VIAJES. Por Eliseo Gómez Bleda.
Cuando paseé por primera vez por la calle más famosa de Viena, la Ringstrasse, comprendí por qué esta ciudad es la reina de la música, los palacios y el clasicismo. Me vinieron a la memoria las mañanas de muchos Años Nuevos cuando, un poco somnoliento, me despertaba con la música de la Filarmónica de Viena interpretando un vals de Strauss retransmitido por las televisiones de todo el mundo.
La verdad es que, solamente andando por sus calles, viendo a los turistas recorriendo la ciudad en coches de caballos o fiaker -como los llaman allí- y contemplando sus bellos edificios, uno se traslada a otra época, la del imperio austrohúngaro en los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, la idea que yo tenía de que Viena era la ciudad de la emperatriz Sissi y de los palacios barrocos, no es la realidad actual. En nuestras caminatas por sus calles encontraremos, en efecto, muchos edificios clásicos, pero también vanguardias arquitectónicas realizadas en dependencias imperiales. Viena, en los últimos diez años, ha sido elegida como la “ciudad con mejor calidad de vida del mundo” por varios motivos, algunos de ellos son su seguridad, cultura y economía.
Es la capital de Austria, tiene más de dos millones de habitantes y, sin duda, es una de las ciudades más bellas de Europa. Aunque os aconsejo que no dejéis de ir a Innsbruck y Salzburgo, que son una maravilla. Solo alguna de estas dos ciudades merece la pena para hacer un viaje en exclusiva a ellas.
La mejor época para visitar Viena es junio, julio o agosto, ya que hace bastante frío en invierno, aunque esto es bastante relativo. En uno de mis viajes, que fue a primeros de junio, pasé muchísimo calor ya que Austria está preparada para el frío, pero no para las altas temperaturas. Recuerdo que los comercios e incluso los grandes almacenes no tenían aire acondicionado.
En menos de tres horas podemos llegar a Viena, desde el aeropuerto de Alicante, con Ryanair o Wizz y los precios que he visto en la actualidad no son nada caros, de momento. Ya veremos a partir de ahora si subirán mucho, por la escasez de carburantes.
La ciudad que fue un poblado celta y más adelante un campamento romano, fue llamada en un principio Vindobona. Además, dada su situación en el cauce natural del Danubio, a partir de la Edad Media fue muy importante ya que era la puerta del comercio entre Oriente y Occidente.
Viena, en los últimos diez años, ha sido elegida como la “ciudad con mejor calidad de vida del mundo”
En las mismas fechas en las que se construyó nuestro Real Casino (1847), el emperador Francisco José ordenó una transformación total de Viena, demoliendo las murallas que les habían protegido ante los turcos y construyendo una gran avenida rodeando todo el centro de la ciudad llamada Ringstrasse (calle Anular). A pesar de que no es circular, los mejores arquitectos del mundo ayudaron a que creciera la belleza de Viena.
El centro de Viena dejó de ser exclusivamente la zona de la catedral de San Esteban o el Palacio Real y se abrió al Ring. La avenida mide 5,7 km y se puede recorrer andando o en el Ring Tram, que es un tranvía que pasa por toda la calle. Creo que lo mejor es transitarla a pie, pero en varias veces, porque tenemos muchas cosas que admirar. Empezamos nuestro paseo por la Ringtrasse, en el Palacio de la Ópera, lugar a cuya inauguración se negó a asistir la emperatriz Sissi, causando un gran escándalo.
La música es uno de los motores económicos de Viena
La música es uno de los motores económicos de Viena. Cantantes, músicos, fabricantes de instrumentos, así como conservatorios, óperas o conciertos son muy importantes para su desarrollo. Un ejemplo de ello es la Filarmónica de Viena, la primera orquesta profesional que se creó en la historia.
