LA BATALLA DE ELCHE

NUESTRO REAL MURCIA. Por Damián Mora.
Marchaba nuestro Real Murcia líder de la Segunda División aquel frío domingo de febrero de 1973 cuando el calendario nos indica que debemos rendir visita al viejo Altabix, de nuestra vecina Elche. La salida es complicada. No en vano el equipo ilicitano le pisaba los talones en la segunda posición de la tabla. Se barruntaba un derbi duro, no ya por la tradicional rivalidad de los equipos, sino porque ambos bandos se habían encargado de calentar el choque durante la semana previa.

Salimos hacia la ciudad de las palmeras mi padre, mi amigo Miguel Ángel y yo. El trayecto a Elche va amenizado por anécdotas que mi padre nos cuenta de los desplazamientos de antaño. Unas se me quedan en la memoria y otras las olvido.

En el bar de Pazos, junto al viejo estadio, mi padre, que había quedado con su amigo Pepe Garrido, exportero del Real Murcia de los años 50, nos envía a otra localidad distinta y cuál fue nuestra sorpresa que la ubicación corresponde justo en el centro de una de las peñas más radicales del Elche, donde hay un grupo de descamisados -estamos en el mes de febrero-, con gran variedad de bombos y tambores de animación. Como no llevábamos signo externo alguno que nos identificara con el Real Murcia, pasamos desapercibidos y convinimos evitar gestos de cierta euforia para el caso de que nuestro equipo marcara algún gol.

a un gol consolidando el liderato en Segunda División. De pie; Ojeda, Ponce, José, Moreno, Ruiz Abellán y Canito. Agachados; Chinchurreta, Murciano, Vera Palmes, Juárez y López.

Dicho y hecho. Cuando finalizando la primera parte el ariete grana, Vera Palmes, de un fuerte disparo establece el cero a uno en el marcador, mi amigo y yo nos miramos, sonreímos, apretamos los puños y murmuramos por lo bajo ¡golito, golito¡.

Como era de esperar, el partido entró en una dinámica muy brusca e incluso agresiva entre los jugadores, que tiene su reflejo en la grada con constantes peleas entre las aficiones de uno y otro equipo. Cada entrada de un jugador murcianista a un rival desata una catarata de insultos difícil de reproducir. En aquella época las aficiones no estaban separadas como en la actualidad. Las entradas se vendían indistintamente en la taquilla sin distinción de si eras local o visitante.


Cada entrada de un jugador murcianista a un rival desataba una catarata de insultos difícil de reproducir


Ya en la segunda parte, cuando se produce el empate del Elche, obra de Sitjá, la explosión de júbilo de todos los que nos rodean hace que nuestra actitud, bastante más pasiva, pase desapercibida.

El empate nos favorece por cuanto seguimos manteniendo la distancia con nuestro perseguidor, además de aventajar en el gol average particular al equipo ilicitano ante un eventual empate al final de temporada, que no se dio.

Y con esta dinámica bronca y agresiva concluyó el partido en tablas. Por parte de nuestro Real Murcia, el partido se cobró las lesiones de Juárez, Ruiz Abellán y López, que le impidieron jugar la siguiente jornada en la Condomina.

En el último partido de esa temporada 1972-73, con el empate a tres goles en la Creu Alta, de Sabadell, nuestro Real Murcia consigue el séptimo ascenso de su historia a la Primera División como campeón de la Segunda División, acompañado por el Elche que se clasificó en segunda posición.

Los derbis, por tanto, en la siguiente temporada lo serían en la División de honor.


Damián Mora.

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