Tras el espejismo de una tímida apertura al mundo los cubanos miran ahora hacia la inestabilidad política Venezuela, su único aliado, y tiemblan ante la inminente reducción de combustible y energía
Por Elena García. Fotografías: Noelia Monreal
“Me encantaría poder votar, aunque sólo fuera una vez en la vida”, afirma Carlos “mi apellido no lo pongas que me meten preso”, un joven cubano de la Habana Vieja. Se bebe su cubalibre mientras escucha a Amaranto Fernández, antiguo componente de Buena Vista Social Club, sacar conocidas melodías de un destartalado teclado. El chirriante ventilador no mitiga el calor sofocante tan propio del Caribe. “En Cuba los sueños están rotos”, lamenta dejando el vaso sobre la mesa.
Durante un año y medio las noticias del aperturismo de Cuba han llenado telediarios de todo el mundo. La visita Barack Obama, la reducción de parte de las restricciones económicas con su histórico archienemigo o el –hasta hace unos meses inimaginable- concierto de los Rolling Stones, crearon expectativas de apertura y cambio. El futuro se aclaraba y muchos cubanos veían el inalcanzable horizonte desde el Malecón un poco más cerca. Pero el deshielo no termina de fraguarse y les amenaza un nuevo frente: la caída de Venezuela. “Maduro está en las últimas y vamos a sufrir apagones de luz porque tendremos problemas con el suministro de energía”, explica Carlos. “Si en Venezuela gana la derecha, se acabó el petróleo en Cuba”. Raúl Castro ya lo ha anunciado, habrá “contracción de suministros” y los cubanos, que aún no han olvidado las duras penalidades sufridas durante el Periodo Especial, se preparan para una nueva crisis económica. “Veremos qué pasa con las elecciones estadounidenses”, dice Carlos, con las esperanzas puestas en la victoria de Hillary Clinton y la posible continuación del impulso de acercamiento. “Yo a Obama lo amo”, añade, ultimado su cubalibre.
A pesar de su decrepitud, sus ruinas y sus miserias, La Habana sigue siendo bella. Al ritmo de sones, rumbas y guarachas –y de reguetón, porque no hay rincón de Latinoamérica que no haya sido invadido por ese estruendo atronador-, sus habitantes viven el día a día más preocupados por el arroz y los frijoles que por los telediarios. Les salva su carácter, alegre por tradición y por costumbre.
«Para disfrutar de algunos privilegios tienes que comerte el comunismo con un tenedor»
“Ningún capitalista puede entender cómo vive un cubano, por mucho que se lo expliquen”, cuenta Ernesto, que conduce un bici-taxi con luces de neón en la localidad de Cienfuegos. El sueldo medio de un cubano ronda los doce dólares, pero el nivel de vida es mucho más alto. Con el racionamiento todos los habitantes tienen derecho a los alimentos más básicos, todos los niños tiene educación gratuita y obligatoria, y aunque faltan muchos medios, la sanidad es un derecho de todos sus habitantes. Pero el resto de artículos son considerados de lujo, un desodorante cuesta entre uno o dos CUC (Pesos convertibles), que sería como si un español medio pagara 150 euros por este producto de higiene. “Para disfrutar de algunos privilegios tienes que comerte el comunismo con un tenedor”, afirma Ernesto. “Cuba es un engaño”.
Cada vez más turistas acuden a visitar esta isla musical y gozadora, a descubrir su naturaleza virgen y exuberante, a probar esos platos poco especiados que recuerdan a los de nuestras abuelas y, por supuesto, a pasear por La Habana, una ciudad que “cuanto más la caminas más la quieres. Nunca te aburres, más bella la encuentras”, como escribía Zoé Valdes en ‘Te di la vida entera’. Muchos de ellos vienen con prisa, por si pronto se produce un cambio que convierta la isla en otro gigantesco resort de mojito y pulsera. Por el momento viven congelados en el tiempo, adorando al que viene de fuera, al que le ofrecen mucho más de lo que ellos tienen. “Aquí tratamos muy bien a los turistas, pero no los podemos agobiar”, explica Roberto, un humilde campesino de Viñales (Pinar del Río). La razón es la Ley de Asedio al Turismo, que puede llevar a prisión a cualquier cubano si las autoridades consideran que está “molestando” a un extranjero.
