ENTREVISTA A TERESA VICENTE
MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual.
La palabra poética puede acompañar, sanar y volver a recomponerse para amar siempre. Así nos acerca Teresa Vicente a la incógnita de entender nuestra condición de seres vivos y finitos en su poemario “Orión pasa de largo” (Balduque, Colección Sudeste, 2020) en el que muerte y vida recorren el laberinto de la duda. Pero, por más dura que sea la existencia, siempre está su lado bueno, siempre se puede luchar y salir adelante, como así nos invita Pablo Neruda en su “Oda a la vida”.
“Perdidos, no sabíamos qué hacer”, nos evoca la idea de la desaparición, que Pablo Neruda canta así “Oh vida, copa clara,/ de pronto/ te llenas/ de agua sucia,/ de vino muerto,/ de agonías, de pérdidas,/…” ¿Por qué negamos lo que no queremos aceptar?
Había muerto mi padre y me preguntaba, ¿ahora qué? Negamos porque no lo podemos soportar, buscamos una excusa para no aceptar lo irremediable. En algunos casos, la religión está ahí para dar esperanza.
Nuestra casa, “¿Quién la habitará cuando faltemos?”, es la incógnita que nos plantea y que Neruda recoge de este modo: “Pasa una noche lenta,/ pasa un solo minuto/ y todo cambia”. Los que vengan después y ocupen nuestro lugar ¿verán lo mismo que nosotros?
¿Acaso ves tú lo mismo que yo? La percepción es diferente en cada uno. Esto era ya una idea de Platón y su mito de la caverna. Lo que vemos es lo que tenemos, hay que agarrase a eso y disfrutarlo.
Valora la piel, la necesidad del tacto, de tocar la huella de lo que amamos y dejar memoria en nosotros, en la línea del amor a la belleza que invoca el poeta chileno.
Vivo la vida apretando el acelerador. Yo soy una privilegiada, con mi pareja, mi familia, siempre acompañada. Y viajo cada tres meses, me lo paso muy bien, disfruto del mundo. Ahora me falta el contacto. No quiero acostumbrarme a esta situación.
A veces se mira al otro con sospecha y se sufre al sentirse desplazado.
Es el misterio del amor, que no se llega a alcanzar, el punto de atracción de la otra persona, algo muy llano pero que no se llega a captar del todo.
¿No llegamos a conocernos?
Cuando cambian las circunstancias las personas cambiamos también. Me gustar estar conmigo misma, con los años no me sorprendo, me conozco, me he quitado muchas capas. Era tan tímida de joven; ahora sé decir las cosas, la verdad, pero sin hacer daño. Tengo menos miedo, tengo más confianza. No pasa nada, no hay que quedarse con pus dentro. Me tengo que acostar toda limpia.
¿Son los momentos sencillos los especiales de la vida? ¿Un buen desayuno, por ejemplo? O, como decía Neruda: “Vida, /eres como una viña:/ atesoras la luz y la repartes/ transformada en racimo”.
Esos momentos son extraordinarios pero son los que la memoria olvida. Si hacemos sublimes los momentos cotidianos, los disfrutas tú y los tuyos, y eso hace especial la vida.
¿Cómo mira el cielo? ¿Qué fuerza hay en él?
Veo a Orión en el firmamento cuando vuelvo conduciendo desde Cavaraca, donde tengo una casa, y acababa de leer a Sylvia Plath, abocada al suicidio, que decía precisamente “Orión pasa de largo”. La frase es de ella, son esas coincidencias que se producen, ella se había fijado también en Orión. Yo miro al cielo porque soy consciente de él, pero él no lo es de mí. En toda esa materia oscura estamos aquí. Miro al cielo con grandeza inabarcable. Es impresionante.
