Nantes, la ciudad de Julio Verne

Viajes, por Eliseo Gómez Bleda

Plaza Graslin

Después de visitar varias veces Nantes, mejor dicho, su aeropuerto, me decidí a pasar unos días en esta ciudad que casi no conocía y que solo había utilizado como inicio de otros viajes (a Bretaña, Normandía o la zona de los Castillos del Loira) y la verdad es que me encantó y me sorprendió.

Es la octava ciudad de Francia -con unos 300.000 habitantes- y la capital de la región de los Países del Loira. Está ubicada a orillas del río Loira y no es la más conocida por los circuitos turísticos, pero es un lugar encantador ubicado entre la tradición y la modernidad: cuenta con grandiosos edificios históricos y, al mismo tiempo, un arte vanguardista que se observa en sus calles. Está plagada de espacios verdes, de hecho, en el año 2013, fue nombrada la “ciudad más verde de Europa”.

Se puede volar desde Alicante, para llegar en unas 2 horas. Desde el aeropuerto hasta el centro se puede ir en autobús por unos 10€, o en taxi sobre los 40€.

Pasaje Pommeraye

El clima es oceánico por su cercanía al mar, a unos 60 km, y su conexión con el río Loira, por lo tanto, llueve bastante. La temperatura media oscila entre los 20º y los 5º y la mejor época para visitarla es desde mayo a septiembre, aunque, como siempre recomiendo, es mejor evitar los meses de julio y agosto por la masificación turística.

Una cosa llamativa al llegar al centro de la ciudad es la línea verde, de 12 km de longitud, que recorre la ciudad. Siguiéndola llevará a los sitios más interesantes, además de indicar lo mejor de su cultura, y descubrir “Les Tables de Nantes” que señala los mejores restaurantes de la ruta, elegidos por personas voluntarias amantes de la gastronomía. Este detalle recuerda a la ciudad de Boston, que tiene algo parecido, el “Freedom Trail” (sendero de la libertad), una línea de ladrillos rojos que va por las calles más céntricas. Una fantástica forma de recorrerla andando y descubrir la ciudad por tu cuenta.

Restaurante La Cigale

En verano se llenan de arte contemporáneo todas sus calles y, en los meses de julio y agosto, se celebra “Le Voyage a Nantes”. A partir de los años 80, que fue cuando desaparecieron los astilleros y buena parte de su industria, Nantes se transformó y pasó a ser una ciudad reinventada a través de la cultura.

Aquí nació el famoso escritor Julio Verne. Las calles están llenas de señales y guiños hacia él. Se pueden visitar la casa donde nació y en las que vivió posteriormente, antes de marcharse a la ciudad de Amiens, donde falleció en 1905, y también el famoso Museo de Julio Verne y varias estatuas de los protagonistas de sus novelas.

El principal monumento que se puede ver en Nantes es el Castillo de los Duques de Bretaña, amurallado con fosos y torreones. Se construyó en el siglo XV como palacio ducal y era usado por la monarquía para pasar allí los veranos. Se puede acceder al Patio de Armas y pasear por sus murallas desde las que se pueden contemplar unas preciosas vistas de la ciudad. En su interior está el Museo de la Historia de Nantes que tiene 32 salas de exposiciones de diferentes épocas. Una cosa llamativa es el grandísimo tobogán de más de 50 metros, situado en el lateral rodeando el edificio, por el que se puede descender desde la Torre de los Españoles hasta el suelo.

Jardín de las plantas

Otro lugar destacado es “Las Máquinas de la Isla”, un antiguo astillero del Parc des Chantiers, situado en una gran isla en el Loira, en el centro de Nantes. Aquí construyeron unos espectaculares animales mecánicos que parecen creados por Julio Verne y Leonardo da Vinci:  hay arañas mecánicas y hormigas gigantes, pero la máquina más impactante es el Gran Elefante, que tiene una altura de más de cuatro pisos y puede llevar a 50 personas a la vez y se puede ver paseando por toda la isla, lanzando grandes chorros de agua y rugidos ensordecedores. También se puede visitar el Carrusel de los Mundos Marinos, de 25 metros de alto, que recuerda a los tiovivos de antaño y está dedicado a las criaturas marinas. 

