Propósitos saludables y solidarios en Año Nuevo

SALUD EN EL ANTROPOCENO. Por María-Trinidad Herrero Ezquerro.
Cuando se acerca el final de un año y el principio del siguiente, tendemos a reflexionar sobre nuestra existencia: el presente, el pasado y, sobre todo, el futuro. Siguiendo la cultura y las tradiciones ancestrales que tenemos impregnadas, al inicio del nuevo año queremos renacer. Con optimismo, definimos nuevos propósitos buscando una mejora vital al enfrentar una página en blanco de 365 días.

El 31 de diciembre y el primer día de enero se nos antojan como el momento de cambio. Sin embargo, que el año natural comience en enero es un fenómeno de hace poco más de 4 siglos, desde 1582, por mandato del Papa Gregorio XIII. Las culturas y civilizaciones más antiguas tenían conceptos telúricos (relativos a la tierra) que asemejaban la muerte con el invierno y la vida con la primavera. Y determinaron que el año se iniciaba cuando el día comenzaba a ser más largo, las temperaturas aumentaban y los campos florecían. El comienzo del nuevo año era en marzo, coincidiendo con el equinoccio, de aequi (misma) y noctium (noche), en cuyos días la cantidad de noche y de día era equivalente. En Mesopotamia, el equinocio de marzo era el inicio del año siendo Nisanu el primer mes (Nisan en acadio y en el calendario hebreo). Era el comienzo de la primavera, de la luz y de la naturaleza desbordante, bajo el signo de Aries, que es el primer signo zodiacal.

Mes proviene del latin mensis que proviene de mene, nombre de la luna en griego

Aunque el fuego había sido domesticado miles y miles de años antes, esas civilizaciones observaban el firmamento, las estrellas y dividían el tiempo. Así, dedujeron que a la noche le seguía el día, se alternaba el tiempo de luz y el tiempo de oscuridad, y le llamaron día. Aprendieron que su seguridad era mayor con la luz, la cual dependía esencialmente del sol, astro rey, al que adoraban porque su poder era imprescindible para conseguir buenas cosechas y calor. Observaron que la luna, el mayor astro del periodo de oscuridad, también cambiaba cíclicamente con una periodicidad de aproximadamente 29,5 días y denominaron los meses. Mes proviene del latin mensis que proviene de mene, nombre de la luna en griego. El primer día del mes era cuando la luna estaba en fase de luna nueva (oscuridad). Plutarco ya describió los doce meses. El primer mes no era enero, sino marzo en honor al dios Marte o dios de la guerra, ya que programaban las campañas bélicas al tener una meteorología más favorable; abril, de abrir, porque llegaba la primavera y florecían las plantas o bien de aprilis en honor a Afrodita; mayo por las fiestas a la diosa Maia de la fertilidad, para la salud y la castidad; junio en honor a la diosa Juno, quien representaba la maternidad; julio se denominó así en honor a Julio César, si bien en el inicio era el mes quinto o quinctilis; agosto en honor al emperador Augusto Octavio, aunque su nombre original era el sexto mes o sextilis; septiembre a diciembre mantuvieron el orden numérico: septiembre era el séptimo mes, octubre era el octavo, noviembre era el noveno y diciembre era el décimo. Hace 27 siglos, el segundo rey de Roma, Numa Pompilio, añadió los meses de enero y febrero: enero, proviene de januro, en honor a Jano (dios de las entradas y de las salidas); y febrero o februo en honor a la fiesta Februa en la que se ofrecían ofrendas a los muertos para aplacarlos.

Aunque el cambio de año es netamente artificial, mirándolo en positivo, hay que aprovecharlo meditando bien nuestros propósitos. Que sean coherentes y factibles, que la probabilidad de cumplimiento sea alta, y que derrochemos voluntad, decisión y energía para llevarlos a cabo. Si es así, elijamos propósitos que puedan mejorar nuestra vida y la de los demás. Que sean propósitos saludables que nos hagan más felices, pero también más solidarios. Como dijera Ciceron: nobis solum nati sumus (no nacemos para nosotros mismos). Que en este nuevo año, que se vislumbra de crisis, seamos capaces de compartir pensando en nuestros semejantes, no solo en los aspectos materiales (que también) sino compartiendo todo tipo de bienes. Seremos más felices.

María Trinidad Herrero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.