ETIMOLOGÍAS REGIONALES. Por Santiago Delgado.
Cuando un servidor explicaba Literatura en Torre Pacheco, siempre, en los inicios de curso, al estudiar la Épica Medieval, sobre todo el Poema de Mío Cid, hacía hincapié en la paternidad francesa del género, en los tiempos post-clásicos, claro. Y, naturalmente, contaba la Chanson de Roland y sus tópicos estilísticos y literarios. Lo hacía porque así me ganaba un poco-mucho a todo el alumnado de la pedanía de Pacheco, así llamada: Roldán. Y les aclaraba que Roland, en español, se dice, o decía, Roldán. Trucos de profe, que dijéramos. Todos ellos se sentían Roldán, ellos y ellas, y desde entonces miraban a lo literario como un espejo que les devolvía su más noble imagen.
A Roldán, entonces aún innominado, llega en 1479 Juan Roldán, caballero valenciano, para aposentarse allí. Lo hace y le confiere su nombre al enclave. Un misterio es por qué no le pone artículo que anteceda, ni singular, ni plural al nuevo topónimo: Roldán. No Los Roldanes, ni Lo Roldán, como es habitual por el Campo de Cartagena: Lo Pagán, Lo Poyo, Los Sáez, Los Urrutias… Poco importa que la adopción de singular o plural obedezca a distintas épocas de asentamiento. Poco importa a este texto, digo.
Hay quien emparenta la fecha de asentamiento con el nacimiento de una de las leyendas apócrifas que hace de San Ginés de la Jara, cercano cenobio, primo o pariente de Roldán. Y ambos, caballeros carolingios de pro, en aquellos finales del siglo VIII, en que Hispania se perdió para la Cristiandad. Importa que en esta Región tenemos alusión al Cid Campeador francés, con perdón de todos los perdones a los puretas de la Historia, por la comparación.
Roldán significa en alemán antiguo “persona que procede de Tierra gloriosa”. O sea, como diríamos en la España tradicional: “Gente con solar”
Recordemos la gesta de Roldán. Roldán significa en alemán antiguo “persona que procede de Tierra gloriosa”. O sea, como diríamos en la España tradicional: “Gente con solar”. Es decir, noble del copón. ¿Entendido? A Roldán es el mismo Carlomagno quien le regala su espada: Durandarte, espada que no se rompe y dura. Vamos al grano. Los moros de Zaragoza, para separarse del de Córdoba, llaman a Carlomagno. Éste acude, pero al llegar a las afueras de la capital del Ebro, sospecha y se vuelve. Sucede que, al pasar por Pamplona, el franchute asalta la ciudad navarra y la saquea. Porque sí. Carlomagno se vuelve a las Francias y deja una retaguardia que le proteja de sorpresas, una tropa mandada por Roldán. Los pamploneses dejan pasar al grueso de la tropa carolingia y cuando llegan a Roncesvalles, atacan a esta tropa de protección de las espaldas del ejército de ocupación francés. Y les dan pal pelo, bastante, oiga. Roldán muere defendiendo a su rey, un héroe de Francia y de la Cristiandad. Pues los escritores galos han hecho a los pamploneses, moros. Típico embuste para aumentar su Grandeur.
Y, bueno, pues eso. En Roldán, en comedio del Campo de Cartagena harán muy bien creyéndose los Roldanes del Mar Menor. Claro que sí.