UNA TIERRA DE LEYENDA, MISTERIOSA, MARINERA Y CON LAS MAREAS MÁS GRANDES DE EUROPA
EL TROTAMUNDOS DEL CASINO. Por Eliseo Gómez Bleda.
Hacía casi seis años que no volvía a visitar esta maravillosa ciudad, pero hace unos días me reencontré con ella de nuevo. Saint-Malo estaba igual que la recordaba, con su atmósfera especial, su belleza y el misterio de siempre.
Situada en la Bretaña, al noroeste de Francia, es una importante ciudad portuaria, que desde su creación vive del mar. Fue baluarte de los corsarios, que eran piratas “legales” autorizados por un rey.
Saint-Malo está asentada sobre un terreno pantanoso, debido a la desembocadura del río Rance. Cuando vemos la ciudad por primera vez lo que más nos llama la atención son sus murallas de granito, que rodean todo su perímetro y desde donde podemos contemplar el mar.
Los ciudadanos de Saint-Malo, enriquecidos por el comercio, la construcción de barcos, la trata de esclavos y la navegación, en el siglo XVI empezaron a levantar unas viviendas características de esta ciudad llamadas malounières, que me fascinan y que es una de las cosas que más me gusta. Todo el casco antiguo está lleno de estas construcciones de granito. Las viviendas, normalmente de dos plantas y techos de pizarra, son majestuosas y están rodeadas de jardines. Aquí es donde vivían los aventureros y corsarios, muchos de ellos hijos predilectos de Saint-Malo, que poco a poco se erigió como centro cultural y comercial, llegando su influencia a sitios distantes del Atlántico.
En 1534 el navegante Jacques Cartier zarpó de aquí para descubrir Canadá. También partieron de este puerto los barcos pesqueros que llegaron a Terranova y Louis Antoine de Bougainville, descubridor de las islas Maldivas.
Es una maravilla pasear por sus murallas, contemplando por un lado el mar, las playas, su gran puerto y los fuertes, y por el otro sus bellas callejuelas y sus edificios, todos ellos reconstruidos fielmente, ya que fueron bombardeados intensamente en el año 1944.
Si al paseo por la muralla le sumamos una preciosa puesta de sol y un buen plato de marisco, será seguro un momento inolvidable en nuestra vida.
Otro gran atractivo es alquilar un barco y, mediante un sistema de exclusas que conecta el río Rance con el canal Ille-et-Rance (que Napoleón mandó construir en 1804), navegar desde St-Malo hasta Rennes.
Un gran atractivo es alquilar un barco y navegar desde St-Malo hasta Rennes
Los habitantes de Saint-Malo no se consideran ni franceses ni bretones, son de Saint-Malo y solo de aquí. En el siglo XVI se proclamó durante cuatro años ciudad independiente, tanto de Francia como de Bretaña. El escritor Gustave Flaubert la definió como “una corona de piedra sobre las olas”.
Como realmente la ciudadela es una isla, solo podemos acceder a ella por una de sus seis puertas abiertas en sus murallas. Si vais en coche os recomiendo acceder por la puerta de San Vicente, ya que además de parking al lado del mar, tenemos acceso a la muralla subiendo por una pequeña escalera.
En el recorrido circular de toda la muralla tardaremos aproximadamente unas dos horas. Son solo 2 kilómetros pero cada pocos metros nos detendremos para admirar la belleza del entorno.
Desde aquí tenemos una magnifica vista de la isla de Grand Bé, donde está enterrado el escritor Chateaubriand. Es una isla deshabitada, a unos cientos de metros de las murallas, a la que podemos acceder andando con la marea baja, pero teniendo cuidado y consultando las horas de las mareas.
Otro de sus grandes atractivos son las altísimas mareas. Cuando la marea se retira veremos un montón de gente que recoge de la arena varios tipos de marisco y moluscos, por ejemplo: berberechos, almejas, bígaros, etc. al lado de los barcos varados.
En Saint-Malo se encuentran las mareas más grandes de Europa, las segundas más altas del mundo, con una diferencia entre bajamar y pleamar de unos 14 metros
Las mareas de esta zona son algo maravilloso, que nos dejó con la boca abierta. En Saint-Malo se encuentran las mareas más grandes de Europa, las segundas más altas del mundo, con una diferencia entre bajamar y pleamar de unos 14 metros. Las más altas del mundo son en Canadá, en la bahía de Fundy, llegan hasta los 16,3 metros.
Os aconsejo que para elegir el día de vuestra visita a Saint-Malo o al cercano Mont Saint Michel consultéis esta página: www.maritima.meteoconsult.es. Ahí encontraréis las mareas que tendrán todos los días del año. Lo ideal es ir los días en que la diferencia entre bajamar y pleamar sea más grande. El mejor día del mes es cuando hay luna nueva.
