Por Elena García. FOTOGRAFÍAS: MURAM.
‘El pensador’ de Rodin fue el atractivo reclamo con el que se abrió, en abril de 2009, el nuevo centro de la Región de Murcia dedicado al arte moderno, ese arte creado desde finales del siglo XIX hasta los inicios de la segunda mitad del siglo XX, del que los creadores murcianos nos legaron abundantes y buenos ejemplos. La obra del conocido escultor francés, así como el resto de piezas que componían la exposición ‘La Era de Rodin’, fueron una cesión privada temporal para el recién creado museo. Fue un lanzamiento brillante para un espacio que iba a ser referente y que, sin embargo -y aunque ha sido el escenario de diferentes muestras temporales de marcada calidad- aún está pendiente de que se le dote de una colección propia que conforme la identidad del Museo Regional de Arte Moderno (MURAM) y le otorgue independencia y autonomía. Las puertas del museo se abrieron en 2009, pero cabe destacar que el decreto de creación del Museo se firmó el 20 de noviembre de 2001, siendo consejero de Turismo y Cultura Juan Antonio Megías, actual presidente del Real Casino de Murcia.
“En la actualidad el palacio Aguirre es la única pieza permanente del museo y la más importante”, manifestó Natalia Grau, directora del centro desde su inauguración, en la ponencia que ofreció en el Real Casino, integrada en el ciclo de conferencias ‘Lunes de Museo’, que se vienen celebrando desde 2016.
El Palacio Aguirre es uno de los iconos modernistas de la ciudad portuaria. Construido en 1901 por el arquitecto Víctor Beltrí, el edificio fue “un hito urbano”

Natalia Grau.
Ubicado en el casco antiguo de Cartagena, en la Plaza de la Merced, el Palacio Aguirre es uno de los iconos modernistas de la ciudad portuaria. Construido en 1901 por el arquitecto Víctor Beltrí para Camilo Aguirre (quien fuera un acaudalado industrial minero) el edificio fue “un hito urbano”, según señaló la ponente. “Siempre ha estado ligado a la historia de la ciudad y está muy presente en el recuerdo de sus habitantes”, expresó.
El MURAM ocupa el elegante palacio (que también comparte con Presidencia de la Comunidad Autónoma) y un edificio anexo que fue donde inicialmente se ubicó el museo, obra de Martín Lejarraga (mismo arquitecto que firma el edificio de la Fundación Pedro Cano, de cuyo espacio hablamos en el número anterior de RCMAGAZINE). “El anexo tiene influencias del modelo Pompidou y Guggenheim, con una estética industrial”, comentó Grau. La visita al museo combina, por lo tanto, espacios muy diversos, con salas amplias y diáfanas y espacios más reducidos, lo que le da dinamismo al recorrido.
“El principal obstáculo que tenemos es la falta de independencia del centro”
Tras la exposición dedicada a Rodin -hasta el momento la más destacada y visitada del museo-, Natalia Grau destaca la exhibición temporal “Tiempos modernos: Un recorrido por el arte contemporáneo español. Colección MURAM», organizada con los fondos de arte de la Comunidad Autónoma en 2014, que incluía obras de grandes nombres de artistas españoles y murcianos, como Dalí, Tapies, Pedro Cano, Ramón Gaya, Manolo Valdés o Antonio Ballester, entre otros. “Se tenía la intención de que esa muestra fuera el germen de la colección permanente del museo, aunque finalmente no se firmó”, lamenta la responsable. “El principal obstáculo que tenemos es la falta de independencia del centro. La dotación de la colección permanente depende de la voluntad de los cargos políticos y por el momento es imposible prever cuándo contaremos con ella”, apunta la directora, que comenta que “la mayoría de las exposiciones temporales proceden de otros museos, artistas o colecciones privadas”.
En cuanto a la museografía del MURAM, el espacio anexo mantiene el paradigma de los museos de arte contemporáneo, basado en el “white cube” o cubo blanco; salas blancas, cuadradas, asépticas, que invitan a la “contemplación mística”, como mostró la responsable. Sin embargo, Grau apuesta por romper con esa tendencia museística, al considerar que está quedando obsoleta, y ha creado otras propuestas en algunas de las exposiciones que ha coordinado. “Introducir otros colores además del blanco (sin excluirlo), así como romper con ese aspecto de templo-quirófano del museo, ayuda a que se perciban los museos de arte contemporáneo como más cercanos al público general”, reflexiona. La inclusión de gama cromática y de nuevos recursos hace que los espectadores se sientan menos intimidados por el arte y el espacio, opina la conservadora. “Se crea un entorno que invita a disfrutar del arte, no solo reverenciarlo”.
“Romper con el aspecto de templo-quirófano del museo ayuda a que el público perciba los museos de arte contemporáneo como más cercanos”
Por otro lado, el MURAM apuesta por el dinamismo a través de actividades en colaboración con otras instituciones y organismos, dirigidas a favorecer la integración, la igualdad de género o el consumo responsable, según manifestó su directora. Desde su inauguración hasta mayo de 2018, el espacio ha recibido 130.000 visitantes. Aunque no se trata de una cifra muy elevada, en los últimos años ha dado un repunte aumentando su número de visitas anual, entre otros factores por el aumento de las exposiciones temporales. Si bien se trata de un espacio activo, el MURAM precisa de un impulso que solo puede conseguir con una colección propia y permanente, que ponga en valor no solo el centro sino el propio arte moderno y contemporáneo que posee la Región de Murcia y acerque a la masa social los creadores y las obras que definen una época reciente e imprescindible de nuestra Historia.

Elena García