“ME GUSTA MUCHO DESAFIAR LA IMAGINACIÓN DEL LECTOR”

ENTREVISTA A JOSÉ ÓSCAR LÓPEZ
MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual.
José Óscar López, profesor, poeta, ensayista, crítico y narrador, en “Fragmentos de un mundo acelerado” (Balduque, 2017) nos sorprende con ingeniosos relatos cortos, que narran, a modo de ensayo o pensamiento, historias extrañas de la propia cotidianidad. Lo absurdo y lo extraordinario se entrelazan y generan un microclima fantástico. Por eso nos remontamos a un libro clásico, que tal vez ahora nos pueda parecer lejano, como es “La máquina del tiempo” (1895), de H.G. Wells, que habla de un mundo en decadencia habitado por seres hedonistas en la superficie y otro mundo de seres que viven en el subsuelo. Los relatos de José Óscar López recrean otra forma de perder la inteligencia, la conversación, o vivir en un pozo, que podrían funcionar como un guiño a aquella sociedad.

¿Cómo se siente al rememorar a H.G. Wells?
Precisamente, aunque fue un libro que leí hace más de treinta años, la ciencia ficción que me atrae es la clásica, donde está Wells y también Borges. Me interesa cómo toman argumentos similares y los transforman en realidades filosóficas, metafísicas; recuperar un material de derribo para llevarlo a una significación.

¿Se impondrán sobre nosotros las máquinas?
Hay detalles que hacen sospechar que sí y también, que no. Los seres humanos, que no somos muy listos, engendramos máquinas más listas. Las máquinas pueden representar a “Franquenstein o El pequeño Prometeo” o esa idea de robar el fuego a los dioses, y no sabemos si todo ello será para bien. Sería como una alegoría de muchas cosas que nos han sucedido y de todas las que todavía quedan por terminar. Vivimos en un Apocalipsis cíclico, mirando al fin del mundo, sin saber si todo eso es cierto. La inteligencia artificial podría ser uno de esos fines del mundo.

Le interesa la idea del viaje en el tiempo y del viajero perdido.
Es un interés primario que tengo desde niño en el que soñaba con viajar a otras dimensiones: al pasado, junto a los dinosaurios; y al futuro, hacia el espacio. Este libro lo he ido escribiendo durante varios años y me ha acompañado como una suerte de diario de ficción. Ahí he volcado lo que me sucede pero plasmo sus formas distorsionadas, paranoicas, y en ese juego de exagerar la realidad está la idea del viajero perdido, desorientado. Es una sensación que podemos tener y que yo exagero mediante la ficción.

¿Cuál fue el primer beso de la historia?
Bueno, yo relato dos versiones divertidas de cómo pudo brotar el primer beso: el que consiguió callar al charlatán o dejar de comer al glotón. Pero debió ser algo más animal. Le he narrado con humor, algo que se desprecia pero está en la base de toda la literatura. “Don Quijote” es una enorme broma, una broma seria, y eso es lo que da fuerza a la literatura. Nos cuestiona de esa forma nuestra existencia.

¿El mundo entero es un museo?
Todo se hace museo. ¿Dónde está el límite de la museificación del mundo? Se está haciendo de todo un museo, un espectáculo, la vida es un teatro, diría Shakespeare o Calderón. Una de las vetas que más juego me ha dado han sido las paradojas, que son infinitas. Hay un punto en el que se transforma en gran broma el mundo real y lo que se quiere conservar al final.

Le preocupa el mundo, su creación, la existencia del mal.
Lo trato en un cuento reaccionario. Parece que todo es espantoso. Pero hay que luchar por un mundo mejor. La idea de la queja y de Dios, dejándonos a nosotros hacer el mundo, diciéndonos “es tu turno, quizás tú tengas más suerte” nos pone en su lugar. El mal es el gran tema de la literatura.

“Big Band” es el relato más corto ¿cómo comenzó el mundo?
“¿Fue con un estallido, que comenzó el universo, o terminó con él y nosotros tan solo somos su demorado eco?”. Es mi relato favorito. Podría ser así, ¿no? La parte más infusa la encontramos en las noticias físicas, en la ciencia. Son ideas tan locas.