“Miro al cielo porque soy consciente de él, pero él no lo es de mí. En toda esa materia oscura estamos aquí. Miro al cielo con grandeza inabarcable”
Las heridas internas de su verso “¿Por qué ese dolor? ¿Qué es lo que oculta?”, podrían adherirse a los contratiempos que Neruda nombraba así: “Recibieron los golpes/ sin buscarte,/…”
Es una vergüenza. No se lleva la bondad, el amor de verdad, el sufrimiento, todo eso es una debilidad y es triste que se vea así. La soledad de esta joven “princesa”, que está rota por dentro, al no tener a su familia apoyándole, hace que el mundo se le caiga. A veces no saben cómo reencontrarse y se sienten culpables, pero es que no tienen edad todavía para afrontarlas.
¿Sientes a la mujer realmente libre?
Legalmente somos libres e iguales al hombre. En algunos sitios no tienen valor, son objetos. Y todavía hay miradas “ancestrales” de hombres que te dicen ¿qué haces aquí?
¿Solo el paso de los años, la madurez, nos puede ayudar a entender a los demás y la vida de los otros? Neruda simboliza: “Se llena/ de transparencia/ la copa de la vida”.
No puedes conocer a la gente si no te acercas, hay que dar el primer paso, tender la mano, es la única manera de dar oportunidades, no juzgar por la apariencia. Hay porciones estupendas de la gente a las que no llegamos por el prejuicio. Hay que encontrar las cosas buenas, el otro lo percibe y confía.
Algunos de sus poemas son reivindicativos, de protesta y, a su vez, de incompetencia, de no poder dar respuesta, de no poder resolver.
Matar a la gente, obligar por ideas políticas, es tan mísero. Los poderosos son tan ignorantes…, por no mirar las estrellas. Me indigna.
¿Morimos en soledad?
Es una realidad que nacemos y morimos solos. Nadie está al morir, cuando se pierde la conciencia. Se llega solo a ese momento, uno mismo con su conciencia que se va.
¿Cómo queremos recordar al que se va de este mundo?
Lógicamente, hacemos cosas para que nos recuerden con cariño, dejamos cosas materiales. Yo no quiero pensar. Prefiero que no me dejen mucho dolor, que lo sepa gestionar y llevar bien. Que el mismo recuerdo me dé la alegría para superar su falta.
¿Hacia dónde miran los dioses?
¿Están distraídos? ¿Somos tan poca cosa para ellos? ¿Tantos defectos tenemos?
“Se está abriendo la puerta de la muerte”; “Ver que el cuerpo se le despide en vida”, ¿somos esclavos de la temporalidad?
Me fascinan los místicos, San Juan de la Cruz, ese amor, esa pasión, ese dejarlo todo, ese arrebato, me parece maravilloso. Te miran y puedes entrar en el cielo. Aquí estarían esos dioses. Quiero hacer cada cosa especial, romper la monotonía para romper el tiempo, que disfruten los que estén conmigo. El hábito mata. No nos hace libres la manía de la juventud eterna, negar la muerte, maquillar a los muertos, apartarlos, la cirugía estética,… este llevarlo al extremo para negar la vejez.
“El hábito mata. No nos hace libres la manía de la juventud eterna, negar la muerte, maquillar a los muertos, apartarlos, la cirugía estética,…”
¿Y la duda?
La duda te paraliza. Hay que elegir, tomar una decisión. Nunca sabrás si lo que has elegido es lo acertado pero hay que ser consecuente y seguir adelante. No meterse en un pozo diciendo “si yo hubiese…” Dar una patada en el suelo y continuar.
El poema final “Malos tiempos” es casi una lectura del hoy.
Pero lo escribí antes de la pandemia porque no somos conscientes de lo que tenemos, hay que disfrutar. La prepotencia, el egoísmo, no merecen la pena, no nos dejan avanzar.
Teresa, una mujer llena de vitalidad y entusiasmo, nos cuenta que entre este poemario y su vida todavía le sobraba tiempo para escribir prosa, y nos invita a leer también sus recuerdos de infancia en la Murcia de los años 60/70, en un divertimento de relatos llamado “La casa de las palomas” (La Fea Burguesía, 2020).
Palabras vitales, de experiencia madura, mas llena de vida con años sin marchitar.
Me ha gustado el verso de Neruda: «Se llena de transparencia la copa de la vida».