PINCELADAS. Por Zacarías Cerezo.
Nosotros, amantes de vivir la vida sin analizarla, si tuviéramos que describir nuestro verano ideal lo haríamos con una imagen de relax en una playa de Águilas, La Puntica o Mazarrón, cerveza en chiringuito y quedada con amigos; quizás añadiríamos un poco de cultura: la lectura de un libro sobre una tumbona recibiendo la brisa marina. Pero un artista como este, más refinado, que se nutre de Fidias y PraxÍteles, representa el verano con una alegoría donde incluye a una señorita de bellas proporciones, adornada con velos que desvelan, un niño bien nutrido y manojos de espigas, frutos y girasoles. Los artistas son necesarios porque nos alejan de la mediocridad, aportan belleza a la vida, nos hacen pensar y deleitarnos con sus cosas. ¡Qué haríamos sin artistas!
No obstante, una vez oí un elogio de la gente mediocre que me convenció. Porque las legiones de hombres y mujeres corrientes que componen nuestra sociedad son los que hacen que todo funcione y este mundo sea habitable. Gracias a ellos fluye el agua cuando abrimos el grifo o se enciende la luz cuando pulsamos un interruptor, hay café para el desayuno y las calles están puestas y limpias cuando salimos. Es la maravillosa gente corriente. ¡Qué sería de nosotros si todos fuésemos artistas!
¡Feliz verano!