«LAS FLORES SON ARTE EN SÍ MISMAS»

Por Elena García.

FERNANDO RÍOS (MAESTRO FLORISTA EN ‘FERNANDO HIJO’) LLEVA 47 AÑOS TRABAJANDO EL ARTE FLORAL. LA ORIGINALIDAD Y CREATIVIDAD DE SUS DISEÑOS LE HAN VALIDO EL RESPETO DEL SECTOR. ENTRE SUS CLIENTES FIGURA LA CASA REAL ESPAÑOLA Y, DESDE SUS COMIENZOS, HA SIDO EL ENCARGADO DE LA DECORACIÓN FLORAL DEL REAL CASINO DE MURCIA

Fernando Ríos

“Las violetas son las flores de los amores ocultos. Las orquídeas las de los amores impulsivos. Los claveles son las flores del compromiso y propician los negocios”. Fernando Ríos (1952, La Albatalía, Murcia) conoce en profundidad las leyendas y los misterios de las flores. Su vida ha girado en torno a ellas. Abrió la floristería ‘Fernando Hijo’ en 1970, hoy un referente en la decoración de eventos. Su nombre es muy conocido en la Región de Murcia, pero también en España. No en vano entre sus clientes figura la Casa Real. Y ha decorado las bodas de conocidos políticos, deportistas o toreros.

“Las flores son arte en sí mismas”, asegura el maestro florista sentado a poca distancia del centro de mesa que cada semana trae al Real Casino de Murcia, y que es un pequeño homenaje a la naturaleza. “En la naturaleza encuentro la inspiración para elaborar los arreglos. Ella te lo da todo si sabes entenderla: las proporciones, las texturas, los colores, las formas…”

Fernando nació rodeado de flores. Su padre -y antes su abuelo- las vendía en la murciana Plaza de las Flores. Ser zurdo le supuso mayores dificultades en la escuela, y su padre se lo llevaba con él para que conociera el oficio. Vendían las flores que cultivaba la abuela. Con 18 años abrió su primera floristería, la llamó ‘Fernando Hijo’ porque, aunque a disgusto, no pudo evitar el mote por el que ya era conocido entre los murcianos.  Pero él no se conformó con vender manojos de claveles, lirios o azucenas. Quería ofrecer algo más, un valor añadido. Y para lograrlo viajó por España y se formó en Italia. Conoció a fondo los misterios del arte floral, el secreto de las proporciones y la arquitectura de la naturaleza; investigó sus significados y leyendas y descubrió los estilos y tendencias. Su mayor apuesta fue por la innovación y la creatividad, y casi medio siglo después sigue sorprendiendo con sus arreglos y decoraciones.


 “He estado vinculado al Casino desde que nací. Cuando era niño se celebraban muchas fiestas y mi padre venía a poner flores”


Bodas, cumpleaños temáticos, decoración de Navidad, bautizos, tronos de Semana Santa… Son muchos los acontecimientos que el equipo de Fernando Hijo viste de flores a lo largo de todo el año. “Trabajamos con la temporalidad”, explica el gerente, por lo que dependiendo de la época del año utilizan unas flores o unas plantas diferentes para hacer las combinaciones. “Hay flores que se cultivan todo el año y se han estandarizado, como las margaritas, las rosas, los liliums o las gerberas, esto lo vulgariza mucho”, comenta. La materia prima para elaborar sus productos la adquieren sobre todo en España y en Holanda, pero han traído flores de todos los rincones del mundo, desde Sri Lanka o Tailandia a Ecuador o Colombia.

Actualmente, en la empresa trabajan 20 personas, entre las que se encuentran su mujer y sus dos hijos. “Me puedo morir tranquilo porque sé que el negocio va a continuar”, espeta. “Además, tengo muchos textos escritos adaptados al arte floral”. A lo largo de su vida se ha interesado por las historias que esconden las flores. Las ha buscado en la mitología griega o en la Historia de España y ha recogido las referencias a las plantas de cada uno de los libros que ha leído.

El término florista se queda escaso para definir el trabajo de Fernando Ríos. Sus servicios van más allá del abastecimiento floral, se encargan de la decoración de un evento en su sentido más amplio. “Ponemos toldos, moquetas, sillas, manteles, estructuras metálicas… Todo diseñado por nuestro equipo”, subraya. Han abierto, incluso, un departamento de eventos donde asesoran al cliente y le ofrecen los servicios de otros profesionales como cantantes o músicos.


Para elaborar sus arreglos han traído flores de todos los rincones del mundo, desde Sri Lanka o Tailandia a Ecuador o Colombia


La innovación es un factor clave en el éxito de cualquier negocio, y también en una floristería. Fernando sabía que era imprescindible adaptarse a los tiempos y cuando surgió Internet y se produjo la explosión de las redes sociales encontró el modo de integrar el negocio. “Internet ha influido mucho en la moda actual, la fotografía ha creado tendencia. Es importante que los arreglos se vean bien, no solo en la realidad, sino también sobre la imagen”, aclara. “Cuando haces una fotografía el verde de las plantas sale negro, se oscurece, sin embargo el gris se ve bonito. Para lograr el efecto deseado en la fotografía pintamos las hojas, buscando siempre la estacionalidad: si es otoño, pintamos las hojas otoñales; en invierto pintamos hojas blancas o azuladas; en primavera buscamos colores más intensos como los morados o los malvas”. Además, entre sus próximos retos tienen como objetivo aumentar su presencia en Internet y posicionarse en el mundo digital.

El Real Casino luce cada semana un centro floral diferente que puede admirarse en el Salón de Socios. Igualmente, la decoración navideña y los eventos más relevantes son engalanados con las flores de Fernando. Estos arreglos no son fruto de la espontaneidad o el antojo. Detrás de cada uno de ellos hay muchas personas implicadas, un trabajo concienzudo y mucha inspiración. “Yo he estado vinculado al Casino desde que nací”, rememora Fernando. “Cuando era niño se celebraban muchas fiestas y mi padre venía a poner flores. Siempre he entrado como si fuera mi casa. Hasta celebré aquí el bautizo de mi hija y la comunión de mis hijos”, recuerda.

“No existen dos flores iguales. Cada flor es única y eso me permite crear y evolucionar constantemente. Cada día, cuando elaboro un encargo, se me ocurre una idea diferente”, reflexiona el florista. Su mente es un hervidero de ideas y su ritmo de trabajo es desenfrenado. Lleva 47 años de esfuerzo a sus espaldas, pero en él no se aprecia un atisbo de cansancio. “Si tuviera cinco vidas me faltaría tiempo para hacer todo lo que quiero”, asegura. Aunque está tranquilo porque ha sabido transmitir su pasión por las flores a sus hijos, que son ya la cuarta generación de floristas, y que prometen seguir llenando de flores los momentos más especiales de la vida.


Elena García

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