UNA IMAGEN HISTÓRICA

ARS CASINO. Por Loreto López. Fotografía cedida por Juan Ballester. 

El 1 de junio de 1901 aparece el titular en la edición de tarde del Correo de Levante, Las obras del Casino, y bajo el mismo la noticia de la colocación de la última piedra de la facha aquella mañana. Los operarios de la obra fueron obsequiados por la Junta Directiva con una comida, era por entonces presidente D. Jesualdo Cañada, que sustituyó en el cargo al promotor de dichas obras, D. Angel Guirao Girada.

Es muy probable que esta instantánea no corresponda a ese mismo día, pero si a alguno inmediatamente posterior, pues ahí se ven todavía los tablones del que, podemos suponer, sería un precario andamio, sujeto con gruesas maromas, de las que penderían los canteros y albañiles, artífices de llevar a cabo, bajo la dirección de los escultores Salvador Monzó y Manuel Castaños, el proyecto del arquitecto D. Pedro Cerdán, a quien creemos descubrir en la fotografía (segundo por la izquierda), junto a alguno de los presidentes mencionados o miembros de la Junta Directiva del Casino.

Sin duda la finalización de la fachada fue un gran acontecimiento en la ciudad, donde hacía tiempo no se veía obra tan magna. Para esta espléndida construcción de estilo ecléctico, con algunos toques del modernismo aún vigente, se empleó cantería, que en el zócalo es de mármol rojo de las canteras de Cehegín, y sobre este de piedra caliza blanca, probablemente de las canteras de Novelda, con delicada y artística labra; destacando sobre el sinuoso arco de entrada la presencia de Abundantia, hermosa diosa romana del éxito, la prosperidad y la buena fortuna, protectora de los ahorros, las inversiones y la riqueza, inspirada en la Libertad que hiciera celebre a Frédéric Auguste Bartholdi, cuando en 1886 quedó instalada a las puertas de la ciudad de Nueva York.

Pero hoy no vamos a hablar de los nobilísimos artes de la arquitectura y la escultura, ni de esta maravillosa fachada. Vamos a centrarnos en esta imagen, que nos llega del pasado, y en su autor, considerado gran artista por sus contemporáneos,  en el casi recién estrenado arte de la fotografía, que por entonces no había cumplido el medio siglo.

Hablemos, pues, de Francisco Miralles Serrano (Totana, 1872 – 1928), fotógrafo y pintor, cuya fama no alcanza a la de su hermano mayor, nuestro bien conocido pintor Obdulio Miralles.


La finalización de la fachada fue un gran acontecimiento en la ciudad, donde hacía tiempo no se veía obra tan magna


“Paco” Miralles se inicia como pintor-fotógrafo, o viceversa, al regresar del servicio militar que, por aquellos tiempos, mantenía acuartelados durante tres largos años a los reclutas, y pronto será un personaje fundamental dentro del mundillo cultural de la ciudad de los últimos años del siglo XIX.

Al iniciarse el nuevo siglo su actividad es ya reconocida, no faltan las alusiones en la prensa local a “Paco” o “Don Paco” Miralles, siempre con tono de cariño y admiración. Integrado en el ambiente artístico, cuenta con la gran amistad de muchos de ellos, especialmente con la del pintor Pedro Sánchez Picazo, con el que mantiene una intensa relación laboral y amistosa, de la que nace el estudio Arte y Luz, ubicado en la calle Montijo nº5,  muy próximo al Casino de Murcia. En 1902, promovida por la asociación Eureka, a la que pertenecían ambos junto a Mariano Ruiz-Funes, establecen una de las instituciones que mayor prestigio alcanzó en su época, el Círculo de Bellas Artes, instalado en el tristemente desaparecido edificio renacentista de la Casa Celdrán.

Luís Garay, en sus Estampas Murcianas, hace semblanza de nuestro personaje en estos términos:

“…Miralles, el popular D. Paco, figura distintiva en el Círculo de Bellas Artes, por su gracia e ingenio relatando anécdotas murcianas y ocurrencias personales, y distintivo también en el ambiente social, como original artista de la fotografía y la pintura…”

Es muy frecuente la participación de nuestro personaje en exposiciones de pintura y concursos de diseño de carrozas para las fiestas primaverales, en los que obtiene algunos premios. Pero lo cierto es que D. Paco Miralles tuvo un gran reconocimiento como fotógrafo, no así como pintor.


Esta imagen nos llega del pasado, su autor fue considerado un gran artista por sus contemporáneos,  en el casi recién estrenado arte de la fotografía, que por entonces no había cumplido el medio siglo


En esto de las artes, también en la de la fotografía, tan pronto estás de moda, como declina tu buena estrella; la competencia es grande, en la pequeña Murcia de 1907 se tiene certeza de la actividad de 12 fotógrafos, de este modo a D. Paco lo van sustituyendo en el favor del público aquellos que habían comenzado su carrera como oficiales suyos, Antonio Nicolás, Francisco Vidal y Cristóbal Belda, hasta que finalmente ha de cerrar estudio y buscar su mantenimiento en labores más prosaicas, trabajando primero como contable en un comercio y finalmente en su Totana natal como oficial del Ayuntamiento. La última noticia sobre su actividad artística es la de una exposición, en el Círculo de Bellas Artes, de pinturas al óleo en septiembre de 1921, tras esto su presencia en la vida social se diluye.

Buen momento es para recordar a D. Paco Miralles, del que nos llega esta instantánea, digno ejemplo de su buen hacer como fotógrafo,  gracias a la generosa donación de D. Juan José Ballester.

Aunque la imagen fue realizada con intención testimonial, así lo indica el posado de los señores, su calidad la hizo ser vendida más tarde por Miralles a la prestigiosa Fototipia Thomas de Barcelona, que desde 1880 venía realizando las postales de todo el territorio español, y en un formato mucho menor que el de esta aún podemos encontrarla a la venta en anticuarios.


Loreto López

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