Sin duda, el Palacio de la Ópera es uno de los más importantes del mundo, en él se celebran numerosos eventos con las figuras más ilustres de la lírica mundial. En su inauguración, se interpretó la ópera Don Giovanni, de Mozart. También es famoso su baile anual, donde las jóvenes aristócratas se presentan a la sociedad. Más adelante, aparecen los museos de Historia Natural y de Historia del Arte, este último con un precioso café, donde podemos descansar.
El Palacio Imperial Hofburg, también llamado el Palacio de Invierno, es el más grande de la ciudad y posee 2.600 habitaciones. En él vivieron los reyes austriacos y, actualmente, es la residencia del presidente de la república. Está compuesto por una docena de edificios, entre los que destacan el Museo de Sissi, la Biblioteca Nacional y la Escuela de Equitación Española.
La Biblioteca Nacional es uno de sus tesoros escondidos que no debemos dejar de visitar: tiene más de 8 millones de documentos, libros y escritos. Y una maravillosa colección, de las más grandes y bonitas del mundo, de globos terráqueos. A mí es la que más me gusta de todas las que conozco.
Seguimos caminando por la Ringstrasse. A lo lejos vemos un edificio que nos traslada a la Antigua Grecia y que es una joya del neoclasicismo: el Parlamento de Austria. Su exterior es precioso, lleno de estatuas entre las que destaca la de Atenea, la diosa de la Sabiduría. Se puede ver su interior con una visita guiada, pero solo en inglés y alemán. Solo la contemplamos por fuera.
La Biblioteca Nacional es uno de sus tesoros escondidos que no debemos dejar de visitar: tiene más de 8 millones de documentos, libros y escritos
Llegamos al precioso Ayuntamiento de Viena, de estilo neogótico, diseñado por el mismo arquitecto que restauró la catedral de San Esteban, Fiedrich von Schmidt. Su torre central mide 97,9 m ya que, por orden del emperador Francisco José, no debía superar la altura de la iglesia Votiva, que mide 99 m. Sin embargo, le añadieron la famosa estatua del Hombre de Hierro con un estandarte, uno de los símbolos de Viena, que mide 5,4 m, con el fin de superar a la iglesia Votiva, sin desobedecer las órdenes del emperador.
Ahora nos dirigimos al Palacio de Schönbrunn, también conocido como el Versalles vienés, que fue construido en el siglo XVII como residencia de verano de la familia imperial. Es un precioso palacio de estilo rococó y su fachada es de color amarillo, como eran todas las construcciones reales de la época de los Habsburgo. Merece la pena visitar la Gran Galería, el Salón Chino Azul y el Circular y el Salón del Desayuno. Aunque a mí lo que más me gustó fue el jardín barroco y, sobre todo, su laberinto de más de 4 km, que en esa época se construía en todos los parques de las cortes europeas.
Otro de los palacios es el de Belvedere, formado por dos edificaciones, separadas por un gran jardín de estilo francés. No merece mucho la pena visitarlo en su interior, ya que no está decorado. En la actualidad está convertido en tres museos: el de Arte Medieval, Arte Barroco y la Galería de Arte Austriaca.
La catedral de San Esteban, situada en pleno corazón de Viena, dispone de 4 torres, una de ellas tiene una altura de 136 m. Entre sus 13 campanas está la Pummerin, la segunda más grande de Europa. La familia Habsburgo está enterrada aquí y también fue la sede de la boda y el funeral de Mozart. Asimismo, otros atractivos son su soberbio púlpito y el tejado, con más de 250.000 azulejos y 21.000 más con el escudo de la ciudad.
Alrededor de la catedral, rodeada de callejas, plazas y pasadizos, hay un montón de iglesias, casas medievales, palacios, portadas góticas y fachadas barrocas y también muchos cafés, tabernas, tiendas y confiterías. Sin duda, es una buena zona para tener nuestro hotel.
Un plan ineludible es hacer una pequeña ruta por los cafés vieneses, lugares que fueron un punto de reunión de artistas, músicos y pensadores. Son tranquilos, tienen una decoración exquisita y un servicio casi imperial.
