“SOMOS CALEIDOSCOPIOS DE LENGUAJES”

ENTREVISTA A DIANA DE PACO

MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual.
Diana de Paco es mágica e imaginativa. En su obra teatral “Casandras” (Esperpento Ediciones Teatrales, 2016), reinterpreta la mitología femenina de la “Orestiada” de Esquilo. Profesora de Filología Griega en la Universidad de Murcia y una de las dramaturgas más reconocidas a nivel nacional, ha sabido encumbrar claramente la voz femenina del teatro griego clásico al mundo contemporáneo, porque el poder de la memoria es necesario en el proceso de autorrealización de unas mujeres que ensalzan el amor de una manera noble. Dedica esta entrevista a Fernando Olaya, director de la editorial, que apoyaba el teatro, con añoranza y como homenaje por todo lo que significó en el mundo de la escena.

¿Qué voz escucha para escribir teatro?
Observo el mundo. Quien me conoce lo sabe. Me gusta llegar antes a los sitios para observar, conocer noticias desde el pasado al presente. No se trata de mirar. Observar es diferente: reflexionas, te preguntas. En mis obras estoy yo, hay humor y otras cosas, hay un poco de mí en cada una. Cuanto más sufro, más dramática soy.

¿Cuál es el silencio de la mujer?
En realidad lo que hay es mujeres silenciadas, como lo que se cuenta en “Casandras” cuando dice: “Mi madre callaba pero hablaba con los ojos”. A Casandra se le silencia por decir la verdad. Se busca callar a las mujeres. En el teatro griego se dice repetidamente: “El silencio es el mejor adorno de la mujer”. Está claro que es algo cultural, patriarcal, y sigue pasando. Y el teatro tiene que servir para remover conciencias y decir “ya no más”.


“Hay mujeres silenciadas. El teatro tiene que servir para remover conciencias y decir ya no más


¿Cómo tenemos las mujeres que tomar el escenario? En la vida y en la ficción.
Con fuerza, con lo que tenemos, con seguridad, enfrentadas a la adversidad, con valor. Por eso hay tantas “Casandras”. La clave es la solidaridad. Hoy se habla de la sororidad, que debe serlo entre nosotras y en general, ayudándonos los unos a los otros. Acabo de llegar de un Congreso en Indiana sobre “Utopía, distopía y miopía en el teatro” y ahí está esa idea de no querer ver, de volver la cara, que tanto hacemos hoy. Curiosamente en mi obra “Obsession Street” el personaje lleva gafas sin cristales para poder ver la realidad.

¿Dónde está la verdad de cada mito?
A través del mito se habla de realidades universales y, como es dinámico, se adapta a cada una de las épocas y situaciones, se muestra portador de su verdadero significado y se reflexiona sobre el mundo. El mito es poliédrico, se va contraformando y me permite aunar mi faceta de docente e investigadora con la teatral.

Defina a Penélope, Fedra, Clitemnestra, Electra, Medea y Casandra. ¿Qué podemos aprender de ellas?
En todas hay un punto en común: están marcadas por la culpa. Pero Penélope llega a reconocer su propia verdad, se rebela a admitir que Ulises es tal y como se ha contado. Fedra se tiene que perdonar a sí misma. Clitemnestra es la valentía y el amor personificado (no hay que olvidar que han matado a su hija). En Medea podemos comprender que no todo tiene una explicación. Electra ve una realidad coartada por la mirada del padre y del hermano. Y Casandra es la que se rebela; es la voz que no hay que perder.

¿Qué es o qué representa la cuarta pared en el teatro?
En el teatro griego se rompe prácticamente porque está el coro que habla al público. En mi caso, al final Casandra se dirige al público, le habla y se despide de él con un “Buenas noches”. Mirando hacia el patio de butacas está esa cuarta pared, imaginaria e invisible, que, en ocasiones, interactúa con el público.

