La escritora Carmen Posadas en el Foro Nueva Murcia
Por José Antonio Martínez-Abarca. Fotografías: Ana Bernal.
La escritora Carmen Posadas, natural de Montevideo (Uruguay) pero que desde hace ya muchos años forma parte distinguible de la literatura en España, acudió al Real Casino de Murcia a ofrecer una charla/coloquio, en formato relajado junto al crítico de literatura José Belmonte Serrano y el director del diario “La Verdad”, Alberto Aguirre. El público, formado en buena parte por grandes empresarios y prestigiosos profesionales de la Región de Murcia que frecuentan estos encuentros que organiza el Foro Nueva Murcia, se divirtió con las observaciones de la escritora. Posadas habló de asuntos como sus inicios en la literatura, de cómo ha evolucionado el rol de mujer escritora en España o de la corrección política impuesta por el neofeminismo.
Antes del inicio de la charla/coloquio dieron la bienvenida a la escritora el experto en protocolo Ricardo de Prado y uno de los hombres más poderosos de España, Tomás Fuertes, quien alabó las virtudes de la Región de Murcia, “pequeña pero muy bien situada”, para llegar a ser “la California de Europa”. No es, desde luego, la primera vez que se compara a la Región con exactamente California. Recuerdo que hace cuarenta años ya se decía que Murcia iba a ser la California de Europa. Es de esperar que dentro de otros cuarenta estemos hablando al fin en presente, y no como aquello que aún se dice irónicamente de Brasil, que es “un país que tiene y siempre tendrá un gran futuro”. “Nos falta que llegue el AVE, el Corredor Mediterráneo de mercancías, que se ponga en marcha el aeropuerto…”, añadió Fuertes. Nos falta, en fin, California. Eso sí, tenemos más edificios públicos que en Suecia. Teniendo todas esas cosas en la Región, según Tomás Fuertes, “ya no tendremos necesidad de ir a Madrid, a París o a Londres”.
Carmen Posadas no es desde luego la primera escritora española famosa. Pero cuando empezó a publicar libros en España hubo una especie de escándalo social, un asombro generalizado. Sin xenofobia hacia sus rasgos aindiados -porque según Posadas España es el país menos xenófobo dado que los matrimonios entre diversas razas estuvieron permitidos cuatro siglos y medio antes que en Estados Unidos-, pero sí con paternalismo hacia su feminidad. Ella era la esposa de Mariano Rubio, el Gobernador del Banco de España en la época del Presidente del Gobierno Felipe González. Se hablaba de ella como “mujer de”: era guapa, estilosa, alta, distinguida, de maneras suavísimas, y parecía que su sitio natural eran las revistas del corazón, donde su labor debía constreñirse a enseñar su casa para sesiones de fotos y donde, como diría el actor Spencer Tracy sobre la labor interpretativa, “lo único que hay que hacer es salir y procurar no tropezar con los muebles”. Lo que mucha gente no entendió no es ya que escribiera, que también, sino que sus libros fueran hasta buenos.
-Me decían: “con esa carita que tienes para qué quieres escribir”, recordó Posadas durante su intervención en el Real Casino.
“Cuando llegué a España los hombres, queriendo hacer un piropo, muchas veces me ridiculizaban”, añadió. Es lo que llama “el piropo terrorista”, una suerte de caramelo envenenado que en vez de ensalzarte te denigra profesionalmente. Ahora la cosa ha cambiado un poco. Ya es reconocida sencillamente como escritora, como genuina artista, más allá de mujer, y mujer guapa. Incluso más allá de mujer guapa que escribe novelas que se venden, que es uno de los peores títulos con que pueden etiquetar a una artista.
-En 2016, Carmen, se cumplieron 20 años de tu primera novela, “Cinco moscas azules”- recordó el crítico José Belmonte, que siempre creyó en ella.
Posadas retrató a muchos personajes españoles de la alta burguesía y aristocracia… “Nunca se dieron por aludidos. Algunos me felicitaban por la perspicacia y profundidad psicológica en retratar a personajes reales, pero no caían en que eran ellos, siempre creían que hablaba de otro”
En ‘Cinco moscas azules’ Posadas retrató a muchos personajes españoles de la alta burguesía y aristocracia. Aquel madrileñeo del que han hablado muchos. Los que habían sido de la beautiful people, ya muy decadente por entonces. “Nunca se dieron por aludidos. Algunos me felicitaban por la perspicacia y profundidad psicológica en retratar a personajes reales, pero no caían en que eran ellos, siempre creían que hablaba de otro”.
La escritora, según el crítico Belmonte, fue uno de los mejores premios Planeta de la historia, con el libro “Pequeñas infamias”. “Es autora, además, de varios libros de la literatura más difícil que existe, la infantil y juvenil. Es de las escritoras en lengua española que tienen más calidad”, destacó. Sus libros, inicialmente editados en castellano, fueron traducidos a varios idiomas. Ahí llegó la consagración. “Los críticos extranjeros, como los anglosajones, que suelen ser muy duros en sus apreciaciones literarias, quedaron agradablemente sorprendidos con los libros traducidos de Carmen Posadas”, subrayó el catedrático de Literatura de la UMU.
-¿Te sientes ya integrada en la comunidad española? –preguntó Belmonte.
-Al principio me costó. Nadie me tomaba en serio. Había como un cliché.
