Conservadores progres

Por José Antonio Martínez-Abarca

Imagen creada por IA

Está muy de actualidad la extraña figura del conservador progresista. Tan de actualidad que la extraña figura ya es la del conservador reaccionario. Hasta hace no demasiado tiempo todos los señores políticamente conservadores eran de natural reaccionarios. Hoy los propios conservadores, si eres eso, te miran raro. 

La etiqueta de «reaccionario» no tenía una connotación negativa. Yo llegué a titular una de mis primeras secciones diarias de periódico, allá cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, «desde la caverna», lo que no creo que pueda ser más orgullosamente reaccionario. El difunto maestro Perona me decía que sólo tenían algún interés los escritores con castillo. El castillo físico no lo tengo a mano, pero aún conservo alguna de aquellas plumas de faisán con las que me inicié en la bella caligrafía que perdí. El mismo Woody Allen se definía como «un reaccionario, pero de la izquierda». Yo con comunistas reaccionarios me entiendo muy bien, ahora, con los progres, conservadores o de los otros, tengo muchos problemas, incluso para ir con ellos a cobrar una herencia.

El reaccionario no es más que el que reacciona frente a los cambios bruscos (brusco es que algo pase más deprisa que un par de siglos), cambios que por experiencia sabe que no suelen ser a mejor. El conservador reaccionario es en definitiva el conservador de toda la vida. El que tiene aprensión instintiva a todas las revoluciones, incluyendo las de derechas. Es el contrarreformista de nacimiento.

Pero hoy menudea, en la política y en la vida, otro tipo de señor muy distinto, como digo, el conservador que es progre. Ya apuntaban maneras aquellos respetables conservadores de la vieja época de Chesterton, quien dijo algo así como (no tengo ganas de levantarme a mirarlo, ni siquiera en el ordenador donde escribo ahora mismo) que los socialistas se ocupaban de cometer errores y el conservadurismo de que esos errores no fuesen nunca corregidos. Pero lo de hoy creo que va mucho más lejos. Parece que es de buen tono definirse, y no digamos ya actuar, como un rancio que sin embargo abraza todas esas tonterías sobre el progreso constante de la humanidad. Un rancio de cintura para abajo y de cintura para arriba un happy flower. Un «woke» emboscado con la cabeza de niño lactante y el corazón de bisabuelo fósil, pésima combinación. Siempre desconfié de los conservadores optimistas, me parecía un contradiós que se oponía al auténtico sentido del conservadurismo; hoy veo que mi intuición no fallaba, porque se han revelado todos como conservadores progres ¿Podrá haber algo más molesto? 

Así no hay manera de que el mundo sea habitable y que vaya en otro sentido distinto que el que naturalmente va, hacia adelante, no lo dudo, pero siempre en dirección contraria. No hay escapatoria y estamos rodeados por todos lados, sobre todo por los nuestros.

José Antonio Martinez-Abarca.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.