LOS OTROS ARQUITECTOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL CASINO: JOSÉ MARÍN-BALDO Y CAQUÍA

ARS CASINO. Por Loreto López

Durante un corto periodo de tiempo, apenas cinco años, entre 1885 y 1890 don José Marín – Baldo y Caquía (Murcia, 1826 -1891) ejerce como arquitecto de las obras del Casino de Murcia como sustituto de Justo Millán.

José es hijo del que fuera durante varias legislaturas alcalde de la ciudad de Murcia, Salvador Marín-Baldo y Fullea, quien emprendió grandes reformas urbanas y en 1848 transformaría la antigua alameda del Carmen en el jardín dedicado a Floridablanca. Puede que ese interés por la modernización urbanista de don Salvador empujara a su hijo a estudiar en la recién creada Escuela de Arquitectura de Madrid, donde obtiene el título en 1853, pasando entonces a completar su formación en París.

Hombre de inquietudes humanistas, no solo desarrollará en la capital francesa sus estudios como arquitecto, también dedicará parte de su tiempo a cultivar el arte de la pintura, con predilección por el paisaje, siendo alumno de Joseph Nicolle (Fontenay, 1810-1887), pintor especializado en arquitecturas y dibujante jefe de la Manufactura de Sèvres.

Buena muestra de su más que afición a la pintura es su participación en varias exposiciones nacionales o que aparece en el listado de colaboradores de los hermosos dibujos en la obra Monumentos Arquitectónicos de España, publicada entre 1859 y 1881. Aunque esta faceta cuenta con la dificultad para su estudio de ser la profesión de su hijo que, con el mismo nombre de pila, puede confundir en la atribución de obras no bien estudiadas. Como bien sabemos, este último es el autor del precioso techo del tocador de Señoras, “La Noche o el embrujo de Selene”.

Tras la riada de Santa Teresa diseña para la huerta unas singulares barracas elevadas sobre postes, para solucionar el grave problema de estas frágiles viviendas ante las avenidas del Segura

Desarrolló también nuestro personaje de hoy una faceta literaria, de la que podemos destacar el ensayo sobre el arte de la arquitectura bajo el título «Lo que dijo Juan de Herrera». En El Semanario Murciano publicó su novela por entregas “Fuensantica”, de ambientación local.

Aunando las artes de la escultura y la arquitectura, diseñará el retablo de las reliquias en estilo neorenacentista para la Catedral de Murcia, tras el incendio de su capilla mayor en 1854, ubicado en el lateral de la Epístola, y el monumento a la memoria del Cardenal Belluga en 1876, que no fue realizado, pero obtuvo un premio en los Juegos Florales de ese mismo año. Aunque sin duda la fama internacional le vino dada en 1866 por el diseño del grandioso monumento a Colón, cuya maqueta fue subvencionada por la reina Isabel II para la Exposición Nacional de Bellas Artes y, diez años más tarde, recibió la Medalla de Oro de la Exposición Universal de Filadelfia, aunque el elevado coste de su ejecución hizo imposible que esta se realizara.

En el terreno puramente arquitectónico se conocen algunos interesantes proyectos. Fue nombrado arquitecto provincial de Almería en 1859, cargo en el que se mantuvo una década, intervino en la reordenación urbana de la misma, realizando entre otros el paseo del Príncipe D. Alfonso y diseñando numerosas viviendas.

De regreso a Murcia como arquitecto provincial, en 1869, realiza en estilo ecléctico de inspiración medieval el cementerio de Jumilla y la torre de la iglesia de la Asunción en Cieza, junto a algunos edificios de viviendas. Quizás lo más interesante sea que, con motivo de la tristemente famosa riada de Santa Teresa en 1879, diseña para la huerta unas singulares barracas elevadas sobre postes, para solucionar el grave problema de estas frágiles viviendas ante las avenidas del Segura.

Tras un periodo como arquitecto del ministerio de Hacienda en Madrid, finalizará su vida profesional como arquitecto municipal de Murcia, ya en 1888.

En cuanto a su relación con nuestro Casino, la única certeza es el encargo del proyecto para la adecuación del edificio en su salida hacia la calle Príncipe Alfonso

En cuanto a su relación con nuestro Casino, la única certeza es el encargo del proyecto para la adecuación del edificio en su salida hacia la calle Príncipe Alfonso, Trapería, tras la compra de las viviendas que obstaculizaban la expansión del conjunto, cuya memoria y planos son entregados a la junta directiva unos días antes de su fallecimiento; será su sucesor como arquitecto de la institución, Pedro Cerdán, quien hará realidad la tan ansiada remodelación. Aunque hemos de destacar que, durante el tiempo de su actividad, el Casino se embellece decorativamente, entre otras cosas con las fastuosas lámparas, espejos y tarima de madera del Salón de Baile, instalándose la luz eléctrica en nuestro edificio como gran primicia en toda la ciudad.

Loreto López. Historiadora y restauradora.

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