Por Ángela M. Torralba
Ganó su primer campeonato de España en el 73. Hace casi 50 años que no compite, dejó su carrera deportiva para perseguir otras metas profesionales. Sin embargo, sigue siendo una figura muy reconocida en el mundillo del billar.
Algo que nunca suelen hacer los entrevistadores es definir a sus entrevistados. Pero permítanme, por primera vez, hacerlo aquí. Si hay un adjetivo que describa a José Fernández es apasionado. Es una de esas personas que transmite entusiasmo en todas sus conversaciones. Aunque, sin duda, sus grandes devociones son el mar, la ópera y los deportes que tengan de por medio una forma esférica. Y, por supuesto, la escritura, con la que está cosechando tantos premios como con el billar.
¿Es el billar una disciplina exigente?
Sí, mucho. Para llegar a ser alguien importante, además de tener una buena predisposición natural (que no todo el mundo la tiene) hay que llevar una disciplina de entrenamiento diario. En el Real Casino he practicado muchísimas horas con mis amigos Quetglas y Carrillo.
En mayo tendrá lugar el homenaje que los Amigos del Billar y el Real Casino han preparado en reconocimiento a su exitosa carrera billarística, ¿qué supone para usted?
Me siento ilusionado y satisfecho. Muy contento porque se homenajea una vida entera dedicada a una gran pasión, aunque la tuve que dejar como profesional, pero la retomé como aficionado cuando me jubilé.
¿Se considera un referente de ese juego en el Real Casino?
Hubo una época en la que unos pocos, Quetglas, Carrillo y yo, empezamos a salir y a ganar campeonatos. Sentamos algún precedente en el mundo del billar después de un tiempo.
¿Cómo se inició en el mundillo?
Como todo el mundo: en los billares públicos de la ciudad, como los de Lázaro Segura. Allí íbamos a ver a los que jugaban. Y desde entonces me interesó y me generó una gran pasión.
Aunque por circunstancias de trabajo no haya podido dedicar su vida profesional al billar, ¿le hubiese gustado poderlo hacer?
En principio, me hubiese gustado poder dedicarme a algo que me entusiasmaba mucho más que el billar: el fútbol, para el que tenía una dotación maravillosa. Pero los ojos no me dejaron. Con 14 o 15 años me diagnosticaron una miopía horrible. Entonces no había ni lentillas ni operaciones. Así que tuve que dejar el fútbol de la noche a la mañana.
¿Y cómo pasó a tener tanta pasión por una disciplina tan diferente al fútbol como es el billar?
Porque ciertas personas nacemos con una predisposición natural para que nos gusten aquellos deportes en los que se manejan cosas redondas. Esto lo dice la ciencia. En aquel entonces, existía la creencia de que los billares eran lugares donde se juntaba la peor clase. Pero, un día, descubrí la revista El billar, que se editaba en San Sebastián, y me presentó el billar como algo maravilloso. Incluso me carteaba con su director.
Entonces, ¿no había en España una tradición billarística?
Sí que la había, pero, por ejemplo, la competición era muy diferente a como es hoy. Había campeonatos regionales y los ganadores de ahí éramos los que jugábamos los campeonatos de España. Ahora, en muchos torneos se puede participar solo pagando una inscripción.
¿Siempre representó al Real Casino en los torneos?
Claro. Quetglas, Carrillo y yo nos hicimos socios del Casino porque era donde estaban las mejores mesas. Aquí empezamos a entrenar en serio y de forma profesional. Quetglas y yo siempre entrenábamos a partir de las diez de la noche porque nos daban permiso para jugar en la mesa del fondo. Nos teníamos que arbitrar el uno al otro porque nos quedábamos solos. Por aquella época se jugó un campeonato de Europa de Billar aquí, en el Casino. Para mí fue un honor representar a la Región y al Real Casino. En el jersey que usaba siempre llevaba el escudo bordado.
¿Qué es lo que destaca de todos esos torneos?
Una intensidad y una vida por el billar. Y sufrimiento también. Cuando ganas todo es maravilloso, pero hay campeonatos malos.
Además de ese don natural para que se le den bien los juegos de pelota que ha mencionado, ¿qué hay que tener para ganarse la vida con esta disciplina?
Son muy pocos los que pueden vivir del billar. Hay que sacrificar mucho y tener mucha disciplina para poder llegar a algo. Cuesta mucho trabajo.
¿Qué gran torneo marcó su carrera?
Uno de Orense, que salió soberbio, y otro de Lugo. Me marcaron y marcaron una trayectoria en cuanto al promedio general, que es como se mide el billar.
¿Se ha sentido reconocido?
Claro, aunque hace mucho que dejé de jugar. La gente de este mundillo aún me conoce y me respeta. Son muchos premios y mucha lucha.
Además de en el billar, ha tenido bastante reconocimiento en su faceta como escritor.
Siempre se me dio bien escribir. Así que en el año 2016 publiqué mi primer libro, Palabras desnudas, que se presentó en el Real Casino. El libro tuvo un gran recorrido, a pesar de que la poesía, hoy día, tenga poco. Durante el año pasado recibí un par de premios muy importantes: primer premio de poesía ‘Marzo 84’, del Ayto. de Molina de Segura; y, después, el Diploma de honor de relatos de Cultura del Ayuntamiento de Tarragona.
Reuniendo tantos méritos, ¿se considera una persona exitosa?
Qué gran pregunta. Diría que no.
¿Es difícil publicar en España?
Mucho. Ahora tengo todo preparado para publicar de nuevo. En Murcia se publican al día muchos libros que no tienen recorrido y es difícil hacerse hueco.
He podido leer su poema ‘Tus besos’.
Ese es el que ganó el concurso ‘Marzo 84’, ¿te gustó?
Sí, es muy directo, ¿son así todos sus poemas?
Sí, yo no escribo tonterías. Sin demasiadas parábolas e hipérboles.
¿Se atreve también con otros estilos?
Sí, he empezado a escribir tres o cuatro novelas, pero me está costando finalizarlas, aunque tenga temática de sobra. Siempre vuelvo a mi estilo, haciendo prevalecer las ideas breves y acabo haciendo poesía.
¿Qué le inspira para construir toda esa temática?
Los escritores fundamentalmente nos apoyamos en tres cosas. Primero lo que hemos leído. Los mejores escritores siempre han leído muchísimo. En segundo lugar, todo lo que uno ha vivido. Todas esas cosas que has leído y vivido, se almacenan para que sea tu propio espíritu el que los vaya transformando en tu forma de escribir. Por último, el tercer pilar fundamental es el poder ejecutivo: saber poner en escena los dos procesos anteriores.
Al igual que para los deportes de pelota, ¿cree que hay gente mejor predispuesta genéticamente para escribir?
Por supuesto que sí. Y hay otros que no.
Háblenos de sus próximos proyectos.
Publicar, publicar y publicar.