DE MURCIA AL CIELO. Por Carmen Celdrán.
José Moñino y Redondo nació el 21 de octubre de 1728 en la murciana calle de Polo Medina, en Murcia, y se crio en el barrio de San Juan, al que quedó ligado para siempre.
Estudió en el Seminario de San Fulgencio (hoy escuela de arte dramático). Después cursó los estudios de Derecho en Orihuela, y se doctoró en Salamanca.
Ejerciendo como abogado trabó importantes amistades que lo llevaron al mundo de la política: Conoció al Duque de Alba y a Diego de Rojas (presidente del consejo de Castilla, Obispo en Cartagena), quienes le facilitaron la entrada como Fiscal al Consejo de Castilla, donde forjó amistad con Campomanes, que llegaría a ser Ministro de Hacienda bajo el gobierno de Floridablanca. También la política le granjeó enemigos, como el Conde de Aranda.

Retrato del Conde de Floridablanca, de Girolamo Batoni.
A mediados del siglo XVIII se libraba en España una ardua guerra política entre la Corona y la Iglesia. La monarquía borbónica, importando las ideas de la Ilustración, trataba de racionalizar el gobierno y separarlo de la autoridad religiosa, aplicando aquello del “despotismo ilustrado”. Campomanes y Moñino eran regalistas, es decir, luchaban en el bando del rey Carlos III frente a la Iglesia. Como consecuencia de esa lucha, la influyente y poderosa Compañía de Jesús fue expulsada de España, y además se les aplicó un expediente de desamortización eclesiástica que les privó de todo su patrimonio.
Por su fidelidad al rey, Carlos III le nombró Conde, tomando el nombre “de Floridablanca” de una finca que tenía en Alquerías. Desempeñó importantes cargos bajo el reinado del “Rey Alcalde”. Fue embajador plenipotenciario ante la Santa Sede, Secretario del Despacho de Estado, y Primer Ministro. A su muerte, Carlos III ordenó a su hijo que mantuviera la confianza del murciano, que siempre le había sido fiel.
Son muchos los avances que introdujo el Conde de Floridablanca en la España de finales del XVIII: se preocupó por mejorar el servicio de correos y la enseñanza; recuperó para los españoles la isla de Menorca, que había sido apresada por los británicos en la guerra de sucesión española, elaboró el primer censo español moderno, donde se recogía el sexo, la edad, y el estado civil de la población.
En cuanto a Murcia, el Conde ordenó que se hiciera la carretera del Palmar; de este modo, a través del puerto de la cadena, se une el Barrio del Carmen con Cartagena, evitando las zonas que eran conflictivas para los viajeros, por la abundancia de bandoleros.
Nuestro paisano falleció un 30 de diciembre de 1808, en Sevilla. Tras su muerte, su cadáver quedó expuesto en la sala de los Embajadores del Alcázar hispalense. Al día siguiente el féretro entró a la Catedral por la puerta Mayor, que es un privilegio de Reyes, y recibió sepultura en la Capilla Real junto a Fernando III, Alfonso X, y María Padilla.
Su féretro entró a la Catedral por la puerta Mayor, que es un privilegio de Reyes

Tumba del Conde de Floridablanca en la parroquia de San Juan. Sobre ella, la placa colocada por el club liberal Conde de Floridablanca.
Floridablanca en su testamento pedía lo siguiente: “si falleciera en Murcia, que se me sepulte en mi Capilla de la Parroquia de San Juan Bautista, y en su Panteón; y si falleciera en otra parte se me depositará en la Parroquia en que muriese. Pero cuando se cumpla el año de mi muerte se trasladen mis huesos al Panteón”.
Sin embargo, su voluntad no se cumplió hasta pasados más de cien años de su muerte. Fue el alcalde López Ambit, quien pidió en los años 30 del siglo pasado el traslado a Murcia. Los restos del conde llegaron a la estación del Carmen, allí le esperaban tanto las autoridades, como los ciudadanos para recibirlo. Sus restos fueron trasladados en una carroza funeraria tirada por 6 caballos hasta San Juan Bautista.
Hoy la tumba permanece olvidada, arrinconada, en la parroquia del murciano más ilustre
Hoy la tumba permanece olvidada, arrinconada, en la parroquia del murciano más ilustre. Solo una triste placa del club liberal Conde de Floridablanca recuerda a D. José Moñino. Sin embargo, según algunos testigos, unas recientes obras de remodelación y traslado de los restos mostraron que la tumba se encuentra vacía, ignorándose, en tal caso, el paradero de los restos.
El año pasado el Ayuntamiento de Murcia promovió una exposición en el Almudí dedicada a Floridablanca, un homenaje muy emotivo donde se reunieron 300 piezas cedidas por distintas instituciones, entre ellas, el Museo del Prado, el Thyssen, el archivo de Simancas, etc.
Pero es hora de homenajear a un murciano universal. Propongo que para el aniversario de su nacimiento el 21 de octubre nos acerquemos sobre las 18.30 a la Iglesia de San Juan Bautista para rendir homenaje a uno de los murcianos más importantes de la Historia.

@CarmenCeldran