FENICIOS Y CARTAGINESES

ENTREVISTA A HELENA JIMÉNEZ VIALÁS

HUELLAS DE NUESTRO PASADO. Por Joaquín Pérez Egea

Asentamiento fenicio del Cabezo Pequeño del Estaño en Guardamar del Segura (Proyecto Modular).

Hoy nos acompaña en “Huellas de nuestro pasado” Helena Jiménez Vialás, arqueóloga, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y gran especialista en el mundo fenicio y púnico en la Península Ibérica

Es una gran satisfacción contar con tu colaboración. ¿Desde cuándo se tiene constancia de la presencia fenicia en Iberia?

Cádiz, fundada en el siglo IX a.C., es una de las colonias fenicias más antiguas que se conocen, anterior incluso a Cartago. En esta época las ciudades costeras sirio-palestinas estaban rodeadas por Egipto, Asiria y Babilonia, lo que las empujó a expandirse por mar. Biblos, Sidón y fundamentalmente Tiro crearon colonias en Chipre, Sicilia, Cerdeña, África, Ibiza y el sur de la Península Ibérica.

¿Y en el sureste?

En la Punta de los Gavilanes, en Mazarrón, hay materiales fenicios de época arcaica y en la desembocadura del Segura están los yacimientos del Cabezo del Estaño, con una muralla cuyos paralelos están en Israel, y La Fonteta. Lo que destaca en esta zona es la evidencia indirecta: los barcos hundidos de Mazarrón y el Bajo de la Campana, muy conocidos en la bibliografía internacional.

Tenemos la idea de que los fenicios eran grandes comerciantes.

Era su actividad primordial y les atraían especialmente los metales: estaño, cobre y plata. Los intercambios se producían en ambos sentidos, de forma desigual, como en todas las experiencias coloniales, pero trajeron toda una cultura, formas sociales, una nueva religión y fundamentalmente tecnología y conocimiento.

Entonces, ¿no venían solo de paso?

Hoy se tiende a romper la imagen de los fenicios como “extranjeros” que solo se acercaban puntualmente a los puertos para comerciar. De hecho, creaban tanto pequeñas factorías comerciales como colonias estables, y con el tiempo cultivaban la tierra y se apropiaban del territorio. Aportaron mucho conocimiento técnico, como la escritura, la copelación de la plata, y nuevos procedimientos cerámicos y agrícolas, destacando la cultura de la vid y el vino, con bodegas datadas del siglo VII a. C. Puede considerarse por tanto que la cultura ibérica desciende de algún modo de estos fenicios, y desde luego en las ciudades costeras del sur y levante se habló fenicio hasta época romana.

Arqueología subacuática en Mazarrón (Proyecto Mazarrón Fenicio)

¿Cuáles eran sus principales elementos simbólicos?

Conocemos bien su religión, por la evidencia arqueológica y por las fuentes y se conservan numerosos restos de sus santuarios. El panteón tiene en su cúspide al dios Baal, representado por el toro, y a la diosa Astarté, representada por la flor de loto. Hay pocos enterramientos, con grandes hipogeos y ajuares fastuosos. La religiosidad doméstica se refleja en los amuletos.

¿Qué cambios se produjeron a partir del siglo VI a. C.?

Fue un momento de transición. Entre los púnicos, la colonia más próspera era Cartago, que se convierte, a partir de los siglos V y IV a. C., en una gran potencia talasocrática y en un imperio basado en la dominación territorial, que se extiende sobre el norte de África, Cerdeña y parte de Sicilia, donde chocan militarmente con los griegos.

En ese momento empieza a ser relevante la presencia romana.

La República romana no conocía la navegación. A mitad del siglo III a. C., en la pugna por Sicilia y Cerdeña durante la I Guerra Púnica, los romanos han de aliarse con flotas griegas para vencer a los cartagineses. A partir de ese momento, Roma desarrolla su propia flota, en parte copiando barcos apresados a los cartagineses, hasta convertirse en la primera potencia marítima del Mediterráneo.

¿Cómo afectan estos hechos bélicos al sureste peninsular?

Entre el siglo VI y mitad del III a. C., en la costa y el interior convivieron pueblos iberos y púnicos, descendientes de los fenicios. La pérdida de Sicilia y Cerdeña impulsó a los cartagineses a extender su política de dominio en el sur de la Península Ibérica, donde buscaban plata, recursos y alianzas para mantener sus ejércitos mercenarios.

Defensa de elefante con inscripción en fenicio, procedente del pecio del Bajo de la Campana (Arqua, Ministerio de Cultura).

En este momento se funda “Qart Hadasht”, la actual Cartagena.

Amílcar Barca desembarca en Gadir en 237 a. C. y Asdrúbal funda “Qart Hadasht” diez años después. Dar a su nueva capital el nombre de su ciudad de origen, refleja una evidente voluntad imperialista, de control y de apropiación del territorio. La investigación arqueológica constata una intensificación de las explotaciones agrícolas y mineras y de la actividad en factorías costeras en el sur y levante peninsulares. También se construyeron estructuras defensivas, entre las que destaca la muralla de casamatas de Cartagena.

¿Mantenían los cartagineses las formas de vida y la religión fenicias?

Básicamente sí, con algunas peculiaridades, como los pebeteros con rostro de mujer y motivos vegetales, de influencia helenística, y el culto a la diosa Tanit, emblema de Cartago.

¿Cuándo abandonan la Península Ibérica?

En la II Guerra Púnica, las legiones romanas de Escipión “El Africano” conquistan Cartagena en 209 a. C. y los cartagineses abandonan definitivamente la península en 206 a. C.

¿Qué yacimientos y museos pueden visitar nuestros lectores?

En Cartagena, la muralla púnica, la parte alta del Molinete y el Arqua, con el barco fenicio de Mazarrón, son visitas obligadas. Los yacimientos de la desembocadura del Segura, especialmente La Fonteta, son visitables y están señalizados.

Para finalizar, ¿qué destacarías del legado púnico?

Estrabón, en el siglo I a. C., se sorprendía de la rapidez con la que se habían “romanizado” los pueblos del sur peninsular: vivían en ciudades, tenían escritura, comercio de largo alcance, etc. Todo eso no habría sido posible sin las raíces fenicias de púnicos e íberos.

Helena Jiménez Vialás es doctora en Arqueología por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha desarrollado su carrera investigadora y docente, además de en la citada, en las universidades de Toulouse (Francia), Isabel I, Murcia y Complutense de Madrid. Sus líneas de investigación son la Arqueología fenicio-púnica, los estudios de paisaje y del mundo funerario.
Joaquín Pérez Egea.

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