UN “NO HAY HUEVOS” ME LLEVÓ A COLABORAR CON LA NASA

LA CARA B. Por Antonio Rentero.
En los años 70 mis padres compraron la colección de libros “El mundo de los niños” sin sospechar el efecto que causaría en mi uno de los volúmenes titulado “La Tierra y el espacio”.

Fue la primera vez que contemplé imágenes de otros planetas. No podía ser cierto, ¿fotografías de otros planetas? En pocos años me convertí en un apasionado de todo lo relacionado con el espacio, siguiendo con pasión lanzamientos de naves espaciales o en 1986 avistando el famoso cometa Halley, ocasión casi única en la vida puesto que nos visita cada 76 años.

Me he acercado más al espacio a través de los libros que mediante la observación directa aunque también he tenido telescopio, con el que descubrí en mi adolescencia las costumbres domésticas de alguna vecina cuya observación abandoné pronto. Los telescopios muestran una imagen invertida y aquello era un mareo, mientras que contemplar planetas y estrellas no ocasionaba dolor de cabeza ni mala conciencia por asomarte a la intimidad ajena.

Mis vocaciones frustradas como ingeniero y periodista me han llevado a probarme con cierto éxito en disciplinas como la divulgación científica (rama espacial) o el desarrollo de artefactos que han rasgado el límite del espacio. Será esa característica mía heredada de la familia McFly (“Regreso al futuro”). Soy muy de retos. Vacílame y ya me tienes a mitad de desarrollar un proyecto.

Muchos retos empiezan con un “no hay huevos” pero en mi caso empezó con un “no hay presupuesto” y culminó llevando una sonda al límite donde comienza el espacio por poco menos de 3.000 €: una cajita con unos experimentos científicos, varias cámaras y una buena provisión de baterías para alimentar todo el conjunto. Nada que no se consiguiese con algunas ideas propias de McGyver. Lo curioso es que cuando la NASA rescató el artefacto en medio del Ártico no nos devolvieron las pilas.

Se llamaba Proyecto Sunrise y en él participaban el Instituto Astrofísico de Canarias y la NASA. Además de completar el propio proyecto era esencial que los medios de comunicación lo reflejasen adecuadamente así que una de las primeras decisiones fue fijar la fecha de lanzamiento del artefacto: en pleno mes de agosto. En esa época las cadenas televisivas no tienen una mala serpiente de verano que echarse a la boca y les viene fenomenal que un puñado de locos españoles manden un globo cargado de instrumental a los límites del espacio.

La suerte nos sonrió en muchas cosas, empezando por esta cobertura mediática. Uno de nuestros patrocinadores se llevó una alegría cuando nos confirmaron desde Tele Madrid que emitirían una pieza de 15 segundos. Imaginaos nuestra (y su) felicidad cuando además de eso otras cadenas nacionales (como Antena 3) nos concedieron 3 minutos de espacio.

La estructura del satélite y el telescopio que montaba pertenecían a la NASA. Ahí iba anclada la caja que contenía nuestro Proyecto Sunrise, elevándolo todo un globo de helio de un tamaño tal que permitiría meter dentro tres Boeing 747. Un proyecto realmente complejo y delicado. Nunca olvidaré la angustia con la que un supervisor alemán me confesó más tarde que había colocado tres tornillos que faltaban, comprados en una ferretería cualquiera, con tal de no suspender el proyecto hasta el año siguiente por faltar la certificación espacial a dichos tornillos.

Con el tiempo me he dado cuenta de la revolución intelectual que se produce por el hecho de contemplar el espacio desde una perspectiva humana. ¿Cómo somos capaces de ver todo esto, qué maravilla se oculta detrás de que hoy podamos ver una fotografía de otro planeta o incluso hecha desde ese propio planeta por un ingenio manejado a distancia desde aquí y que se desplaza por las arenas de Marte o la órbita de un cometa?

Pon al ser humano en mitad de la grandeza del Universo y comprueba todo lo que somos capaces de hacer. Descubre cómo los frutos de esa investigación, desarrollo y exploración espacial revierten en nuestra vida cotidiana y en nuestro propio progreso como especie, como civilización, como individuo.

Me llamo FERNANDO ORTUÑO y, aunque muchos no lo sepan, soy un espaciotrastornado.


@AntonioRentero

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