ORATE E INTERCEDITE PRO NOBIS

DE MURCIA AL CIELO. Por Carmen Celdrán.

La muerte es parte de la vida, algo natural e inevitable. En nuestra sociedad hemos dado la espalda a todo lo que es la estética de lo feo: guerras, hambrunas, epidemias y muerte. Pero, sobre todo, hemos aprendido a dejar en la cuneta de la vida los miedos. Vivimos como si no hubiera un mañana, utilizamos el carpe diem para no pensar en el memento mori.

Desde la Edad Media se impuso la moda de enterrar en las iglesias, pero fue Carlos III, con el apoyo del Conde de Floridablanca, quien impuso los cementerios en extramuros. La Real Cédula de Carlos III no fue recibida con entusiasmo, pues acababa con tradiciones muy arraigadas. Pero las catástrofes sufridas en ese siglo y las razones sanitarias fueron las razones de peso para construir los cementerios fuera de la urbe, uno al este de la población, el de las puertas de Orihuela sito hoy en día, para que se oriente el lector, en el palmeral del Polígono de la Paz. Y otro al noroeste, el de la Albatalía o, también llamado, el de las puertas de Castilla, ubicado en el Carril de los Lucas (final del Malecón).

Con los años, estos fueron clausurados por insalubres, ya que las deficiencias de estos cementerios eran más que conocidas. El núcleo urbano había crecido y los cementerios eran absorbidos por las ciudades. Además, la orientación este y noroeste favorecía los olores a la ciudad, con lo cual existía la necesidad de crear otro cementerio y es así como nace el cementerio de Nuestro Padre Jesús en Espinardo.  

La portada del cementerio fue concebida por Pedro Cerdán en 1885 como un arco del triunfo, con cuerpo central y dos laterales. Sobre el centro de la entrada se puede visualizar el escudo de Murcia y, como referencia a la simbología funeraria, los anagramas de alfa y omega y, en el fuste de las columnas, los sudarios.

El nombre del cementerio esta incluido en el friso de la entrada, en el arco central se puede leer: “Orate e intercedite pro nobis” y en la cornisa de los cuerpos laterales: “Dormientium quieti, valentium incolumitati”. Esta última frase se encontraba en el cementerio de las puertas de Orihuela. En el frente del interior de la portada del cementerio se recogen otras frases: “Miserere mei Domini”, “Post tenebras spero lucem” y “Resquiestcant in pacem”.

La venta de parcelas para construir panteones sufragó parte de los gastos del cementerio, como el resto de los enterramientos, fosas, nichos y columbarios. Uno de los primeros panteones que se construyó fue el de Joaquín García, un comerciante de hijuela, sito en la Calle Fuensanta, una de las arterias principales del cementerio. Entre algunos panteones están, por ejemplo, el de José Marín Baldo, Clemades, José Noguera, Peña Vaquero (un panteón construido en hierro, pues Peña era propietario de una fundición). También tienen mucha importancia la figura de los marmolistas en el cementerio, como fue el caso de Saturnino Tortosa.

En cuanto a la vegetación de la necrópolis solo se prohibían los árboles frutales y los árboles de muchas raíces. Predominan los plátanos, cipreses, eucaliptos y, en definitiva, árboles que sean adecuados para el clima murciano, de copa grande que den sombra.

El memento mori es un recordatorio para que nos preparemos en caso del inminente viaje


El necroturismo o turismo de cementerios no es solo conocer el patrimonio artístico, también es importante el arquitectónico, histórico y paisajístico. Y aunque el cementerio se puede visitar todo el año, se viste de gala siempre los dos primeros días de noviembre, pues es cuando los vivos llevan flores a los antepasados. El jardín funerario alcanza el más sublime grado artístico e incluso los cipreses adquieren un papel importante, pues señalan el cielo con su punta representando la luz frente a la oscuridad de las tumbas. Honrar a nuestros difuntos mediante la oración es un acto de amor para recordarlos.

La muerte ha sido inspiración en el arte, la poesía, la música, la literatura. Recordemos aquellos que se fueron al otro lado de la laguna Estigia y visualicemos el famoso cuadro de Patinir en el que Caronte navega en la barca con un alma. El memento mori es un recordatorio para que nos preparemos en caso del inminente viaje, como decía Machado en su poema Retrato y en su epitafio en Collioure:

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

En cuanto a la música, La dama del alba tiene su relevancia y ha dado lugar al nacimiento de grandes obras como el Réquiem de Mozart, La Traviata de Verdi, o el Aria de la muerte de Isolda de Wagner. La versión murciana musical son los Auroros, que forman parte de un legado musical y cultural que no debemos perder, aunque las modas y la falta de fe hará que se extingan y con ellos los cementerios también.

Por eso mismo, debemos luchar por conservar nuestras tradiciones, son parte de nuestra identidad. Si un pueblo las deja de lado pierde su patrimonio para las generaciones venideras. Las tradiciones ayudan a entender las raíces de uno y desarrollar su identidad. Intentemos no abandonarlas, son un legado demasiado valioso.

Carmen Celdrán.
@carmenceldran

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.