CROACIA, EL PAÍS DE LAS MIL ISLAS

VIAJES. EL TROTAMUNDOS DEL CASINO. Por Eliseo Gómez Bleda. 

Dubrovnik

Croacia es un país para volver. Lo tiene todo: pueblos medievales y renacentistas, ciudades con mucha historia, infinidad de bellas islas, una Costa Dálmata maravillosa, naturaleza exuberante y una buena cocina. Es uno de los últimos viajes que he realizado y la verdad es que me sorprendió muchísimo.

El país está ubicado entre la Europa central y la Europa meridional. Colinda con Hungría, Serbia, Bosnia, Montenegro, Eslovenia y con el mar Adriático. Posee 1244  islas en su maravillosa Costa Dálmata. Croacia tiene una forma alargada, lo que nos condicionó en nuestra visita, y es uno de los más verdes de Europa.

Hace no muchos años formaba parte de Yugoslavia, pero en el año 1991 declaró su independencia. Posteriormente, mantuvo una sangrienta guerra de cuatro años con Serbia, cuestión esta, que en varias ocasiones nos mencionaron sus habitantes, ya que la contienda les dejó muy  deprimidos. Vimos infinidad de casas que aún conservan las huellas de disparos en sus paredes.

Parque de Pritvice

Su población es de unos 4,3 millones de habitantes, mayormente católicos. La  capital es Zagreb. Pertenece a la Unión Europea desde el año 2013. Su moneda es la “Kuna”, ya que el país aún no está integrado en el “Euro”. En nuestro viaje nos aceptaron en muchas sitios euros, pero tuvimos que cambiar en alguna ocasión. El cambio está aproximadamente a 1 Euro=7,5 Kunas.

En líneas generales, su clima es continental, moderadamente cálido y lluvioso. La mejor época para visitarlo es primavera y otoño, no por el calor que hace en verano, sino por la cantidad de turismo que llena sus playas y ciudades. Algunas, como Dubrovnik, están a la altura del agobio de Venecia.

Croacia es una mezcla de cuatro culturas distintas: la oriental y la occidental, que se produjo por la división del imperio romano de Occidente y el Bizantino; y las culturas del Mediterráneo y la Centroeuropea, de influencia germana.

Su gastronomía en la zona continental del interior del país está muy influenciada por la húngara y la austriaca, más contundente, con guisos de carne y pescados de río. La  zona  costera, de  Istría y la Costa Dálmata, tiene más parecido a la cocina italiana y mediterránea, a base de mariscos, pescados y pastas, todo condimentado con aceite de oliva y ajo. No dejar de saborear sus helados, son exquisitos.

Porec – Istría

La ruta que realicé y que os recomiendo comienza en Pula, que está en el vértice de la península de Istría, tierra aromatizada por la lavanda y la retama, llena de pinos, territorio de exquisitas trufas y mejores vinos, como los autóctonos “Malvazija” y el aromático vino moscatel “Momjanski”.

Pula, al igual que Roma, tiene siete colinas. En una de ellas se inspiró Dante para escribir los versos de su “Divina Comedia”.

Ciudad de raíces italianas, fundada en el siglo I a.C. por los romanos, tiene un anfiteatro que fue construido al mismo tiempo que el Coliseo de Roma. Los venecianos, que dominaron esta región durante cinco siglos, quisieron llevárselo.

Para llegar al casco antiguo, que tiene un trazado de círculos concéntricos, pasamos por un gran arco romano y  llegamos a la plaza del Ayuntamiento, que es una mezcla de estilo romano y renacentista. Muy próximo está el Templo de Augusto, que fue utilizado como granero en otras épocas.

Rovinj

Seguimos nuestro camino y a solo unos 40 km, descubrimos la “veneciana” ciudad de Rovinj, con sus calles empinadas y su puerto, uno de los más genuinos del Mediterráneo, donde se venden las capturas desde el mismo barco.

Rovinj es un espectáculo de pueblo, con sus casas de colores al borde del agua al estilo de Venecia y, en lo alto de una colina, la iglesia de Santa Eufemia, que protege a los pescadores. Antiguamente era una isla, pero en el año 1763 fue unida al continente, rellenando el canal que los separaba.

Merece la pena darnos una vuelta por su casco antiguo medieval, donde nos cruzaremos con un montón de italianos que se sienten como en casa, ya que casi todo el mundo habla ese idioma. Encontraremos en sus pequeñas callejuelas pequeñas galerías de arte y tiendas de artesanía. Más tarde llegamos a la barroca basílica de Santa Eufemia, con una gran torre de 60 metros, muy parecida al Campanile de San Marcos en Venecia. Podemos subir libremente y ver sus preciosas vistas del Adriático.

Porec

No muy lejos de aquí llegamos a la ciudad de Porec, distinguida por ser la ciudad más limpia de Croacia. Cuenta con magnificas playas y con la basílica bizantina de San Eufrasio, Patrimonio de la Humanidad, que tiene unos bonitos mosaicos en el ábside que datan del siglo VI. Si subimos a lo alto del campanario veremos todo el pueblo, mar adentro la isla de San Nicolás y las barcazas que llevan a los submarinistas a ver los más de 500 barcos que reposan en el fondo del mar.

