José Mª Falgas es un pintor completo, sin limitaciones genéricas, ni temáticas, que fue empujado materialmente a la especialización en el género del retrato por su sorprendente facilidad para desenvolverse ante la figuración humana.
(Antonio Cobos)
ARS CASINO. Por Loreto López.
No voy a ocupar estas páginas en repetir una larga biografía del pintor D. José Mª Falgas Rigal, si Vdes tienen curiosidad no han de hacer otra cosa que una búsqueda por internet y encontrarán una gran cantidad de páginas sobre él.
Tampoco se trata de hacer un anecdotario de lugares comunes, por vecindad frente al Segura que tantas veces plasmó en sus cuadros o por disfrutar ambos de la maravillosa costa mazarronera; de amigos comunes, en especial de su primo y acompañante fiel, el periodista José Mª Falgas; o de experiencias compartidas, desde un día lejano de finales de los 70 en que nos conocimos cuando, junto a mi compañera y amiga Charo Ortiz, estudiantes de Historia del Arte, cuidábamos de una colectiva en la que él participaba, en la pequeña sala de exposiciones a la entrada del Museo de Bellas Artes, hoy desaparecida.
De entonces surgió una amistad, fácil con alguien de su carácter cercano y sencillo, y mi interés por aprender acuarela con el Maestro, sí, con mayúscula, pues era raro quien al cruzarse con él no se le dirigiera con este término, signo de la merecida admiración que despertaba en sus paisanos. Mi aprendizaje duró poco tiempo, el justo para darme cuenta de que se trataba de un arte difícil de controlar y no por la gran pericia, los esfuerzos y paciencia del profesor, sino por lo nulo de mis aptitudes; sonrío al recordarle con qué animoso aliento me alababa el encaje del dibujo y su desesperación cuando me observaba al introducir color, aunque jamás me soltó un merecido exabrupto, su exquisita educación se lo impedía, su cara hablaba sin palabras.
Pero he dicho que no voy a contar anécdotas, en el recuerdo quedan para la evocación. Hablemos hoy del legado pictórico que este gran murciano ha dejado en la colección del Real Casino de Murcia.
Su relación con nuestra institución comienza a finales de los años 40 del pasado siglo, como recordaba él mismo en una entrevista para RCMAGAZINE, cuando solicita y consigue una beca para ampliar su formación en la Academia de Bellas Artes de Madrid, del que era alcalde y presidente del Casino, D. Agustín Virgili.
En septiembre de 1953, recién regresado de su exitoso periodo formativo, pues ya había obtenido algunos galardones en la capital, realiza su primera exposición en la Sala Alta del Casino. La crítica en la prensa local, de la pluma de D. Carlos Valcarcel, da buena cuenta del evento:
Falgas vuelve hecho un pintor. Nos lo dice a las claras su acabada obra. Sus paisajes de Cuenca arrancados al sol de Castilla, al árido suelo de la meseta para trasplantarlos a la superficie de un lienzo en el que la obra se vuelve, se convierte en viva y palpitante representación del paisaje, del tono, de la gama, si bien transcrita, no con el verismo de una retina, sino con la imaginación de un artista.
Por eso, y aunque nos extrañe en un paisaje del eremitorio de La Luz, nuestra vega torna sus verdes esmeraldas, por azules marineros.
El retrato también se nos muestra veraz, pero sin desasirse de ese algo con que el pintor ve las cosas. Pudiéramos decir que primero las recoge tal y como se las expone para luego idealizarlas tal y como su imaginación creadora se las dicta.
Los bodegones siguen siendo el punto fuerte de su arte. Sus barros, sus cobres, sus porcelanas y sus cristales no sólo tienen cuerpo, volumen, sino tacto. Se perciben con la vista, se acarician con el tacto.
De una muestra de todo ello cuenta la colección de arte del Casino, gracias a las numerosas exposiciones que realizó en sus salas. Buen ejemplo es el “Paisaje”, que bien pudiera corresponder a la serie a la que alude Valcarcel en su crónica de aquella primera exposición, con tonos vibrantes rayando el expresionismo; o el “Bodegón del cardo”, cuya dedicatoria “a la tertulia de la Capilla” da fe de la estrecha relación que mantuvo con la institución hasta sus últimos días, llegando a concedérsele en 2011 el título de Socio de Honor.
Pero quizás lo más representativo sean los retratos de sus presidentes, que muestran su dominio en la técnica de la acuarela, su maestría: D. Juan López Somalo (1847), D. Eulogio Soriano Fernández (1887 – 1889), D. Ángel Guirao Girada (1897 – 1900), D. Emilio Díez de Revenga Vicente (1912 – 1916), D. Rogelio Manresa Illán (1926 – 1929), D. Isidoro de la Cierva Peñafiel (1929 – 1932), D. Pedro Baró Sánchez (1932 – 1936), D. José Viudes Guirao (1939), D. José Fayrén Cebrián (1939), D. Agustín Virgili Quintanilla (1940 – 1963) D. Alfonso Pasqual del Riquelme y Sandoval, Conde de Montemar, (1963 – 1973), D. José María Palazón Godínez (1973 – 1976) y D. Ángel Fernández Picón (1985 – 1987).
Como colofón el retrato al óleo de gran formato que realizara en 2003 al entonces príncipe de Asturias, S.M. Felipe VI, dentro de una serie por encargo de la Consejería de Cultura de la Región de Murcia, siendo entonces su consejero nuestro actual presidente, D. Juan Antonio Megías, de nuevo ese vínculo presente desde sus inicios.
La obra, de vibrante colorido, naturalidad y viveza expresiva, fue donada por José Mª Falgas en 2014 al Real Casino con motivo de la coronación del monarca y actualmente podemos contemplarla al ascender por la gran escalera de acceso a aquella Sala Alta que tantas veces acogió su pintura.
Hasta siempre, Maestro
Que ciertas palabras dedicadas a él y que grande era el maestro. Gracias por todos los momentos e historias que me contaste. Un abrazo multicolor al cielo.