FRANCISCO BOLARÍN “EL JOVEN”, PRIMER ARQUITECTO DEL CASINO

ARS CASINO. Por Loreto López.
Siempre que se hace mención al artífice arquitectónico del Casino de Murcia se nombra a Pedro Cerdán, que sin duda es el más relevante y quien le dio la unidad y aspecto con que hoy día lo podemos contemplar. Pero, por justicia, hemos de hablar de aquellos otros arquitectos que participaron desde el origen de la institución en su construcción y de los que nos es muy difícil poder distinguir su huella en el conjunto, si es que esta ha pervivido.

Ubicación del primer Casino sobre un plano de 1882.

Este es el caso del que fuera primer arquitecto, encargado de las obras de acondicionamiento de las adquisiciones que en 1852 se hicieron, Francisco Bolarín Gómez (Murcia, 1805 – 1871), apodado “El Joven” por distinguirlo de su padre, también arquitecto, del mismo nombre.

Cuatro años después de la fundación de la Sociedad Casino de Murcia ocupa su presidencia D. Manuel Starico Ruiz, abogado, político y empresario nacido en Cartagena con orígenes genoveses, que había fijado su residencia en la plaza de Santo Domingo nº5 de nuestra ciudad, desde donde controlaba sus múltiples negocios y administraba la gran cantidad de fincas, rústicas y urbanas, de su propiedad.

Starico, que sin duda merece capítulo aparte, inició su presidencia con el brío propio de los hombres de negocios; así decidió la adquisición de los primeros inmuebles, no olvidando cobrar por su gestión la correspondiente comisión, en primer lugar un viejo caserón que en las escrituras se menciona como ruinoso y que pertenecía a Dña. Francisca de Paula Carrasco y Arce, VII condesa de Villaleal, viuda del II conde de Pinohermoso, D. Luís Manuel Roca de Togores. Pocos años después se adquirían algunos pequeños inmuebles colindantes en la misma calle de Montijo, completando así el gran porcentaje al que hemos hecho referencia.

Este gran inmueble, cuyo acceso estaba en el número 3 de la calle entonces llamada del Buen Aire, poco más tarde y hasta la fecha de Montijo, se extendía hasta la calle Lucas, actual del Arquitecto Cerdán (¡Ay, esa manía nuestra de cambiar nombres de calles!) y correspondería en superficie a casi dos terceras partes de lo que hoy es el conjunto arquitectónico de Real Casino. El espacio parece ser que comprendía las salas que hoy conocemos como la Biblioteca, el Tocador de Señoras -aunque entonces se destinara a otros menesteres- parte de los pasajes, el Congresillo, la antesala y el Salón de Baile, distribuido de manera que desconocemos, aunque sí se menciona en escrituras un patio central, como era habitual en las grandes viviendas. Con las siguientes adquisiciones se completó el espacio que da hacía dicha calle Montijo, comedor o salón de café, Sala de Armas, etc.

Muros del Salón de Baile durante su restauración.


BOLARÍN ESTUVO HASTA SU MUERTE VINCULADO A LAS OBRAS DEL CASINO, QUE POCO A POCO IBA ADQUIRIENDO ALGUNOS PEQUEÑOS INMUEBLES PARA EXPANDIR SU SUPERFICIE


Tradicionalmente se ha venido dando como acertada la teoría de que el gran Salón de Baile fue reutilizado de una gran estancia de la parte noble de la vivienda de los señores condes, algo que se reafirmó durante los trabajos de restauración llevados a cabo hace ya trece años, pudiéndose ver la reutilización de los antiguos muros del edificio adquirido y comprobándose que estructuralmente esta sala correspondería a la antigua primera planta del inmueble anterior, algo lógico si tenemos en cuenta la subida del nivel de la calle de nuestra ciudad durante el último siglo. Por otra parte, era común en las viviendas nobles que las mejores salas se encontraran a dicha altura, siendo las plantas bajas zonas de servicios para el día a día doméstico de la casa.

Pero volvamos a nuestro primer arquitecto: Bolarín, “El Joven”. En 1831, tras haber cursado sus estudios oficiales en Madrid, regresa a Murcia, donde su padre sigue ejerciendo como arquitecto municipal. Pocas obras se conocen anteriores al encargo de acondicionar el viejo caserón para la sociedad del Casino, trabajos que compaginó con los de arquitecto del cabildo de la Catedral, encomendándole parte de la restauración de la misma tras el gran incendio que la asoló en 1854. Fue también el artífice de la importante fábrica de la Seda, que ocupaba el actual jardín del mismo nombre de la ciudad, acabando como arquitecto en el Real Cuerpo de Artillería las obras de la fábrica de la Pólvora de Javalí Viejo.

Hasta su muerte continuó vinculado a las obras del Casino, que tal como hemos visto, poco a poco iba adquiriendo algunos pequeños inmuebles para expandir su superficie. Ya hemos mencionado que no podemos afirmar rotundamente si la misma distribución de los espacios mencionados con anterioridad corresponden plenamente a su diseño, sí que de su mano se trazan los pasajes que, con posterioridad pero bajo su propia dirección, son cubiertos con una estructura y vidrio, la biblioteca, salas para el juego y la tertulia, el Salón de Baile y la apertura de la puerta principal a la entonces calle Lucas, que a día de hoy aún permanece como acceso secundario del recinto.

En el próximo artículo nos daremos un pequeño paseo por la Murcia de esos años, sus personajes, entre los que destaca la familia de los Starico, y algunos hechos relevantes del momento.


Loreto López. Restauradora.

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