DE MURCIA AL CIELO. Por Carmen Celdrán
Hoy viajaremos hasta un estilo artístico único e inconfundible, cuyos elementos se inspiran en la madre naturaleza. Cada obra modernista ofrece un muestrario de formas naturales y de inspiraciones fantásticas, cuyo máximo exponente es Gaudí.
Pero el mayor representante del modernismo en la Región es Víctor Beltrí Roqueta, que desembarcó en Cartagena por 1893, ya que la ciudad estaba en plena reconstrucción tras la sublevación cantonal. Durante aquella época, la economía cartagenera floreció gracias a la industria minera y a los nuevos ricos que estaban deseosos de enseñar su fortuna a través de sus nuevas residencias, y es que el modernismo era la última moda que pisaba fuerte en Barcelona o París.
El primer trabajo de Beltrí se lo encargó Serafín Cervantes en plan vendetta y además con dedicatoria a la burguesía cartagenera, ya que a don Serafín no le admitieron como miembro del Casino, y el empresario minero decidió comprar el solar anterior para construir un edificio que hiciese sombra al Casino. Pues bien, la casa Cervantes causó mucha expectación por los materiales elegidos, su elegante traza y el exceso de ornamentos. Y es en este maravilloso edificio donde un reloj marcaba las horas al ritmo del pasodoble Suspiros de España, ya que Antonio Álvarez Alonso compuso allí su obra.
Además de la casa Cervantes, Beltrí desarrolló toda su creatividad para acabar dejándonos durante más de 40 años un sinfín de obras que son un gran legado, entre las cuales destacan la remodelación del Casino, la Casa Llagostera, el Gran Hotel, la Casa Maestre, el Palacio Aguirre, el Colegio Patronato del Sagrado Corazón de Jesús, la reconstrucción de la Catedral de Santa María, Casa Zapata y la Casa Dorda.
En cuanto a obras de Beltrí que fueron arrasadas por la piqueta, son irrecuperables; pero las abandonadas y con deterioro progresivo aún podemos salvarlas, con especial mención a Villa Calamari o Palacete Versalles, que se encuentra situado en la barriada de San Félix. Es Camilo Calamari quien edifica la villa, y finalmente la adquiere Ángel Conesa Celdrán. Tras su muerte en 1992, los herederos vendieron la finca a una promotora y aunque la Consejería de Cultura ejecutó obras para conservarla, se incluyó finalmente en la Lista Roja de Patrimonio.
También la Casa Grande en Portmán, que fue residencia de Miguel Zapata, conocido como el Tío Lobo. El empresario encargó la casa a Beltrí, y hoy la imponente casa que es BIC sufre el abandono y la ruina ante la pasividad de sus propietarios. La casa está tan degradada que cada vez es más complicado intervenirla. Cartagena saldará su deuda con Beltrí cuando recupere todo el patrimonio que aún se puede salvar.