Por Elena García Pérez.
Ana Morenilla (Caravaca, 1937) deja la presidencia de la Asociación Cultural de Docentes de Murcia (ACDOMUR) tras 24 años enseñando, compartiendo y difundiendo la cultura. Le pasa el testigo a Ramón Moreno Cantero que coordinará a partir de ahora las actividades de la asociación, que ya se han reactivado en el Real Casino de Murcia.
Tras una vida dedicada a la docencia como profesora de física y química, Ana Morenilla puso en marcha ACDOMUR con varias compañeras de profesión al momento de iniciar su jubilación. De carácter inquieto, vivaz y enérgico, promovió numerosas actividades, encuentros y viajes, y movilizó, junto a sus compañeras, a cientos de personas para que ampliaran sus conocimientos y se acercaran a la cultura.
Risueña y carismática, ha cumplido recientemente 86 años y ha puesto punto y final a su presidencia en ACDOMUR motivada, principalmente, por una enfermedad endocrina cuyas dolencias físicas le han desencadenado una depresión de la que lucha por salir. Lo desvela con la naturalidad que le caracteriza, sincera y sin reparos. Durante la entrevista rememora numerosas anécdotas de su vida y su carrera, como aquel día que tomó el tren que unía Caravaca y Murcia para hacer el examen de la oposición junto a su amiga y compañera inseparable, Paquita Moreno Espinosa, quien ha sido vicepresidenta de ACDOMUR durante estos 24 años, consolidando así unas de esas pocas amistades que nacen en la infancia y duran una vida entera.
Orgullosa de sus cuatro hijos y sus cinco nietos, siente que ha sido feliz. “No le pido a la vida más de lo que puede darme”, expresa tranquila mientras se toma una manzanilla en la terraza del Real Casino de Murcia y repasa, con serenidad y reflexión, la intensa trayectoria de la asociación de docentes que fundó y presidió.
¿Por qué ha dejado la presidencia de ACDOMUR?
Principalmente por enfermedad. Lo que más me ha retraído es que sufro una patología del sistema endocrino, la parathormona alta, que me genera una serie de síntomas jodidos, como problemas de estómago o taquicardia y, además, me ha provocado depresión. No consigo quitarme la enfermedad de la mente. Me he encerrado en mí misma, ya no es como antes que salía, entraba, viajaba… He mantenido el contacto por teléfono con la familia y mis compañeras de la asociación, y eso es de alguna manera lo que me ha salvado.
¿Desde cuándo se encuentra así?
Desde la dichosa pandemia. El encierro nos prestó demasiado tiempo para pensar y empecé a preocuparme mucho.
¿Qué se lleva de sus 24 años al frente de la asociación?
Muchas amigas, y eso me satisface profundamente. Si hay algo que merezca la pena en la vida es la amistad. Y quiero nombrar especialmente a mi compañera desde la infancia, Paquita Moreno Espinosa, que ha sido vicepresidenta de ACDOMUR. Ella me ha ayudado siempre, le debo muchísimo.
Mi marido, Pedro Poveda Sánchez, también ha apoyado con fuerza el trabajo de la asociación. Ha colaborado en la difusión de nuestras actividades y eventos, y ha realizado muchas fotografías y memorias.
También ha sido una satisfacción haber podido ayudar a tantas personas a ampliar sus conocimientos y a disfrutar de la cultura.
Y del Casino me llevo un recuerdo muy especial. Es un edificio precioso, pero quiero destacar el encanto de las personas que se encuentran aquí, porque creo que es en las personas donde realmente habita la belleza.
Y aprovecho la ocasión para dar las gracias a su excelente presidente D. Juan Antonio Mejías, a Isabel y a ti, almas colaboradoras de la cultura, así como a los administrativos, conserjes, personal de cafetería y recepción… y por si alguien se me olvida que sepa que lo llevo en mi corazón y eso es lo más importante.
«Si hay algo que merezca la pena en la vida es la amistad»
¿Cómo nace ACDOMUR?
Empezamos unas pocas compañeras docentes nada más jubilarnos. Era el año 1999. Nos reunimos en la antigua cafetería Cónsul y nos preguntamos qué íbamos a hacer ahora. ¿Aburrirnos? Eso no podía ser. Decidimos que teníamos que ocupar nuestro tiempo. Éramos tres o cuatro, no teníamos dinero ni local, pero decidimos fundar una asociación para enseñar a la gente que no sabe, a aquellos que no han tenido la oportunidad de estudiar desde la infancia.
