Las rutas del oro

Cartas desde Tombuctú, por Antonio V. Frey

El indómito Brahim

Querida amiga,

En mi búsqueda de los vestigios del pasado, he visto, a lo largo y ancho del Sahara, importantes hitos; algunos casi inapreciables, pero de gran importancia para sus habitantes. Lo que ayer fue parte de la vida cotidiana del beduino, hoy es, a grandes rasgos, un elemento más de su folclore con el que agasajan a sus huéspedes. Por ejemplo, dado el elevado grado de sedentarización en aldeas y ciudades, los antiguos friks, esto es, los asentamientos eventuales resultantes del trasiego nómada de la tribu, se están convirtiendo en simpáticos vivacs donde celebrar pantagruélicas cenas, y hacer pasar al visitante la extraordinaria experiencia de una o dos noches en el desierto. 

Pero para el explorador de esa parte del mundo, las antiguas paradas del nomadeo esconden una historia algo más atractiva: enterramientos, hitos ancestrales tales como paisajes de antiguas batallas intertribales, emplazamientos telúricos o escenarios de legendarias taumaturgias realizadas por los patriarcas de las tribus saharianas. Con una profunda carga histórica destacan también, entre los bellísimos paisajes de aridez, las rutas que, como una red capilar que se extendía por todo el desierto, eran recorridas por largas y épicas caravanas. Hoy día, esas caravanas están reducidas a la mínima expresión y muchas de las rutas que en su día transitaban han sido sustituidas por carreteras asfaltadas o pistas compactadas, por donde avasallan coches y camiones que transportan la más rica variedad de mercaderías. Pero persisten otras rutas secundarias que sobreviven a la implacable modernización incluso del desierto. Sólo los beduinos más avezados son capaces de reconocerlas merced a una misteriosa herencia perceptiva. Estas rutas, fosilizadas, en su momento conectaron las antiguas ciudades perdidas de Mauritania y los reinos negros del Golfo de Guinea con los puestos avanzados bereberes en las estribaciones del Atlas, dejando entre medias varios miles de kilómetros de arena y piedra con escasos pozos de un agua salobre, a través de los cuales sabían guiarse los expertos caravaneros mediante señales tales como árboles resecos, piedras, montículos, barrancos y algún wadi seco. La suya era, sin duda, una vida dura y arriesgada, pues la más mínima equivocación o despiste podía llevar a toda una caravana a la muerte segura. 

Sólo los beduinos más avezados son capaces de reconocerlas merced a una misteriosa herencia perceptiva.

De entre todas las vías de caravaneo, las más famosas fueron las rutas del oro, que siguen vivas en las gestas de los beduinos y que relatan noche tras noche. Si bien estas rutas del oro empezaron a ser explotadas en época romana por los primitivos habitantes del Sahara, gétulos y garamantes, fue con la llegada de los árabes, allá en el siglo VII, cuando su tránsito y comercio cobró una inusitada fuerza. Tal y como explican sus cronistas, una de las bases fundamentales de la extracción del oro radicaba en el Reino de Ghana, situado entre las actuales Mauritania y Mali, desde donde comerciantes negros y bereberes intercambiaban las riquezas auríferas extraídas por tortas de sal; un bien tan preciado por los habitantes del África interior que tenía, por su valor nutritivo, más valor que el propio metal. El fin último de la ruta estaba en las ciudades del Magreb o en la Córdoba califal.

Una noche me contaron los ancianos de la tribu Selam, al calor del fuego, mientras degustábamos el té de rigor, que una caravana patrocinada por el mismísimo sultán al-Manṣūr aḏ-Ḏahabī (El Dorado) se perdió entre las arenas de esas pistas secundarias, hace cuatrocientos años, con fabulosas pepitas de oro, y que aún está esperando que alguien la descubra. Motivo por el que, a la mañana siguiente le dije al intrépido Brahim, mi guía y ayuda por esos lares, que enfilara el 4×4 en tal dirección, para conocer –puedo asegurarte, mi querida amiga- de primera mano la base científica de aquella  leyenda…

Antonio V. Frey Sánchez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.