“Cuando Fidel muera no cambiará nada, tendremos un mes de luto, sin alcohol ni tabaco ni música, y nada más»
“El futuro de Cuba está dentro de Cuba”, afirmó en una entrevista el conocido cantautor cubano y defensor de los principios de la Revolución, Pablo Milanés («Yolanda, Yolanda, eternamente Yolanda…»). Sin embargo, los cubanos miran más hacia fuera que hacia dentro para buscar un cambio de rumbo. “Cuando Fidel muera no cambiará nada, tendremos un mes de luto, sin alcohol ni tabaco ni música, y nada más. Para eso está su hermano Raúl Castro, y después nadie sabe quién vendrá”, dice Carlos, que se queja de que independizarse en La Habana es “casi imposible”. “La gente vive en habitaciones donde duermen cinco o seis familiares. No tengo donde hacer el amor con mi novia”, protesta.
La situación de los cubanos migrados no es más esperanzadora. Las noticias de las deportaciones de cientos de residentes en Colombia han trascendido fronteras. Prefieren echarse a la selva, a riesgo de morir e intentar llegar a Estados Unidos, que volver a una isla que ven como una cárcel. Y los que logran labrar un futuro fuera viven con la añoranza constante de la Patria (“La tierra te duele, la tierra te da, en medio del alma, cuando tú no estás”, cantaba la célebre Gloria Estefan).
Cuba es, junto a Chile y Venezuela, el país que más permiso da por maternidad en América Latina (22 semanas)
“Yo de aquí no me quiero marchar”, dice Yanis, una mujer que regenta junto a su marido una modesta casa de turismo en Viñales. “A mí me gusta mi país, en ningún sitio voy a encontrar lo que tengo aquí”. Aunque estudió y tenía carrera en la banca decidió dedicarse al turismo, algo que están haciendo muchos habitantes de esta zona este de la isla. “Se gana más así que trabajando en un banco o para el Estado”, apunta. Su hija de seis años no se despega de ella. Cuenta que se quedó embarazada muy joven “pero pude tenerla gracias al apoyo de mi marido y mi familia. Además, aquí te ponen facilidades y pude dedicarme a cuidarla después del embarazo”, explica. Cuba es, junto a Chile y Venezuela, el país que más permiso da por maternidad en América Latina (22 semanas con el 100% del salario, según la Organización Mundial del Trabajo).
La querida presencia del comandante Che Guevara (como entonaba Carlos Puebla) sigue latiendo con fuerza en la isla de los cayos paradisíacos y palmeras infinitas. Los principios de una Revolución que lleva en el poder absoluto casi 60 años se siguen imponiendo a una población desencantada, que ve como sus sueños se rompen una vez más. “Cuba se va a arreglar cuando a la gente se le quite el miedo y salga a la calle”, asegura Carlos, al que ya solo le queda el hielo, casi deshecho, de su cubalibre.
CUBA EN CIFRAS
Población: 11.243.000 habitantes.
Extensión: 110.860 km². Se compone de más de 4.000 islas y cayos.
La moneda oficial de Cuba es el peso cubano (CUP). Sin embargo, la moneda del “turista” es el Peso Convertible (CUC).
Alrededor del 22 % del territorio cubano está formado por las áreas naturales protegidas.
Cuba se independizó de España en 1902.
La isla tiene una tasa de alfabetización del 100%.
ANTIGUO CASINO ESPAÑOL
La Habana cuenta con un Antiguo Casino Español que refleja la época de mayor esplendor de la ciudad caribeña. Actualmente se conoce como Palacio de los Matrimonios, porque desde hace 40 años es utilizado por los cubanos para contraer nupcias. El edificio, ubicado en el popular y elegante Paseo del Prado, es de estilo ecléctico y cuenta con varios salones, entre ellos un magnífico salón de baile que ocupa toda la planta alta. Comenzó a construirse en 1912 y, al igual que el Real Casino de Murcia, fue un lugar de reunión y encuentro de la alta sociedad y uno de los lugares más refinados y elegantes de toda la isla. RCMAGAZINE intentó acceder al edificio pero en estos momentos permanece cerrado por reformas.
Gran artículo. Felicidades.
Espero que algún día el bloqueo de EEUU termine y junto a una regeneración democrática en Cuba mejoren aún más la vida de la ciudadanía. 😉