DE MURCIA AL CIELO. Por Carmen Celdrán.
Hace unas semanas me acerqué a Bullas, aparqué el coche y seguí un camino que me llevó hasta la reja de un antiguo palacete. Era un escenario envolvente y misterioso. Bien podía ser un cuadro de Hopper dentro de una película de Hitchcock. La silueta de la vetusta construcción corresponde al Palacete de la Fuente de la Higuera, que sigue en pie rodeada de las malas hierbas del jardín que crecen descontroladamente, así como su estado ruinoso.
Según el “Hola del Siglo XX” la casa fue reconstruida por Don Fabio Carreño Marsilla (1901-1978) sobre un antiguo palacio que pertenecía al conde de Sástago.
El acceso principal se compone de dos relieves dedicados a la alegoría de la agricultura, y un alto muro con varias garitas que le dan un aspecto defensivo, como de castillo. El palacete sufrió una reforma integral y es cuando se convierte en una joya arquitectónica neonazarí, un estilo que tuvo gran repercusión entre la arquitectura interior de las viviendas burguesas o en edificios tan característicos como el Casino de Murcia, donde los detalles se cuidan con los elementos que lo componen, azulejos esmaltados, cristales de bohemia, mármoles de carrara, maderas, porcelanas y forja.
Su declive comienza con la Guerra Civil, pero es en los años 80 cuando el palacete sufre su peor expolio y deterioro. Los vándalos campan a sus anchas, y el daño es irreversible. Cuando muere Don Fabio su única hija, Rosario, hereda la finca y la vende a una empresa cuya intención era restaurar el palacete para construir una urbanización. Esto no pudo llevarse a cabo pues el PSOE e IU se cargaron el proyecto, ya que estos partidos veían indecente el pelotazo de la empresa.
Y aunque fue declarado BIC, hoy en día está incluido en la lista roja de Hispania Nostra, su degradación es cada vez mayor y terminará desapareciendo como tantos monumentos. En los últimos años se han intentado diversas actuaciones por parte de las autoridades pertinentes para restaurar el inmueble, pero ninguna ha sido fructífera.
Es curioso que en el pasado el patrimonio se perdía debido a las guerras, al reciclaje o las desamortizaciones, pero en la última época el progreso, la piqueta, el vandalismo o el olvido han sido sus peores aliados. No podemos dejar que se siga incrementando la lista de los bienes que sufren abandono.
Bonito e interesante artículo…