CARTA DEL PRESIDENTE

Estimados socios:

                Hace ciento setenta y cinco años fue fundado el Casino de Murcia por un grupo de murcianos que buscaban un espacio de encuentro y solaz, un lugar donde compartir gustos y aficiones,  un club liberal al estilo de la época, cultural y literario, en cuyas tertulias se produjera el intercambio de opiniones de manera civilizada y respetuosa. Hoy, aquel viejo club liberal sigue siendo fiel al objetivo para el que fue creado: que la palabra fluyera libremente entre sus paredes. Si una sola palabra pudiera definir a esta institución sería, en efecto, la palabra libertad.

                No quiero agotar este pequeño espacio de mi habitual carta intentando escribir sobre el Casino lo que otros han hecho ya de manera magistral y entrañable en las páginas de esta misma revista. La propia revista con sus fotografías y los textos de nuestros admirados colaboradores nos dan una imagen fiel de lo que es hoy el Real Casino de Murcia, más nuestro que nunca lo ha sido y, al mismo tiempo, más de todos que nunca lo fue. El Real Casino de Murcia es un gran monumento histórico querido y admirado por todos, sí, pero es también un ejemplo vivo de servicio a la sociedad de la que forma parte indisoluble.

                Hoy cumplimos ciento setenta y cinco años firmemente entroncados en la historia murciana, siendo guardianes de los recuerdos de otras épocas ya pasadas pero conscientes de nuestro deber de ser fieles a aquel objetivo cardinal que fijaron nuestros fundadores: que la palabra siga fluyendo libremente dentro de los muros del Real Casino de Murcia, por los siglos de los siglos.

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