ENTREVISTA A GINÉS SÁNCHEZ
MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual.
“El mar detrás” (Premio Gran Angular 2022), de Ginés Sánchez, nos sitúa en un campo de refugiados. Allí, dos niñas amigas experimentan las numerosas contradicciones de la sociedad. Nos trae a la memoria “Las aventuras de Huckleberry Finn” (1884), de Mark Twain, por los temas comunes en torno a la amistad e identidad, así como por el deseo de sus personajes de salir de la opresión en busca de la libertad, a pesar de esa mirada pesimista sobre la humanidad.
¿Cómo es la infancia que refleja en su novela?
Buscaba que cada personaje fuese distinto. Porque escribir es manipular y quiero que los lectores se identifiquen con estos niños y adolescentes. Necesitaba plantear que ellos estaban teniendo una vida de chicos normales hasta que todo cambia en sus vidas. Con pocos trazos el lector tiene delante a unos personajes; le doy poco para que intuya, porque es una novela juvenil.
En ambas novelas hay niños que trabajan y comercian.
Cuando nos pusimos a documentar siempre estaba ese personaje típico, el niño que se ha adelantado a los demás y ha aprendido a comerciar, a conseguir los papeles, a gestionar trámites. Hay una película, “Las tortugas también vuelan” (Bahman Ghobadi) donde los niños se convierten en antisistema cuando el sistema no les ayuda. Donde hay necesidad siempre pasa esto.
Simbólicamente podemos imaginar el campo de refugiados como la gran jaula, dentro de la que hay otra jaula con un grillo que desea el niño refugiado.
Esto es una tradición de La Mancha que quería contar porque era algo que iba bien con estos niños refugiados que buscan la compañía de lo más parecido a una mascota. Al grillo se le puede dar nombre, cuidar, hablar…
La protagonista es una niña que no habla ¿Por qué ese silencio de la voz?
Dentro de los traumas que sufren estos niños está éste. Literariamente es como un juego simbólico: dar la voz narradora a Isata, que la perdió tras su tragedia.
Asistimos al momento en el que la vida se desordena y se pasa de ser y tener a no ser y no tener.
La vida normal se les fue a estos chicos y eso es lo que quería decirles a los chavales, como les pasa a los niños hoy en Ucrania; ser conscientes de la suerte que tenemos y, ¿por qué te enfadas, si eres un niño mimado del mundo? Esto nos podría pasar también a nosotros.
Y están las historias que se quedan atrás, pero siempre presentes. Decía Mark Twain que “los seres humanos pueden ser terriblemente crueles unos con otros”.
Existe el concepto de numerizar a la gente, pero son refugiados, con sus sufrimientos. Ellos no saben dónde están sus familiares, no pueden dormir. Conocer es empatizar, pero con tanta gente todo se despersonaliza. Nos metemos en un caparazón para que no nos afecte.
¡Qué contraste produce leer “Bienvenidos” a un campo de refugiados!
Desde luego, por eso Dibra, la amiga rebelde, que es muy consecuente con sus actos, dice que le gustaría tener un novio para tener problemas normales. Esa idea lo dice todo.
Otra idea que sobrevuela en la novela es la de tener que hacer cola para todo.
Todos los días es lo mismo, colas para ir al aseo, para comer… Es una especie de limbo jurídico pero también vital. Son vidas suspendidas. Algunos refugiados están ahí durante décadas, sus procedimientos administrativos están enterrados, siempre haciendo cola, y así nacen sus hijos, que no conocen otro lugar.
Pero es también una historia de amistad entre Dibra e Isata; como entre Huck y Jim.
Hay que pensar que estamos en la edad de las amistades buenas, las más puras y fundamentales, y a ello hay que añadir la vida difícil que les une más. La base de todo te la dan los amigos. Si no tienes ese rincón para que te acojan y sentirte tú, viene la tristeza. Hoy hay muchos niños tristes, que no se relacionan con nadie.
Todas las madres del campo de refugiados lloran cuando un niño muere.
Yo terminaba transformándome en ellos, siempre me he acordado de las muchas madres a las que les faltaban sus hijos. Hay momentos en los que tienes dilemas morales, te afecta, pero hay que narrar y contar ¿Por qué hacerlo? Para ser voz y, si llega y se lee por los chicos y se hacen conscientes del problema, algo cambiará en el mundo.
Ante la pobreza ¿quién se lo está quedando todo?
El uno por ciento de la población acumula las riquezas. Este problema cada vez va a más. Los economistas destruirán el mundo. Su misión es que la coma de los números vaya más allá. Y eso sí que es volver al concepto de numeración sin pensar que detrás están las personas.
Curiosamente, en su novela las referencias al mar, no tienen el mismo significado que las referencias al Misisipi, como vía de escape de Mark Twain.
Huckleberry Finn tiene amor al río, pero aquí el mar es el enemigo. Las travesías son espantosas. Todas las referencias al mar evocan castigos. Por eso, mis personajes lo que quieren es alejarse del mar, pero el mar siempre está ahí.
Las pérdidas están tan presentes.
La cuestión de la pérdida es esencial. Porque tú eres tú y tus familiares y amigos. Necesitamos reencontrarnos. Dibra necesita encontrar a su hermano para tener los problemas de entonces. Ella piensa: si no he hecho nada malo, ¿por qué me olvidan? Las leyes no están hechas para los emigrantes sino para defenderse de ellos.
Las leyes no están hechas para los emigrantes sino para defenderse de ellos
Ya mencionamos la idea de saltar al otro lado y para ello son numerosas las aventuras que viven las niñas, incluso atravesando túneles secretos, como en la novela de Twain.
La idea de muro enlaza con el concepto de limbo. Son muchos muros: encerrados entre el mar y las vallas, no pueden trabajar, los largos trámites para poder ser acogidos y poder trabajar en otro país. Son vallas eternas, una vida pendiente de trámite. Y, sin embargo, se da la paradoja del hecho de que su situación jurídica en el campo es mejor que la de fuera. Ello no impide la esperanza que tienen las niñas de ir hacia adelante.
Sí, las personas que ayudan están ahí. Mark Twain tiene esta idea sobre los conflictos morales: “Un corazón sensato es mejor guía que una conciencia mal educada”.
Volvemos al concepto de la numeración. Un refugiado visto desde aquí es una persona distinta. La lejanía y el número impiden la empatía. Pero la individualización como persona reconocible genera la cercanía. Mis novelas son de monstruos. Aquí el monstruo sería el sistema devorador en el que vivimos. Porque un escritor no está siempre hablando de sí mismo, como se acostumbra a pensar. Es verdad que salen tus miedos, tus fobias, tus temores, pero todo ello forma parte de tu propio estilo: tus temas y cómo los resuelves. En mi caso, la reflexión en torno al monstruo y la muerte. Soy un escritor de monstruos. Busco el posicionamiento del libro y lo que hacer ante eso. Pero para escribir antes tengo que pensar, pensar, pensar y, luego, escribir un poco. Y, caminar mientras pienso abre mi mente.
Una excente entrevista ,dar las gracias por la aportación que hace el Casino y en este caso para conocer escritores y difundir su trabajo.