PINCELADAS. Por Zacarías Cerezo.
Son muchas las horas que se requieren para leer un libro y si no me seduce en las primeras 50 páginas suelo abandonarlo sin piedad. Por eso, soy muy selectivo en mis lecturas y las oriento a temas que me enseñen algo, que me dejen un “poso”. Entre mis temas favoritos están las biografías y las memorias, porque me gusta saber cómo la gente se ha manejado en la vida, qué talentos recibió al nacer y qué hizo con ellos.

Queriendo saber algo más de Mariano Fortuny y Madrazo (1871- 1949), he dado con su interesante biografía y la singular historia del vestido Delphos, quizás su creación más famosa. Fortuny no orientó su creatividad solo hacia la pintura —como su padre—, sino que destacó en la fotografía, la escenografía, el diseño de lámparas y la creación de tejidos, tintes y vestidos. Fue un inventor y empresario de éxito que registró numerosas patentes.
El famoso vestido Delphos está inspirado en el chitón griego, concretamente en la túnica del Auriga de Delphos, escultura descubierta en 1896 por arqueólogos franceses. Fue creado en 1907, de seda plisada en 450 pliegues por procedimientos manuales que permanecieron secretos. Los múltiples pliegues y los tintes exclusivos hacen que varíe su color según el ángulo de incidencia de la luz. Sus características permiten enrollarlo y transportarlo en una caja redonda.
Desde la antigüedad los vestidos han servido para reafirmar las formas corporales o para negarlas, lo que hace el Delphos es dar primacía al cuerpo, tomar sus formas. Su aparición revolucionó el mundo de la moda, en un tiempo en que la mujer estaba encorsetada, y no solo en el vestir. Pronto lo exhibieron mujeres de la alta sociedad, deseosas de prescindir de fajas y corsés, ávidas de libertad.

Los que leyeron la novela El tiempo entre costuras, de María Dueñas, recordarán que en el capítulo 18, Sira, la protagonista, confecciona un falso Delphos a la espía Rosalinda Fox para la fiesta que tiene al día siguiente, pero le advierte de que el misterioso vestido perderá su belleza a las 24 horas, ya que se trataba de una imitación de resultado efímero.
Una de las primeras mujeres en vestir el Delphos fue Isadora Duncan (1878-1927), que revolucionó la danza utilizando su cuerpo como vehículo de expresión de emociones. Bailaba descalza y con túnicas vaporosas que dejaban ver a través de ellas su cuerpo desnudo. El expresionismo, que ella puso en boga en la danza, se abría paso en todas las artes. Al igual que Fortuny, Isadora buscaba inspiración en la antigua Grecia, que le fascinaba.
Hay que añadir que, aunque Fortuny figura como autor de todos los inventos de su firma, en realidad su esposa, Henriette Nigrin, fue activa inventora de numerosos diseños textiles que tuvieron mucho éxito y engrosaron los beneficios del negocio familiar. De hecho, Fortuny declaró en una nota manuscrita en el Registro que el vestido Delphos fue creación de su esposa: «Esta patente pertenece a la Sra. Henriette Nigrin, que es la inventora”. Y añade que si la registró «a mi nombre» fue por la urgencia a la hora de patentarlo.
Todo el proceso de creación del vestido, para el que inventaron una máquina de plisar y fabricaron tintes exclusivos, permaneció en secreto. Se dice que tras la muerte de Fortuny su viuda arrojó los tintes al Gran Canal de Venecia, ciudad donde vivían, poniendo fin a la producción.