Antes de salir de la península de Istria pasamos por la ciudad más pequeña del mundo, Hum, con tan solo 17 habitantes. Está considerada como ciudad, así lo atestigua su inscripción en el libro Guinness. A pesar de ser tan pequeña tiene una  iglesia románica y  un museo.

Seguidamente, nos dirigimos a uno de los lugares más esperados del viaje, el Parque Nacional de Pritvice, la atracción natural con mayor número de visitantes de Croacia. Tiene 16 lagos, que están conectados por saltos de agua y arroyos que han labrado la roca. Abundan los cañones kársticos, rodeados de hayas. Tiene 18 km de sendas de madera y puentes para poder acceder a todo el parque y también vemos embarcaciones eléctricas que nos trasladan por los lagos más grandes. Aunque no tiene comparación, se parecen a las Lagunas de Ruidera, por su estructura.

Pabellón del Arte de Zagreb

Nuestro próximo destino es Zagreb, la capital de Croacia. Es unas de las ciudades centroeuropeas más antiguas. Muy agradable de pasear, por sus calles peatonales, con mucho ambiente. Es una ciudad señorial.

Paseando por su barrio histórico de Gradec visitamos la Iglesia de San Marcos, uno los edificios más pintorescos de Zagreb. De estilo románico, posteriormente reformada a gótico tardío, nos llamaron la atención los escudos de Zagreb y Croacia que tiene sobre sus tejados.

La Herradura Verde es la zona donde veremos la Zagreb señorial. Es una enorme área en forma de U, llena de parques y jardines, con muchos edificios de la época del imperio austrohúngaro, como el Pabellón del Arte, la estación de ferrocarril o el Teatro Nacional Croata.

Mercado de Zagreb

No dejar de pasear por la calle Tkalcica, llena de infinidad de terrazas y bares. En el mercado al aire libre tradicional de Dolac podremos probar los productos locales. La catedral tiene dos enormes torres góticas que se ven desde cualquier punto de la ciudad, y el cementerio Mirogoj es uno de los más bellos del mundo.

Y llegamos a la ciudad de Split, sin duda para mí la joya de Croacia. Tiene un importante puerto marítimo dentro del mar Adriático. Toda la ciudad antigua es Patrimonio de la Humanidad, por sus calles medievales, restos romanos y palacios.

Paseo marítimo de Split

Os sorprenderá, como me paso a mí, que cuando llegué lo primero que pregunté es donde estaba el famoso Palacio de Diocleciano, y me respondieron que todo el centro de la ciudad es en sí el Palacio. Y así es. Una maravilla. Calles y calles donde vemos las casas habitadas en la actualidad y que algunas de sus paredes eran del palacio.

Todo es una preciosidad. Por entre las calles veremos grupos de cantantes interpretando bellas canciones “a capella”, junto a la catedral más pequeña del mundo. Sentarse en una terraza del paseo marítimo, viendo cantidad de cruceros, merece la pena.

Se accede al palacio por cuatro puertas. En una de ellas, “la Puerta de Oro”, está la estatua más famosa de la ciudad, de Gregorio de Nin, y dice la leyenda que si le tocas el dedo pulgar del pie se cumplirá el deseo que elijas.

Split es una ciudad con muchísima riqueza cultural y artística y debemos de callejear por todos sus rincones.

Dubrovnik desde el mar

Y llegamos a la ciudad de  Dubrovnik, la “Perla del Adriático”, antigua Ragusa. Callejas, palacios, iglesias, plazas, restaurantes y pequeñas  tiendecitas, encerrado todo en una muralla junto al mar, componen su paisaje. Fue fundada por los romanos en el siglo VII. Fue bizantina, veneciana y húngara. Posteriormente se independizó y creó una gran fuerza naval, haciéndose rica y prospera. Sufrió dos percances: en 1667 un terremoto la dejó en ruinas, y en 1992 los misiles serbios hicieron lo mismo. Toda Europa participó en su reconstrucción.

Su casco histórico es magnífico y nos invita a pasear entre sus edificios de los siglos XIV y XV. Os recomiendo coger un barquito y verla desde el mar y recorrer toda la extensión de su muralla desde lo alto.

En la calle principal llamada Strandum, al lado de una pequeña iglesia de los franciscanos, se encuentra una gárgola de mármol con forma de cabeza, a medio metro sobre el suelo y de 15 centímetros de ancha. La leyenda dice que todo aquel que logre subirse a ella mirando a la pared y logre quitarse la camiseta sin caerse, tendrá gran suerte en el amor. Podéis probar.

Me encantó este país y pienso volver pronto. Espero que os animéis y lo visitéis, seguro que os gustará.

Dubrovnik

RECOMENDACIONES DE ELISEO

– No ir en verano, la cantidad de turistas es terrible.

– Acercarse a Eslovenia y visitar Liubliana.

– Visitar con tranquilidad el Parque Nacional de Plitvice.

– Utilizar guía local para visitar Zagreb, Split y Dubrovnic.

– Tomarse un helado en Donat, al lado de la Catedral de Zadar.


Eliseo G. Bleda

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