¿La prosa perfecta es aquella donde queda atrapado y expresado el pensamiento humano?
No hay una prosa perfecta. No creo tanto en la idea de desvelar. A mí el lenguaje me sirve para jugar. Cuanto más seria es la idea, más me gusta bromear. Me gusta mucho desafiar la imaginación del lector. Mi poesía es más rara. Tiene elementos de narrativa. Se dice que la poesía es la expresión de emociones. Yo la llevo a la imaginación. Hoy la literatura ha encontrado un campo en la autoficción. Javier Marías ya lo hizo en su novela “Negra espalda del tiempo”. El arte y la literatura son de las pocas cosas que permiten ser optimista. Falta tiempo para leer y descubrir todo lo que se hace. El foco se ha puesto en nuestra manera de percibir el mundo.


“Del pasado sólo recordamos los errores, es algo que nos condena”


¿Estamos en el pasado para siempre?
No siento demasiado aprecio por el pasado. Vivo el día a día. Del pasado sólo recordamos los errores. El pasado es algo que nos condena. Yo vivo en el presente y en el futuro. Hay quien no se fía de los que adivinan el futuro. Yo no me fío de los que adivinan el pasado. Es un sitio poco fiable. Hay que conocer el pasado como se debe conocer al enemigo. Yo pienso en el hoy, no en el olvido. La falta de recuerdo me tranquiliza.

El relato “El metódico lector” habla de libros subrayados, lectores que se ven en las librerías, ilusionistas que sueñan con desaparecer definitivamente. Es un impresionante relato sobre la ambición del saber, del conocer ¿Nos supera el conocimiento? ¿Es algo que está muy por encima de nosotros?
El ser humano insiste en demostrar que no le importa el saber. Nos basta con mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de las cosas mediocres que realmente gustan. Yo soy un lector diario. Me sobrepasa el tiempo de leer y he llevado a la hipérbole esa idea. El poder de la imaginación es mi único plan cuando escribo.

¿Es Ud. un “exiliado perpetuo de la noche en el día”?
Siempre he sido muy nocturno, de llevar la noche contigo siempre. Me gusta esa idea de llevar lo que soñamos al día.

En relación con la vida rápida y ajetreada ¿prefiere la lentitud, que las cosas se hagan con paciencia?
Vivimos en un mundo demasiado acelerado, somos esclavos de nuestra prisa. Soy amante de la lentitud en mi tiempo libre.


“Vivimos en un mundo demasiado acelerado, somos esclavos de nuestra prisa”


¿Le preocupa el tema de la locura?
La locura se expresa en el momento en que unos personajes tienen una visión desviada, exagerada de la realidad. ¿Qué es hablar con locura? A veces el exceso de sensatez puede matar el mundo. Yo utilizo el término porque todos somos locos, lo más de los locos, como dice Luis Vélez de Guevara en “El diablo cojuelo”, en el sentido de que no nos entendemos, nos malentendemos continuamente. Es mi tema de locura.

Describe un amor excesivo hacia las mujeres.
El amor lo llevo al humor, es algo que sucede en la realidad. Parece que el amor no es más que la forma más suprema para destruirnos.

¿Cómo vencer el cansancio, la apatía?
Me produce paz la idea de estar cansado, porque así ya empiezo a descansar.

¿Se contagia la simpatía?
Tengo la idea de que se ha convertido en una pesadilla lo bonito de la simpatía. La forma artificial de la simpatía de hoy ha pasado a ser siniestra. Si no eres feliz, eres enemigo. Es un ataque, es una obligación ser simpático.

¿Qué ocurre si no nos bajamos a tiempo en nuestra parada de autobús?
Ahí empieza el misterio de lo que está por escribir, es lo que me seduce a la hora de escribir, se abre un interesante campo de misterios.

¿Y si morir fuese otra forma de vivir?
Después de la muerte generamos mucha biodiversidad. El alma nos abre otro misterio, pero este tema es tan serio que me lo llevo al terreno de la broma: un muerto ronca al dormir y molesta a los otros muertos. Me surgió como un dictado improvisado a mis alumnos. Como decía Peter Pan: “Morir será una maravillosa y gran aventura”. En realidad, no quiero que me hagan spoiler. Yo quiero saberlo cuando llegue a saberlo.

El protagonista de H.G. Wells en “La máquina del tiempo” cuando regresa y cuenta su historia, no es creído. Curiosamente, José Óscar conjetura: “Imaginaba un lago y le faltaba el oxígeno” ¡Quién nos iba a decir que algo inconcebible haya sido hoy realidad en nuestro Mar Menor! Él mismo se muestra sorprendido. Ambos textos juegan a ser una llamada de atención a la responsabilidad de los hombres en el devenir de la humanidad.


Consuelo Mengual.

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