NACE LA LEYENDA

REAL MURCIA. Por Damián Mora.
Había iniciado nuestro Real Murcia una nueva singladura por la Primera División. Era la temporada 1983-84, tras el ascenso en Elche de la temporada anterior. En la jornada quinta se mantenía imbatido, con dos victorias y dos empates.

Pero lo que realmente ilusionaba a la afición en ese momento era el partido, tras la visita a Salamanca de la jornada anterior, que contra el F.C. Barcelona jugaba en La Condomina. El equipo culé, líder hasta el momento, era el de los Urruti, Alexanco, Shuster, Quini y, ¡cómo no¡, Diego Armando Maradona, el más grande. A quince días del partido no quedaba ninguna entrada libre en las taquillas de la Puerta de Orihuela. Como dirían los castizos “el papel estaba agotado”.

El domingo anterior recibía el Barça en su estadio al Club Athletic de Bilbao.

Dice un refranero popular, especialmente en el campesinado gallego, que “yo no creo en las brujas, pero haberlas, haylas”. Precisamente, en ese partido anterior a la visita del F.C. Barcelona a La Condomina, el defensa central del equipo vasco, Andoni Goikoechea, en un balón intrascendente en el medio campo, envía cuatro meses a la grada a Maradona con fractura del maléolo del tobillo izquierdo.


El pelusa, como le llamaban desde niño al de Villa Fiorito por su pelo ensortijado, ha pasado de hombre a mito con su reciente fallecimiento


La desilusión de la afición murcianista por ver al que ya se vislumbraba como el más grande era enorme. Por tanto, la vinculación de nuestro Real Murcia con Diego Armando Maradona, a nivel futbolístico, quedó reducida al partido de vuelta en el Camp Nou, en febrero de 1984, con una victoria del conjunto azulgrana por dos goles a cero y una actuación discreta del astro argentino.

Pero más allá de esta efímera vinculación, el pelusa, como le llamaban desde niño al de Villa Fiorito por su pelo ensortijado, ha pasado de hombre a mito con su reciente fallecimiento. El tridente argentino queda consolidado en el pueblo; Carlos Gardel, Eva Perón y Diego Maradona.

Los tres habían nacido de familias humildes. Bueno, la realidad es que nadie sabe todavía hoy con certeza dónde ni cuándo había nacido Gardel, si era francés de Toulouse, uruguayo de Tacuarembó o argentino del barrio del Abasto en Buenos Aires, donde había vivido de niño. Solo se sabe con seguridad que fue hijo natural nacido en la pobreza y que el 24 de junio de 1935 murió en un accidente de aviación en el aeropuerto de Medellín.

En el cementerio de La Recoleta reposa Evita Perón. También había nacido pobre, y también ilegítima, como cualquier tango.

Se une a ellos el más grande con un balón en los pies. Hace escasamente un par de meses la Casa Rosada era literalmente invadida por el pueblo argentino para rendir el último homenaje al pibe. Estaba naciendo la leyenda.

Cuando la Junta Militar, en la primavera de 1982, se aventura en una inexplicable guerra contra los ingleses por unos inhóspitos islotes a más de dos mil kilómetros de la península argentina, Las Malvinas, aparece el más grande con el balón en los pies para alimentar de orgullo y patriotismo los desfallecidos estómagos del pueblo argentino.

Quiso el destino que en el mundial de México de 1986 la selección inglesa se enfrentara a la albiceleste del Diego. Estaba muy fresca aún la derrota militar. Entonces apareció el diez, y con sendos goles, el primero ayudado de la mano que el mismo definió como “la mano de Dios” y el segundo tras dejar a su paso rendidos y en el suelo a todo el equipo inglés, al Palacio de Buckinghan y a su guardia real incluida, derrotaron a la pérfida Albión. Argentina ganó ese Campeonato del Mundo.

Maradona se retiró del futbol en 1997. Falleció en 2020, solo, en una casa alquilada, al final de un año en el que por la pandemia casi no se juega al fútbol. Su agitada, convulsa e irresponsable vida fuera de las canchas ya fue predicha por el Nobel irlandés Samuel Beckett “No hay partido de vuelta entre el hombre y su destino”.

Pero, pese a todo, el pueblo argentino, por boca de su poeta Roberto Fontanarrosa, clamaba: “No importa lo que hiciste con tu vida, sino lo que hiciste con la nuestra”.


Damián Mora.

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