NUESTRO REAL MURCIA. Por Damián Mora.
Al tiempo de escribir este artículo nos encontramos en la segunda semana del confinamiento impuesto por el Gobierno de la Nación como consecuencia del estado de alarma sanitaria provocada por el Covid-19, virus de la familia del coronavirus y, por tanto, lejos aún de divisar la vuelta a la normalidad o, más bien, a lo habitual.
Pandemias similares, que afecten directamente a tan elevado número de países, parece que a lo largo de la historia no ha habido muchas. Se habla de la mal llamada gripe española de 1918, en plena 1ª Guerra Mundial, con una estimación de fallecidos de entre 50 y 100 millones de personas. Ya bastante más alejada en el tiempo -Edad Media- la Peste Negra o Bubónica, que no la provocó un virus sino una bacteria y que también dejó una impronta de millones de muertos, diezmando considerablemente la población mundial, especialmente en Europa y Asia.
Es un hecho no controvertido que las personas más afectadas por esta enfermedad son las de mayor edad, sin que ello exima a cualquier persona sea de la edad que fuere. ¡Que destino histórico más perverso para nuestros mayores! Fueron otrora los niños de la guerra española, por ser demasiado jóvenes para ir al frente en nuestra incruenta guerra incivil. Y esa generación, ahora, cuando han llegado a ancianos, viven la tragedia sanitaria y en la inmensa mayoría de los casos muchos mueren sin poder abrazar a los suyos, con una inmunda despedida por videollamada que apenas escuchan, rodeados de cables y mascarillas. Urge remediar esta tragedia añadida a la tragedia. Queda una esperanza: que los que hoy son niños perciban lo que está ocurriendo y como tinta indeleble se les quede grabado y que nunca puedan desdeñarlo.
No me he podido sustraer a hacer esta reflexión que nada tiene que ver con el titular del artículo.
Rebus sic stantibus es una locución latina, en román paladino un latinajo, que jurídicamente quiere decir que estando así las cosas y que como casi todas las locuciones latinas proviene del Derecho Romano. Es la antítesis del Pacta sunt servanda es decir, lo pactado obliga, y que constituye un principio básico del Derecho Civil en materia de contratos en el sentido de que todo se debe cumplir por las partes de acuerdo con lo pactado.
Todo es, ahora mismo, una incógnita, pero no está de más establecer, desde ya, criterios para afrontar lo que nos queda por venir
Pues bien, la doctrina rebus es de máxima actualidad por cuanto nos encontramos ante unos momentos excepcionales debido al estado de alarma sanitaria decretado por el Gobierno. Dicha doctrina, que fue recuperada por la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo tras la guerra civil y su consecuente crisis económica, admite la posibilidad de modificar los contratos cuando existen alteraciones sustanciales de las circunstancias que los motivaron. Y la situación actual podría ser una de ellas.
Por tanto, nos encontramos ante una alteración del Pacta Sunt Servanda. Pero no vale cualquier alteración, ni de algo que hubiera podido tenerse en cuenta, sino de una modificación verdaderamente trascendente y no prevista por las partes cuando establecieron sus recíprocos compromisos. Por ejemplo, si un futbolista firma un acuerdo con un Club, que juega en las competiciones bajo la tutela de una Federación y, por una circunstancia sobrevenida no se pude seguir jugando, la alteración sustancial de las condiciones en las que se suscribió el compromiso del jugador parece clara.
Para la aplicación de la doctrina rebus son exigibles unos requisitos muy especiales: una alteración extraordinaria, una desproporción exorbitante entre las prestaciones convenidas, un desequilibrio realmente imprevisible, que no haya otra forma de restablecer el equilibrio y que impere la buena fe que impone el Código Civil.
En conclusión, las partes siguen obligadas a cumplir sus obligaciones y la doctrina rebus sigue teniendo un carácter excepcional. Este criterio, entiendo, protege la paz social que da equilibrio a la sociedad actual.
Todo es, ahora mismo, una incógnita, pero no está de más establecer, desde ya, criterios sobre todo jurídicos, para afrontar lo que nos queda por venir.