¿Por qué hace una nueva versión o interpretación de los mitos? ¿No se corre el riesgo de cambiar su sentido?
Este es un debate universal. Depende de lo que se haga. Me he inspirado en los mitos que están llenos de significado. Los propios griegos se confundían con ellos porque todo está vivo y es un tema simbólico para representar la realidad de cada época. Pero depende de la seguridad creativa porque hay muchas versiones de los mitos. Luis Gil dice que “no hay una Electra. Electra es cada una de sus representaciones”. Hay que pensar muy bien lo que hay que hacer y no mentir. No es una adaptación. Es una versión libre de la “Orestiada”, inspirada en ella.

En las tragedias el destino, el error trágico o fatal, que decía Aristóteles, ¿es un elemento fundamental?
No lo veo tanto así. La vida es una mezcla de tragedia y comedia. El teatro del absurdo representa muy bien esta dualidad. Cuando alguien sufre también encuentra algo de humor para seguir. La capacidad de remontar depende de cada uno. Hay un destino que nos toca y otro el que hacemos; y la combinación de los dos hace la vida de cada uno. Hay que saber cómo enfrentarse a las cosas y buscar ayuda para modificar, si es necesario.


“La vida es una mezcla de tragedia y comedia. El teatro del absurdo representa muy bien esta dualidad”


¿Es necesario que cada uno de nosotros encontremos nuestro propio lenguaje?
Sí. Cuando comencé a escribir de joven lo hacía todo muy dramático, a pesar de ser una persona con gran sentido del humor. Una alumna me dijo: “¡Eres tan trágica!”. A partir de entonces el humor, el absurdo, lo surrealista está en mi obra, porque somos caleidoscopios de lenguajes.

¿Cómo se escribe teatro? Le gusta utilizar la técnica del monólogo, ¿qué se consigue con él?
Hoy el monólogo está en auge, como el microteatro, soluciones alternativas en momentos de crisis. Es una forma expresiva, dramática, que no creo que nadie no haya experimentado alguna vez ¿Quién no se ha hablado alguna vez a sí mismo?

Utilizamos la palabra y el gesto para comunicarnos pero ¿estamos sustituyéndolos hoy por los emoticonos? ¿Serían estos hoy nuestras máscaras teatrales?
Sí, sucede, la máscara siempre cabe. Hay que cambiar de máscara para cambiar de personaje. Mientras no se pierda la palabra, está muy bien lo que acompañe. Mejor sumar y no excluir.

¿Es sincera escribiendo?
Soy sincera y valiente en mis obras y más miedosa en la vida. Me autocensuro con cosas que pueden ser malentendidas, cuido cómo va a llegar al público. Hablar de un tema puede suponer tanto defenderlo como cuestionarlo.

¿Qué tiene el teatro como género literario que le ha interesado por encima de los otros géneros a la hora de escribir?
La mímesis, crear un mundo posible que está sucediendo ahora, en mi libro o en mi representación, crear una vida del aquí y del ahora. Y, mañana, volverá a ser aquí y ahora. Y cuando lo representas, lo compartes.

¿Por qué cauces le gustaría que siguieran fluyendo sus obras?
Me encantaría que se conocieran y leyeran, se divulgaran y representaran mucho más. Cuesta mucho. Cada obra es una y única. Es bonito triunfar pero es verdad que me gusta mi trabajo universitario y eso compensa. Me encantaría escribir una obra especialmente para tres grandes actrices maduras: Concha Velasco, Carmen Maura y Lola Herrera.

Anímenos a ir al teatro, denos sus razones.
El teatro es vida. No es la vida de cada día, pero sí te conecta con ella. Se crea un mundo atemporal, como decía Aristóteles, e incluso también Mayorga habla de la forma diferente en la que salimos del teatro. Porque el teatro cuestiona, no se dan verdades, se ofrecen preguntas, intuía Buero Vallejo. Además, defiendo que el teatro hay que leerlo, cada lector pone su voz y crea su propia escenografía.


Consuelo Mengual.

 

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