Verdi, 150 años
Efemérides, por Leandro Madrid S.
El pasado 24 de mayo tuvo lugar en la S. I. Catedral de la diócesis de Cartagena la audición de la “monumental” composición músico-vocal Misa de Requiem de Giuseppe Verdi. Se estrenó en Milán, el 22 de mayo de 1874, in memoriam de A. Manzoni en el primer aniversario de su muerte. El escenario fue la iglesia de San Marcos, donde asistían más de 200 personas, entre coro y músicos, con cuatro famosos solistas: la soprano Teresa Stolz, la mezzosoprano Maria Waldmann, el tenor Giuseppe Capponi y el bajo Ormondo Maini. Amalgamando sus voces y la música Verdi creó esta gran obra funeraria que hace estremecer y derramar lágrimas a los oyentes. Fue dirigido por el maestro Verdi, que adoraba profundamente a Manzoni.
El réquiem se compuso con una intensidad íntima y dolorida, expresando con lenguaje humano sus sentimientos ante la muerte y el sentir religioso. El equilibrio entre la expresión del canto y la música orquestal se hace patente en el Dies Irae, que transporta a los oyentes a un estado emocional. También incluye reminiscencias profano-operísticas de su obra, así como el Libera Me Domine que había compuesto para Rossini.
Alejandro Manzoni fue un escritor y poeta autor de la famosa novela Los novios, universalmente conocida, de la Oda al 5 de mayo, dedicada a Napoleón Bonaparte, del poema La moral católica, de la Carta del romanticismo y de varias obras históricas y lingüísticas sobre un idioma común italiano. Tanto él como Verdi eran partidarios de la unidad de Italia.
La noche del 24 de mayo en nuestra Catedral unieron música y voces la Orquesta Barroca Valenciana, la Orquesta UNED-Elche, el Coro Leucante y la Coral Venus de Elche, y la Coral Discantus de Murcia. Participaron la soprano Carmen Muñoz, la mezzosoprano Blanca Valido, el tenor José Manuel Delicado y el bajo David Cervera. Fueron dirigidos por el maestro D. Manuel Ramos.
Con esta obra, Verdi nos traslada a la hora de la muerte, pero con la esperanza de la resurrección a la vida eterna. Son momentos íntimos, humanos, que conmueven y elevan el espíritu, grandiosidad sublime inspirada en la duda, el dolor y la meditación.
Durante cerca de dos horas, la Catedral, material y litúrgica, tuvo en su interior otra “catedral sonora”, grandiosa y desafiante en su desarrollo. Una audición inolvidable que dejó en mi ánimo inquietud, pero también paz y esperanza.