Algunos de los cafés que visitar son el Sacher, donde se respira un ambiente de otra época, con sus camareros vestidos con frac y unas lámparas de araña colgando del techo. Es el sitio de origen de la buenísima sachertorte, la tarta Sacher. Está compuesta por bizcocho de chocolate, una fina capa de mermelada de albaricoque, una capa de chocolate glaseado negro y como acompañamiento una crema chantilly o nata montada. Es tal su fama, que los vieneses destinaron el 5 de diciembre para conmemorar este pastel.
Otros de los cafés a los que tenemos que ir son el Café Central, muy elegante; y el Mozart, con más 200 años de antigüedad, donde se rodó la película El tercer hombre.
La gastronomía vienesa está influida por la polaca y la alemana. Muchos platos que nos ofrecen en Viena nos recuerdan a estos países. Uno de los más famosos es el Wiener Schnitzel, un gran filete de ternera empanado, acompañado de una ensalada de patatas. Otro muy conocido es el Tafelspitz, carne de la parte trasera de la ternera, que se cuece en caldo con verduras y después se corta en rodajas y se sirve con un surtido de salsas de rábano picante, manzana o cebollino. Un postre que me encantó es el Apfelstrudel, compuesto por masa de hojaldre y trozos de manzanas dulces, con sirope y canela. Se sirve con nata o con crema de vainilla y caliente. En cuanto a restaurantes de comida típica, podemos visitar Bettelstudent, Pürstner y el Zum Weissen Rauchfangkhrer.
Un plan ineludible es hacer una pequeña ruta por los cafés vieneses, lugares que fueron un punto de reunión de artistas, músicos y pensadores
Por supuesto, Viena no se puede resumir en un pequeño reportaje, es una ciudad en la que os recomiendo estar al menos 4 días. Por ello, otros sitios que no nos podemos perder son:
- Hundertwasser-Haus: bloque de viviendas de formas irregulares y gran colorido.
- Plaza Karlsplatz, que tiene una gran vidriera en la fachada principal de la estación del tranvía y la iglesia barroca de San Carlos Borromeo.
- Prater, un famoso parque de atracciones.
- Aurgarten, un palacio barroco donde residen los “Niños Cantores de Viena”.
- La zona de Korhlmarkt y la calle Mariahilfer, llenas de tiendas de lujo y moda.
- Naschmarkt: mercadillo para saborear cocina local.
En cuanto al alojamiento, recomiendo el hotel Boutique Am Stefhansplatz, el NH Wien City y el Meliá Viena.
¡Se me olvidaba! Una buena experiencia es, al anochecer, darnos un paseo en barco por el Danubio, con cena y música en directo, por unos 50 o 60 euros.
Espero animaros a realizar este viaje, que seguro os encantará y viviréis unos días en la época de la emperatriz Sissi, ahora que ya parece que podemos empezar a viajar, si la guerra no nos lo impide.
RECOMENDACIONES DE ELISEO
- Degustar una sachertorte en el Café Sacher.
- Darse una vuelta por Viena en una calesa de caballos.
- Hacer un tour nocturno de fantasmas y leyendas.
- Darse un paseo en barco por el Danubio.
- Ir al mercado de antigüedades Naschmarkt un sábado por la mañana.
Como siempre, tus viajes son maravillosos, nos hacer recordar todo lo q vivimos cuando hicimos este viaje.
Un abrazo
Estimado Eliseo,
Como murciana que estudió y trabajó dos años en la Universidad en Viena te ruego que por favor no digas que visitar el Belvedere no merece la pena.
Pues, de no hacerlo, nuestros paisanos se perderán la contemplación de algunas de las más importantes obras del magnífico Gustav Klimt, entre ellas El beso o El retrato de Adele Bloch-Bauer I.
Gracias en cualquier caso por el excelente trabajo.