Empezamos con los niños, en el colegio Nicolás de las Peñas y en el instituto Licenciado Cascales, ambos en Murcia. Ofrecíamos refuerzo escolar, tanto a niños extranjeros que no dominaban bien la lengua castellana como a cualquier niño que lo necesitara, en las áreas donde presentaban más carencias: matemáticas, física, geografía, etc.
Tras un tiempo decidimos centrar nuestra labor en las personas mayores. Formamos un par de grupos en centros de mayores para el fomento de la lectura, que tuvieron mucho éxito. Venían personas que incluso tenían problemas de movilidad, pero la familia los ayudaba para que pudieran desplazarse y asistir, a pesar de las dificultades.
Empezamos con libros muy sencillos y breves, como, por ejemplo, Platero y yo. Explicábamos detalles sobre el autor, la época en la que fue escrito, el contexto literario, etc.
Desde aquel primer encuentro han pasado 24 años, en los te has mantenido como presidenta de ACODMUR hasta hace un par de meses en los que dejaste la presidencia. ¿Cómo evolucionó la asociación?
Fuimos creciendo y sumando más miembros. Poco a poco aumentamos los grupos y hemos llegado a tener 10 o 12 grupos que se reunían una vez a la semana con una profesora que les daba clase. Íbamos despacio, pero con paciencia y dedicación se fueron abordando lecturas más ambiciosas y hay grupos, como el de La Flota, que ha leído casi un centenar de obras.
También dábamos clases de música e invitábamos a músicos, algunos tocaban en la calle. Les pagábamos lo que podíamos y nos ofrecían conciertos y charlas.
“Con los viajes de ACDOMUR lo hemos pasado de miedo”
¿Cómo llega ACDOMUR al Real Casino de Murcia?
Queríamos que las personas que participaban en nuestras actividades cambiaran de entorno y se animaran a adentrarse en otros ámbitos. Y así buscamos nuevos espacios donde realizar estas actividades fuera de los centros de mayores. Primero nos prestaron el salón de actos del Colegio Mayor Azarbe. Allí tuvimos a grandes invitados, como el arqueólogo Jorge A. Eiroa o el actor Fernando Ramallo, gente importantísima que venía a ofrecer charlas para la asociación. Incluso, la cantante Rosana participó en nuestros encuentros y tuvimos la suerte de escucharla cantar en directo con su guitarra.
Pero nuestra ilusión era poder dar las charlas en el Casino, pues no hay un espacio mejor en la ciudad. En aquellos momentos el edificio estaba en restauración, pero cuando se reabrió hablamos con Juan Antonio Megías y nos acogió muy amablemente. Empezamos a ofrecer aquí una conferencia cada quince días y hemos podido escuchar a personas muy destacadas de la vida cultural murciana.
También habéis realizado numerosos viajes.
Eso fue un punto y aparte. No hay ningún país de Europa que no hayamos visitado y recorrido de arriba abajo. Hemos descubierto toda Italia: Pisa, Roma, Milán, Capri… En Rumanía hemos estado dos veces, tanto en invierno como en verano. A Rusia hemos ido tres veces. Hemos recorrido Alemania, tanto el este como el oeste. Pero también hemos estado en Egipto, Washington, Nueva York… Incluso hemos atravesado las cataratas del Niágara. Lo hemos pasado de miedo.
ACDOMUR ha sido una asociación fundada por mujeres y gestionada, principalmente, por mujeres. ¿Qué opinión guarda del feminismo y del papel de la mujer en la sociedad?
Te voy a decir la verdad: las mujeres valemos diez veces más que los hombres. Siempre lo hemos comentado entre las compañeras y así se lo digo a mi marido. Me considero totalmente feminista.
¿Qué escollos considera que encuentra la mujer para alcanzar una igualdad real tanto en el ámbito laboral como personal y familiar?
Eso cambiará en cuanto la mujer quiera, solo falta que la mujer se conciencie de lo mucho que vale.
¿Cuál es su mayor orgullo en la vida?
Mis cuatro hijos. Y mis cinco nietos.
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
Me hubiera gustado dedicar más tiempo o atención a algunos miembros de mi familia, pero el trabajo no me lo ha permitido.
¿Tiene algún sueño por cumplir?
Irme otra vez de viaje.
¿Algún momento especialmente feliz?
Siempre que he estado con mi familia, mi marido y mis hijos, o con mis compañeras de la asociación, he sido feliz. Me considero una persona muy dichosa. No le pido a la vida más de lo que puede darme.