MESA CAMILLA. Por Paco López Mengual.
Durante la Guerra contra los franceses, Murcia aportó a la lucha por la Independencia dos de los legendarios guerrilleros que más daño hicieron a las tropas de Napoleón: el bandolero Jaime Alfonso El barbudo y el doctor Juan Palarea El médico.
El Barbudo se convertiría en un auténtico héroe popular durante la contienda. Reconvertido en un eficaz estratega militar, comandando a más de doscientos hombres a caballo, el antiguo bandolero liberó de las garras de los galos numerosas poblaciones de las sierras de Albacete, Alicante y Murcia, ganándose el fervor del pueblo, que años después, tras el final de la contienda, clamaría al gobierno para que le fueran perdonadas sus muchas cuentas pendientes con la justicia y se le concediera el indulto. Como así fue.
Juan Palarea, el otro guerrillero, había nacido en el murciano barrio de San Andrés, en el seno de una familia dedicada al comercio de la seda. Tras estudiar Medicina, ejercía de médico rural en un pueblo de Toledo cuando Napoleón invadió España. Palarea no dudó en echarse al monte, liderando un grupo de catorce vecinos, con el fin de hostigar a los franceses. Una de sus primeras acciones ocurrió en un pueblo cercano. Ante el ataque de la partida del doctor, los soldados se refugiaron en una ermita. Para hacerles salir, observando el fuerte viento que soplaba en dirección al pequeño santuario, Juan Palarea pidió al pueblo que trajese azufre, pimienta y pimentón, y encendiera con ellos una hoguera. El aire se hizo tan irrespirable que los franceses tuvieron que salir de su refugio, siendo apresados por los paisanos. Sólo en un par de años, la guerrilla de El médico, que así era conocido el grupo encabezado por el murciano, fue sumando voluntarios hasta contar con 660 jinetes y convertirse en una auténtica pesadilla para las tropas francesas. Su valor y capacidad como estratega militar impresionó tanto al Duque de Wellington –quien años después se convertiría en Primer Ministro inglés–, que ante miles de soldados le hizo entrega de su sable, por considerarlo digno de él. Al final de la Guerra, convertido en ídolo popular, Juan Palarea, El médico, fue nombrado General del ejército, Gobernador de Toledo y Diputado en Cortes. Aunque como tantos otros patriotas que lucharon en la Guerra de la Independencia, tras el giro absolutista de Fernando VII, tuvo que marchar al exilio.
El grupo encabezado por el murciano fue sumando voluntarios hasta convertirse en una auténtica pesadilla para las tropas francesas
Años después, tras su regreso a España y participación en algunas de las muchas algaradas políticas ocurridas en nuestro turbulento siglo XIX, fue recluido en el castillo de San Julián en Cartagena, donde moriría en 1842 en circunstancias nunca aclaradas.
En Murcia, se le recuerda dando nombre a una calle del barrio de San Basilio: Calle General Palarea.