es posible que encontremos más información sobre esta relación de José con el Casino pero, en cualquier caso, es bueno recordar desde aquí al hombre íntegro, profundamente convencido de su labor como docente, que procuraba ilusionar a sus alumnos, muchos de los cuales siempre le recordaban con cariño, haciéndole objeto de sus homenajes en más de una ocasión. El rector Loustau recibió numerosas distinciones, tanto académicas como sociales, siendo la de “Hijo Adoptivo de Murcia” una de las más apreciadas por él.
Magnifico. Un acierto acercar la historia de nuestra Universidad a todos, que la conozcamos y nos olvidemos de ella.