El clima en Bretaña es muy variable y podremos salir a la calle con sol y durante el día tener lluvia, viento o fresquito, lo cual nos obligara a llevar ropa variada. Primavera y otoño son los mejores momentos para viajar, también verano, pero es incómodo por la cantidad de turistas que nos encontraremos.
Otra visita obligada es la Catedral de San Vicente. Fue construida en el siglo XII. En la Segunda Guerra Mundial fue muy dañada y se tuvo que reconstruir parcialmente. Aquí está enterrado el gran marino Jacques Cartier.
Un lugar que os sorprenderá es el gran acuario de Saint-Malo. Es enorme, tiene más 11.000 especies distintas, merece una visita. Para los que les guste el mundo marino, es la segunda atracción más importante de Bretaña.
El gran acuario de Saint-Malo merece una visita, tiene más 11.000 especies distintas
Cada cuatro años, Saint-Malo acoge la salida de la “Ruta del Ron”, carrera transatlántica de vela en solitario (sin escalas, ni asistencia), que une Saint-Malo con Guadalupe (Antillas Francesas).
Desde Alicante, tenemos varios vuelos de Vueling y Volotea con destino a Nantes, que nos llevarán en menos de dos horas. Allí alquilaremos un coche. La distancia desde Nantes a Saint-Malo es de 180 kilómetros, pero en ese recorrido tenemos una parada obligatoria: la bonita ciudad de Rennes, capital de la Bretaña.
También os aconsejo que visitéis una mañana Cancale, que está a muy poca distancia de Saint Malo (18 kilómetros). Además de ser un bonito pueblo, a los que os gusten las ostras disfrutaréis un montón. Hay inmensos viveros dentro del agua y, cuando la marea está baja, poco a poco vemos aparecer los tractores con remolques que se adentran en el mar para hacer la recolección diaria. En días sin bruma podréis ver a lo lejos el Mont Saint Michel.
Las dos veces que he estado en Cancale hemos comido en el restaurante Chez Victor. Tienen unos menús muy buenos y no muy caros, y está al lado del pequeño mercadillo de ostras, las cuales podéis degustar de aperitivo. Una docena de buenas ostras valen 6 euros, eso sí, lo más caro es el limón (0,50 céntimos), y la preparación (1 euro), que te cobran aparte. En resumen, nos tomamos dos docenas de ostras por 15 euros.
Para completar el viaje, os sugiero que también visitéis la preciosa Dinan, también muy cerca (30 kilómetros).
Si queréis estar cómodos y cerca de todo, debéis coger un hotel que este “intramuros”, pues casi todo lo interesante está dentro de la muralla. Os recomiendo un par de hoteles que me gustaron: el “Ibis Styles Saint-Malo Centre Historique” y “Le Maison des Armateurs”.
Por si queréis aprovechar y visitar el Mont Saint Michel, las dos veces que fui estuve en el “Hotel Mercure” y en Dinan, el “Hotel Ibis Styles Centre Ville”.
En el tema de la comida, ya os he dicho que no dejéis de ir a Cancale a comer, por el tema de las ostras, y en Saint Malo podéis ir a “La Cabane” y “La Petite Rotisserie”, aunque si os dais un paseo por la plaza Chateaubriand y las calles Jacques Cartier y Saint Vicent veréis un montón de restaurantes con terrazas y bonitas tiendas.
En la cuestión de gastronomía, la verdad es que comimos muy bien, tienen varias especialidades bretonas, que nos encantaron. Os voy a resumir en una sola comida, lo más famoso de su cocina:
Para empezar, la bebida que tenemos que pedir es una buena sidra de Bretaña, que está deliciosa y no se parece en nada a la nuestra. Después, unas buenas ostras. A continuación una galette, que es una especie de crepe salada pero confeccionada con trigo sarraceno, este trigo tiene un sabor herbáceo, que combina muy bien con lo salado. La galette más famosa va rellena de queso, jamón y huevo a la plancha, la llaman galette completa. Seguidamente nos tomaremos unas finísimas crepes dulces rellenas de chocolate, crema o cualquier mermelada y, para acabar, probad sus dulces que están elaborados con su famosa mantequilla salada y están exquisitos, por ejemplo, los bizcochos bretones.
Después de esta” ligera comida”, podéis dar un paseo y ver el faro Mole des Noires, la playa de Bon Secours y el Fort National.
Este viaje tiene varias ventajas: es precioso, se puede hacer en tres o cuatro días, es fácil, es cómodo y, además, es económico.
Estoy totalmente seguro que os encantará. Os deseo que tengáis un buen viaje.
RECOMENDACIONES DE ELISEO
– Pasear por la muralla y contemplar la puesta de sol.
– Comer unas ostras en el mercadillo de Cancale, pisando millones de ostras vacías.
– Degustar una galette, en una terraza de la rue Jacques Cartier.
– Visitar de noche el Mont Saint Michel.
– Contemplar la subida de la marea.