ARS CASINO. Por Loreto López.
Hace un tiempo hablamos del primer arquitecto del Real Casino, Francisco Bolarín “El Joven”. Hoy recordaremos a su continuador, aunque no sepamos con total seguridad de sus actuaciones en el primitivo edificio, ya que en las anotaciones de los libros de cuentas apenas se especifican los pagos a los artífices de las obras. Aun así, creemos importante rescatar del olvido a todos los personajes que históricamente han estado relacionados con nuestro emblemático monumento.
José Ramón Berenguer Ballester (Murcia, 1816 – 1884) es la tercera generación de una saga de arquitectos relacionados con importantes obras en Murcia. Su abuelo, Ramón Berenguer, había sido el artífice de la casa palacio del conde de Floridablanca, cuya fachada aún podemos contemplar junto al Arco de San Juan de la ciudad. El joven José Ramón se forma primeramente en Murcia junto al arquitecto Juan Peralta, más tarde en la Academia de San Fernando de Madrid. De vuelta a la ciudad, es nombrado socio de mérito de la Real Sociedad de Amigos del País, formando parte, posteriormente, del profesorado de esta institución que tanta trascendencia tuvo para Murcia.
Creemos importante rescatar del olvido a todos los personajes que históricamente han estado relacionados con nuestro emblemático monumento.
Fue arquitecto municipal de Murcia, más tarde de Albacete y Cuenca y, por último, de Ciudad Real. El tramo final de su carrera fue como arquitecto del Estado nuevamente en su ciudad, Murcia, donde realizó numerosos proyectos dentro del estilo neoclasicista, fundamentalmente en obra privada de carácter civil. Destacable es su aportación como arquitecto en el diseño de las denominadas casas de habitación, de las que en nuestra ciudad realizó numerosísimas. Viviendas para las clases menos pudientes que significaron un gran avance y mejora en la calidad de la habitabilidad, la funcionalidad de los espacios interiores y el denominado “decoro” en las fachadas, dignificando la modestia de estas construcciones en su aspecto exterior, con la regularización y ampliación de los vanos, incluyendo grandes ventanas y balcones en cada planta y una sencilla decoración basada en la policromía y los recercos moldurados. Todavía permanece en pie y podemos contemplar la fachada de la casa que le encargara D. Andrés Almansa en la plaza de San Nicolás nº 1, esquina a la calle del mismo nombre, hermoso ejemplo de su buen hacer.
Algunas de sus obras más destacables fueron los Baños de Alhama, la reforma del Casino de Cartagena, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Villanueva del Río Segura, el Teatro Vico de Jumilla y el gran proyecto, no ejecutado, para la construcción frente al río de la Misericordia Nueva de Murcia.
Tras la muerte de Bolarín, en 1871, se nombra a Berenguer en sustitución de este como miembro de la Comisión de Monumentos de la ciudad y continuador de las obras en el Real Casino. Para entonces nuestro arquitecto ya había sido nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, quedando con ello patente el reconocimiento de su gran valía.
Su actuación en el Real Casino, en la década aproximada de relación con el mismo, parece que únicamente está vinculada con la continuación de las obras anteriormente iniciadas del Salón de Baile, el de Café, la Sala de Lectura y el Salón de Billar.
Eran tiempos muy revueltos en la sociedad española: la Tercera Guerra Carlista (1872), la proclamación de la Primera República (1873), las sublevaciones de los generales Pavía y Martínez Campos (1874). Y en nuestra Región es especialmente desestabilizador el levantamiento cantonal en esos mismos años. Por todo ello es muy probable que las grandes obras arquitectónicas queden en un impás a la espera de momentos más propicios, como ocurre sin duda en las del Real Casino.
Un dato curioso, ya mencionado en otros artículos, es la existencia de inscripciones, encontradas en la zona superior de la cornisa del Salón de Baile, a modo de grafitis reivindicativos. Alguno de los operarios que trabajaba en ella, durante la colocación de los grandes lienzos que componen la decoración del gran techo pintado, reclama, junto a la fecha de 1876, la República Federal.
En cualquier caso y sin que podamos confirmar documentalmente su intervención directa, durante el periodo en que se le considera activo en el Real Casino se trabajó en la decoración neobarroca de una de sus salas más importantes y que menos se ha visto transformada por actuaciones posteriores: el gran Salón de Baile, orgullo de nuestra entidad.