…al fulgor del incesante relámpago que no aterra
y que es esclavo del hombre que le llama luz eléctrica…
(Fragmento de poema anónimo en La Paz de Murcia, jueves 8 de septiembre de 1887)
ARS CASINO. Por Loreto López.
Que difícil nos resulta imaginar los ambientes del pasado sin la iluminación del presente. Ya ven, siglos y siglos de penumbra u oscuridad vividos por la humanidad precedente y hoy nos cuesta poner esa tenue ambientación cuando recreamos mentalmente escenas de otros tiempos.
Esto de la luz eléctrica, que hoy vemos como lo más natural del mundo, fue en su momento, allá por los últimos años del siglo XIX, un acontecimiento de primer orden del que se hacía eco prácticamente a diario la prensa nacional y local, incluso dando motivo para viñetas cómicas o poesías. Aquello resultó una verdadera revolución, también en nuestra ciudad, primero en lo público, con la instalación pausada de algunas farolas desde 1886 en los sitios más emblemáticos, sustituyendo las antiguas de gas, y casi simultáneamente en los ambientes privados, siendo pionero en Murcia nuestro Casino.
En un principio el alumbrado eléctrico partía de un generador instalado en el interior del propio edificio, que daba más problemas que alegrías, por sus continuas roturas y un infernal ruido que irritaba al personal, que había de soportarlo en las antes plácidas veladas de tertulia. Este generador necesitaba de una fuente de agua que refrescara el artilugio, de ahí que se realizara una compleja construcción, incluyendo la apertura de un pozo contiguo en lo que hoy es el Patio Azul.
“Ayer se empezó a trabajar en el Casino para hacer un pozo artesiano en el patio, que alimente de agua las calderas de vapor para la máquina de la luz eléctrica. Dicho pozo lo abrirá el conocido maestro Víctor Martínez Espinosa.” (Diario de Murcia 27 de septiembre de 1887).
Y tras varios meses de obras de instalación, pruebas fallidas, roturas y cambios en la directiva del Casino, el día 6 de diciembre de 1887, ¡por fin, se hace la luz eléctrica! “El domingo en la noche se hizo un ensayo de la luz eléctrica en el casino, en la hora del sarao, llamémosle así y no matiné; dando la luz eléctrica un deslumbrador resultado.”
La primera estancia donde se instaló fue en el salón de Café, hoy restaurante, y como no podía ser menos, para mostrar el poderío de la institución, también un gran globo que resaltaba alumbrando la puerta de entrada, para asombro de los viandantes, globo que bien podría semejarse a los que aún podemos ver en las galerías interiores; pero recuerden, estamos hablando de la actual puerta lateral, en la confluencia entre las calles Arquitecto Pedro Cerdán y la de Radio Murcia, que aún faltaban años para que el Casino abriera su gran fachada a la Trapería.
Tardaría en generalizarse esta iluminación en el resto de dependencias, todavía con luz de gas, lo que se suplía, para los grandes bailes de sociedad, con la instalación en el Salón destinado a tal fin de unos globos de arco voltaico, algo que nos cuesta imaginar por el aparataje abultado y complejo que suponía.
Fue D. Eulogio Soriano Fernández, presidente de la entidad por aquel entonces, a quien le correspondió el honor de inaugurar la electricidad en el edificio, aunque siendo justos hemos de atribuirle la iniciativa a su antecesor, D. José Cayuela Ramón, el mismo que había gestionado la compra de la magníficas lámparas del Salón de Baile, como vimos en el anterior número, al que podríamos llamar con toda razón “el gran iluminador”.