MI PUNTO DE VISTA. Por Pilar García Cano.
La pandemia sanitaria que estamos viviendo ha puesto en valor algo que estaba sucediendo en los últimos años en el mundo educativo: la importancia de la formación matemática de los estudiantes. Las empresas demandan cada vez más profesionales capaces de resolver problemas de forma analítica y rigurosa y que cuenten con habilidades de programación y gestión de datos.
Javier Aramayona, investigador del Instituto de Ciencias Matemáticas explica que “los matemáticos tenemos modelos efectivos para hacer previsiones futuras, con el fin de intentar conocer la evolución que tendrán distintos fenómenos, como una pandemia”. Y destaca que esta crisis “es un claro ejemplo de cómo las matemáticas ayudan de forma activa a la toma de decisiones médicas y políticas; y pone de manifiesto la necesidad de invertir en investigación de ciencia básica y de matemáticas en particular”.
Cada vez hay más voces que abogan por superar la dicotomía tradicional de que hay mentes de ciencias y de letras. “Es cuestión de gustos”, nos dice este investigador, que insiste: “La capacidad de comprensión lectora es muy necesaria para resolver problemas matemáticos”.
Yo creo que tiene razón y, desde mi punto de vista, es fundamental potenciar la formación matemática desde la educación infantil y primaria con metodologías actuales y adecuadas, en las que participen las familias.
El pensamiento matemático es la habilidad de pensar y trabajar en términos de números, generando la capacidad de razonamiento lógico y del pensamiento analítico y crítico. Esta capacidad sirve para la resolución de conflictos y para afrontar dificultades y problemas. Los niños la van adquiriendo de forma progresiva a lo largo de un proceso en el que intervienen las experiencias vividas a través del juego y la socialización, y va estructurándose en un pensamiento que durante la etapa de educación infantil es muy concreto, siendo cada vez más abstracto a medida que los niños van creciendo.
Es fundamental potenciar la formación matemática desde la educación infantil y primaria con metodologías actuales y adecuadas en las que participen las familias
La etapa de 0 a 2 años es la de descubrir el mundo a través de los sentidos (sonidos, sabores, formas, colores,…), y del movimiento en constante evolución (fuerza, equilibrio, distancia,…), estableciendo los niños vínculos efectivos con las personas que le rodean.
Actualmente hay material bueno en el mercado que se puede adquirir, adaptado y seguro con los que jugar libremente. También puede ser material casero.
De 2 a 6 años aparece el habla, y es la época de los juegos simbólicos de clasificación y construcción. Son un buen material, entre otros, las regletas y los bloques lógicos (figuras geométricas de diverso color, tamaño y grosor) para seriar, observar, clasificar, comparar, y reforzar el pensamiento lógico.
En la etapa de primaria, de forma progresiva, debe estimularse este pensamiento, teniendo en cuenta que los aprendizajes se logran a partir de observar propiedades, establecer relaciones y resolver problemas de la vida cotidiana que supongan desafíos matemáticos atractivos. El uso de recursos y materiales didácticos variados para ser manipulados por el alumnado es esencial.
Cada vez son más los maestros que apuestan por estas metodologías para evitar los deberes y las tareas repetitivas que están fuera de contexto en la época actual. Para ello, en las reuniones con las familias les exponen los contenidos que van a trabajar cada trimestre del curso escolar, los objetivos que se proponen conseguir, los criterios de evaluación y cómo participar en las mismas con tareas de aprendizaje en la vida cotidiana. Esto nos puede llevar a conseguir que todos los alumnos tengan una buena base en formación matemática, muy necesaria en la actualidad.