Siguiendo la línea verde se llega a la calle Crèbillon, la milla de oro de Nantes. Aquí está el Passage Pommeraye, un pasaje de tres plantas con mucha luz y precioso. Tiene todo el techo acristalado y está lleno de tiendas y restaurantes. Una cosa curiosa es que venden latas de sardinas decoradas y la gente las compra como recuerdo de su viaje. También alberga un montón de estatuas y cada una de ellas representa los gremios que trabajan en el pasaje. Cerca de allí hay un bonito edificio, el Lieu Unique, en el que se celebran muchos espectáculos y exposiciones y hasta hace poco fue la sede de la famosa fábrica de galletas LU.

Museo de las Artes.

Algo imperdible en la ciudad es el Jardin des Plantes, donde hay infinidad de plantas raras, traídas de todo el mundo durante tres siglos por los navegantes nanteses. El parque está lleno de estanques, invernaderos y exposiciones de obras de arte. Otra visita muy interesante es la Catedral de San Pedro y San Pablo: fue construida en 1434, tardaron 450 años en acabarla y en el año 1970 fue totalmente destruida por un incendio. Hoy ya tiene su apariencia original, con dos torres de más de 63 m y sus bóvedas de 37 m, mayores incluso que las de Notre-Dame de París.

Aconsejable es subir al piso 32 de la Torre de Bretagna, desde donde se contempla la ciudad entera y, sobre todo, es una maravilla ver la puesta de sol desde arriba. En el último piso hay un bar muy curioso que se llama “Le Nid”, tiene forma de nido de cigüeña y sus sillas tienen forma de huevos.

Siempre que puedo, me gusta visitar los mercados de las ciudades que visito y aquí, en Nantes, merece mucho la pena el mercado de Talensac. Es muy famoso en la región, tiene todos los productos que podamos imaginar de la cocina francesa y una de sus panaderías tiene la fama de tener el mejor pan de Francia.

Basílica de San Nicolás

Nantes tiene unas bonitas plazas, como la “Place Royal”, centro neurálgico de la ciudad y que tiene una preciosa fuente dedicada al río Loira y sus afluentes; también la “Plaza Cours Cambronne”, llena de árboles, jardines y estatuas; la “Place Graslin”, donde se encuentra el famoso teatro “Graslin” y el restaurante más famoso de Nantes, “La Cigale”, con sus buenísimos mariscos y considerado uno de los más bonitos del mundo, merece la pena entrar a verlo.

Unos restaurantes recomendables y no tan caros son “La Reine Margot”, “A Cantine” y “La Souris d´Agneau”. También se puede comer en los puestos del mercado de Talensac. Las comidas típicas de Nantes son las galettes y los crepes con rellenos variados, los mejillones y las ostras, los rillauds (pequeños trozos de panceta cocidos lentamente) y las sardinas a la nantesa (cocinadas con tomate, cebolla y hierbas aromáticas). En cuanto a dulces, los más apreciados son el gateau nantais, que es un bizcocho hecho a base de almendra y ron, y las galettes de St.Pierre, un pastel a base de mantequilla, almendras y azúcar. Los vinos de la zona son muy gustosos. El más famoso es el Muscadet, un blanco seco de esta región que casa perfectamente con los mariscos; también se toma mucho la sidra de Bretaña servida en jarras de cerámica. Los hoteles más recomendables son “Okko hotel Nantes chateau”, “Sozo Hotel” y «Mercure Nantes Centre”.

Fuente de la Plaza Royal

Muy cerca de Nantes hay unos pueblecitos preciosos, como Trentemoult, un pintoresco pueblo de pescadores que está en la ribera del Loira y al que se llega en 10 minutos en un ferry desde Nantes. Otros pueblos cercanos son Rochefort-en-Terre, Josselin, Auray y Vannes. Además, hay muchos festivales y fiestas: la fiesta de la vendimia de agosto es una de las más conocidas; y las “Utopiales” son unas fiestas internacionales de ciencia ficción.

La ciudad está a solo dos horas de París, pero mi consejo es ir a disfrutar exclusivamente de ella y de sus pueblos cercanos, merece la pena y estoy seguro que os gustara mucho.

Recomendaciones de Eliseo

  • Visitar la ciudad en primavera, durante los Carnavales.
  • Probar las “petits beurres”, las galletas más famosas de Francia.
  • Subir en el tobogán del Palacio de los Duques de Bretaña.
  • Ir en ferry al pueblo de Trentemoult.
  • Degustar unas ostras en el restaurante “La Cigale».
Eliseo Gómez Bleda.
2 comentarios en «Nantes, la ciudad de Julio Verne»

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