Mágicas palabras, por Consuelo Mengual.
Crónicas a contrapelo (Newcastle Ediciones, 2022), de la filósofa y escritora Cristina Guirao, permite un sugerente diálogo con El libro de las maravillas (1298-1299), de Marco Polo, “viajero del futuro” que cartografió un mundo desconocido en su época, al evocar ciudades tan diferentes, mágicas y misteriosas para nuestra cultura occidental.
Marco Polo, durante su cautiverio, dictó a Rustichello de Pisa el mundo que había conocido ¿Qué le atrae de aquel texto, también conocido como El Millón?
El conocimiento situado de toda la humanidad, un viaje contado a los mercaderes que acaba haciendo reflexiones sobre las ciudades. Porque los estudiosos y ensayistas acabamos con reflexiones abstractas y generales. Sin embargo, la literatura de viajes te obliga al conocimiento empírico, te permite poner el pie en la tierra.
Marco Polo, como personaje, dialogaba con el Gran Kubai Kan sobre los nodos económicos y la organización de las ciudades.
Me gusta ver ciudades y su forma de ordenarse. Volvería a las ciudades griegas y romanas, que crean espacios públicos donde hablar de los asuntos comunes que hacen ciudad: el pórtico, el mercado, el lugar de los lares… la importancia de la plaza pública como lugar de arquitectura que crea sociedad.
¿Qué es el “no lugar” de Marc Augé?
Pues, es justo lo contrario de lo que acabamos de hablar. Un “no lugar” es aquel que anonimiza a las personas; son lugares en los que nos vigilan y controlan, donde siempre debemos de ir con nuestra tarjeta de identificación en la boca; espacios de desidentidad, como los bancos, aeropuertos, hospitales… te hacen perder el alma. Y, como nuestra modernidad prospera, cada vez más todas las ciudades se están convirtiendo en un “no lugar”, dominadas por un parque temático de marcas comerciales que nos hacen sentir que estamos siempre en el mismo lugar.
Admirando la belleza de Venecia, ¿puede un lugar convertirse en un fractal?
Cualquier foto que realices allí es maravillosa, es un capital visual de belleza ¿No será más real la Venecia fotografiada que la propia ciudad? Porque es así como viajamos, comprimiendo fractales y haciendo encuadres. Un fractal es una pequeña imagen que contiene la totalidad. Venecia, una economía flotando, vive de mostrarse como ciudad maravillosa, extremadamente bella. También las nieblas venecianas de los cuadros de Turner representan su belleza oculta.
Evoca al Vesubio como una metáfora cognitiva del alma de la ciudad.
Nápoles es una ciudad explosiva. Ver las pintadas de las calles, cómo chillan, ese caos… todo sucede y bulle en la calle. Ese Nápoles volcánico se deja ver muy bien. Ojalá no cambie nunca ese sur.
¿Qué papel representa la mujer en el espacio público?
Debemos estar ahí, con nuestras miradas, nuestras maternidades o no maternidades, aportando nuestra experiencia porque somos la otra mitad de la humanidad; ser sujeto del relato real de las ciudades, de conocimiento y literatura; ser mujer flaneur, como Virginia Woolf; reivindicar responsabilidad social.
“Pompeya es uno de esos lugares que recuerdan más al tiempo que al espacio” ¿Por la melancolía de sus ruinas?
El Romanticismo proyectó su melancolía en las ruinas. Pompeya te encapsula en toda su época. Te dice: así fuimos y así nos hemos quedado. El Vesubio, Dios protector, se cargó la civilización, pero la protegió en el tiempo.
Las librerías son una parte muy destacada de sus viajes, como Marco Polo, que siempre las visitaba.
Son “pequeñas embajadas de la cultura”. Entro en ellas como una exploradora. Me encanta Shakespeare and Company en París, donde los libros se caen, se expanden hacia arriba; moverte en esa situación donde aparece el libro que me encuentra para ser mi acontecimiento.
La cámara de Marco Polo fueron sus propios ojos y las historias que otros le contaban ¿Tiene hoy todo que ser fotografiado para existir?
Hoy, la realidad sólo existe para ser fotografiada. La realidad es pura imagen. La experiencia del viaje de antes, como acontecimiento y crecimiento interior, se contrapone a la manera en la que hoy viajamos, donde todo es más globalizado. Sin cámara de fotos el viaje no ha existido. Vamos a los sitios que antes hemos visto, a los iconos de la cultura, como el “viajero inmóvil” de Chema Madoz.
¿Cómo mirar a contrapelo? Las cosas que Marco Polo describe eran inauditas: “un licor tal que aceite que brota de la tierra” (el petróleo), “unas piedras negras que arden” (el carbón), papel moneda en China, frutas exóticas, piedras preciosas, comidas raras…
Hubo un momento en la humanidad en el que cómo no te ibas a admirar de lo que no conocías. La Filosofía es eso, la mueve la admiración. Pero hemos perdido esa capacidad. Somos muy nihilistas. Hay que reinventarse: viajar sin cámaras, o con otras más antiguas, elegir los espacios y los momentos para mirar de otra manera.
¿Y el movimiento oblicuo?
Aceptar que las élites son así y serán siempre así. Es la idea que transmite “El gatopardo”, de Lampedusa, que todo cambie para que todo siga igual. Ahí, en una historia familiar, está la historia política de la humanidad. No hay revolución posible, nada se cambia.
¿Cómo habitamos el mundo? Marco Polo también habló de los usos y costumbres de los pueblos que visitó como un precursor de la antropología.
Lo deshabitamos, estamos en una crisis del deshabitar, no creamos espacios comunes. Y cuidar los espacios comunes da identidad. El Mar Menor es un ejemplo de ello.
¿Qué papel juega la parte emocional en el viaje?
Es importante. Salir de las rutinas nos permite estar abiertos a la belleza, ser mejores. Viajar es desplazarse, hacerse nómada. Marco Polo también destaca que cada vez que describe una ciudad está diciendo algo de Venecia, su ciudad, su referencia
Nos dice el sociólogo Richard Snnett que en Toledo fue “posible la pertenencia a un grupo más allá de la territorialidad”.
Tenemos que alcanzarlo algún día: ser humanidad sin necesidad de que el territorio sea tuyo.
Curiosamente, Marco Polo menciona el Camino de Santiago ¿Quién es el peregrino?
El peregrino es un sujeto dispuesto a crecer interiormente, en su vida y personalidad, caminando.
El paso del tiempo ¿concede alma a las cosas? Marco Polo finalizó así su obra: “Yo sólo he contado la mitad de lo que vi”.
Si pasas por el mundo sin alma y sin crecer internamente, es que has sido un necio, has tirado y derrochado la vida.