TRIBUNA LIBRE. Por Leandro Madrid, licenciado en Historia del Arte.
Entre el mar y la montaña, “entre la sal y la mina”, en la ladera del monte Miral, junto a la autovía que desde Murcia y Cartagena lleva a La Manga del Mar Menor, se levanta lo que aún queda en pie del monasterio de San Ginés de la Jara.
Ruinoso y abandonado, rodeado de jarales, piteras y los restos del antiguo huerto de naranjos, higueras, palmeras y otros árboles frutales, se ofrece al viajero que, con prisa, pasa junto a él, como un esqueleto vergonzante de lo que nunca se debió consentir.
Fue el primer monasterio histórico dedicado a San Ginés de la Jara. Se levantó durante el reinado de Alfonso X el Sabio
¿Fue Cayo Munisius, partricio romano, el primer habitante de este solar al construir en él una quinta de recreo, entre cipreses y palmeras, y sobre cuyas ruinas se levantó el monasterio? San Gregorio Turonense que, al parecer nunca visitó estos lugares, cita, cuando las guerras entre Leovigildo, el rey godo, y su hijo Hermenegildo, un monasterio de San Martín entre Sagunto y Cartago-Espatania, próximo al mar donde hay varias islas.
En el siglo XVIII fray Leandro Soler, en su libro ‘Cartagena de España’, dice que la fundación del monasterio es anterior al siglo VIII. Sobre los restos de esas hipotéticas construcciones, y otras árabes de los siglos VIII al XIII, se levantó el primer monasterio histórico dedicado a San Ginés de la Jara. Fue en el reinado de Alfonso X el Sabio cuando los agustinos hicieron realidad la fundación.
Su Santidad el Papa Inocencio VIII, en 1491, otorga poderes al adelantado de Murcia, don Juan Chacón, para la reorganización del monasterio y construcción de la iglesia, claustro, refectorio y demás locales, y para que sea habitado por ocho frailes franciscanos. El Papa Paulo III, el 7 de mayo de 1541, concede culto a San Ginés y fiesta el 25 de agosto, fecha ésta en que se han celebrado, y de nuevo se hacen grandes romerías.
Posiblemente la torre y algunos muros sea lo que queda de aquellas obras, toda vez que es a finales del siglo XVI, y durante el XVII, cuando el monasterio toma el aspecto que, con imaginación y buenos deseos, casi aún mantiene, a pesar de las obras realizadas en los siglos siguientes. El autor de esta obra fue fray Diego de Arce que hizo la iglesia de una sola nave, de mampostería enlucida y que Barroso llenó de pinturas barrocas. Altares con retablos, también barrocos, en las capillas laterales y en la que aún puede verse entre la torre y la nave. El altar mayor se eleva sobre siete gradas, con bello retablo y tuvo pinturas representando a la Virgen, el Salvador y los cuatro Santos de Cartagena.
El 27 de abril de 1677, el Cabildo de Cartagena, reconoce a San Ginés de la Jara como patrono de la ciudad, con la aprobación del obispo de la Diócesis don Francisco de Rojas Borja. La fachada es renacentista con dos escudos, el más pequeño corresponde al monasterio y el superior a la familia de los marqueses de los Vélez, protectores del monasterio y tal vez mecenas de la construcción barroca.
Tras la desamortización de Mendizábal pasa a ser casa de labor y ya no vuelve a tener vida monástica. Propietarios particulares trasforman su fábrica, derriban capillas, convierten el claustro en patio andaluz y dejan que, poco a poco, llegue la ruina, el abandono y la desolación… ¿Hasta cuándo?