Tuvo que luchar contra el cliché y contra el piropo masculino que ocultaba sus méritos profesionales. “¿Para qué quieres ser escritora si tienes esos ojos?… ¿Para qué, etc., etc.?…” Trajo Carmen Posadas la anécdota, tal vez mixtificada como tantas cosas en torno a su figura, del gigante catalán Josep Pla, el mejor escritor español del siglo XX sin discusión posible (esto es Nota del Autor, no nada dicho por Posadas o por el crítico Belmonte), de una vez que supuestamente le dijo a una chica “para qué quieres ser escritora si tienes esas piernas”. De nuevo, el piropo terrorista. Mejor es la anécdota, sobre todo porque es absolutamente auténtica, del sobrevalorado Bukowski en un circunspecto programa de letras de la tele francesa, dirigiéndose a Catherine Paysan: “levántate la falda y te diré si eres o no buena escritora”. Así estaba más o menos también el panorama en las fiestas de la alta sociedad española de los años ochenta y noventa.
Se me ha acusado de estar en todas las fiestas sociales. ¿Y qué, no se puede estar en todas las fiestas sociales y además escribir bien? ¿Y qué hubiese sido entonces de, por ejemplo, Truman Capote, que no se perdía una?
Dijo Posadas, no obstante, algo más que problemático de demostrar. Que para ser escritor de verdad hacían falta dos cosas: tener una gran curiosidad y leer mucho. Arriesgado, señora Posadas. La historia de la gran literatura está llena de creadores sin gran curiosidad (o sin ninguna curiosidad) y sobre todo que no leen nada. Un ejemplo cercano, por no irnos lejos, ya que está muy de moda ahora y sus libros se venden muy bien, podría ser el siempre actual y oportuno Julio Camba. Camba ha sido un descubrimiento, y hay que decir que un gran descubrimiento, que les servirá para todo, para los jóvenes lectores de hoy, tras haber estado completamente olvidado para las editoriales durante setenta u ochenta años. Mucho antes incluso de su muerte física. Solamente un puñado de fieles manteníamos la llama. Pues resulta que Camba sólo estaba realmente interesado en comer, y no leía porque decía que le estropeaba el estilo. No sé si en los guateques de la alta sociedad saben quién es Camba, claro.
-Se me ha acusado de estar en todas las fiestas sociales –se defendió Posadas. – ¿Y qué, no se puede estar en todas las fiestas sociales y además escribir bien? ¿Y qué hubiese sido entonces de, por ejemplo, Truman Capote, que no se perdía una?
Esa frecuentación de fiestas le ha servido a Posadas para conocer al personal y los detalles de sus vidas que luego traslada a sus libros. “Me encanta meter a la gente que me cae mal en mis novelas. En la novela los puedo incluso matar y no voy a la cárcel”.
El director de La Verdad, Alberto Aguirre, preguntó, a tenor de la temática de su novela “La hija de Cayetana”, acerca de la niña negra que adoptó aquella Duquesa de Alba que pintó Goya, que qué quedaba hoy en España de la sociedad del siglo XVIII. Gran cuestión. Y sujeta a grandes sorpresas sobre todo en el ámbito femenino, que no pasan desapercibidas para Posadas.
-En el Siglo XVIII la mujer tenía un papel muy relevante en la sociedad, sobre todo en la alta sociedad. Es el siglo de las grandes mujeres. Sus opiniones eran muy respetadas y buscadas. Luego, llegó la burguesía con sus costumbres machistas y represoras y la mujer retrocedió, hasta que de nuevo resurgió en los años 60 del pasado siglo”. Concretamente tras la invención de la píldora anticonceptiva (Nota del Autor).
Según el crítico Belmonte, casi la mitad de los murcianos reconocen que nunca han tenido un libro en las manos para leerlo. Hay, no obstante, un hábito de comprar más libros. Lo que no hay es un hábito de leerlos. Para Posadas, lo que habría que hacer para que se leyese más es “prohibir los libros”. El placer de lo ilegal. Que es como el placer de la piratería: reconoce Carmen Posadas que su último libro sólo ha tardado tres días en ser pirateado en internet. “Al menos han sido tres días. Los libros de Harry Potter antes de salir a las librerías ya están pirateados”.
LA HIJA DE CAYETANA
Hay veces que de grandes fiascos surgen grandes triunfos. Al menos es lo que le ocurrió a Carmen posadas tras tirar a la basura un proyecto de novela sobre maría Bonaparte. El problema es que estaba escribiendo la novela desde el punto de vista de María, que adoraba a Freud, al padre del psicoanálisis, y que a Posadas le parece un charlatán. Se quedó en suspenso hasta que por una de esas casualidades de la vida una amiga le dijo en una conversación banal “¿Tú sabes que la Duquesa de Alba, la de Goya, tuvo una hija negra”. Y, entonces, empezó a investigar.
Asegura la escritora que siempre sigue los consejos de James Boswell (1740-1795), autor de la biografía de Samuel Johnson, considerada la mejor que se ha publicado nunca. El escocés decía que tan importante es prestar atención a la Historia, con mayúsculas, como a lo que los franceses llaman la «petite histoire». Y eso es, precisamente, lo que Posadas ha hecho en La hija de Cayetana (Espasa), su último libro. En él, la escritora uruguaya, ganadora del Premio Planeta y una de las autoras más leídas de nuestro país, narra uno de los episodios menos conocidos de la vida de Cayetana, musa de Francisco de Goya: la Duquesa de Alba adoptó a una niña negra, María de la Luz, que venía de Cuba y era hija de esclavos.