ESTO NO ES NOTICIA

CONTRA CASI TODO. Por José Antonio Martínez-Abarca.
Tras casi treinta años en el periodismo y sus inmediaciones me ha dado tiempo a advertir que, con el paso del tiempo, lo que cambian no son las noticias sino las ganas de informar sobre ellas. En lo que se considera noticia también cambian las modas. Por ejemplo, el asunto de la ecología, o el machismo. Antes no eran escándalos, ahora sí lo son. Antes no interesaba porque no daba dinero y ahora sí (siempre, en todo, hay que preguntarse sobre el dinero de las industrias que se montan alrededor de las cosas que están de moda).

Recuerdo que hace veinte, treinta o cuarenta años, los medios, un día sí y otro no, traían la noticia de que otro camión de fruta o verdura española procedente de Murcia había sido asaltado por agricultores franceses. Por entonces los alimentos aún causaban un cierto temor reverencial. España aún recordaba los tiempos en que hubo hambre verdadera. Muchas veces había que sobrevivir con lo que se podía hurtar en los campos. Los españoles sentían que tirar los alimentos a la carretera era, más allá de un delito, escupir contra lo más sagrado. Ahora a nadie se le estruja el corazón enterándose de que han destruido toneladas de fruta por motivos políticos. Una indiferencia derivada de la abundancia. Supongo que los camiones procedentes de España se siguen asaltando en Francia. Los medios no dan esas noticias porque a nadie le interesan ya, no porque no ocurran.


AHORA A NADIE SE LE ESTRUJA EL CORAZÓN ENTERÁNDOSE DE QUE HAN DESTRUIDO TONELADAS DE FRUTA POR MOTIVOS POLÍTICOS. UNA INDIFERENCIA DERIVADA DE LA ABUNDANCIA


En este estado de «sensibilidad social», veo que a nadie se le han alzado ligeramente las cejas por encontrar que el supermercado de El Corte Inglés ofrece en sus expositores tomates procedentes de Francia, del lluvioso y friolento Valle del Loira. De esos del tamaño de cerezas, tan bien imitados y criados presumiblemente bajo estupendas lámparas. Había oído que en Murcia sobraban tomates de excelente calidad natural. No soy ningún experto agricultor, pero eso había oído al menos. ¿Tomates franceses en Murcia? ¿Se ha quejado alguien? Silencio. He buscado en internet, en todos los algoritmos de búsqueda en «google», por si alguien se había extrañado porque en El Corte Inglés de Murcia no haya tomates mediterráneos suficientes como para evitar traer los criados bajo el clima continental europeo. Nada. Ninguna protesta al respecto. Lo importante sigue siendo profanar el cadáver de Franco.

La presencia tan pacífica como desafiante de esos tomates franceses en El Corte Inglés de Murcia me ha convencido de lo indiferente que es nuestra sociedad, contra lo que pudiese pensarse con eso de que «está más informada». No conozco de nadie aquí que bloquee en la carretera los camiones con tomates que son una burla obscena al producto regional. Esos tomates del Valle del Loira le quitan el sitio a otros infinitamente mejores, y probablemente más baratos, que se producen al lado de casa. Algo no anda del todo bien entre los grandes distribuidores de productos hortofrutícolas, de los que sospecho cada vez más.

Hace veinte años conocí bien a uno de los personajes franceses más importantes del siglo XX, Jean-François Revel. Me decía, siempre que comía o cenaba con él, que teníamos mucha suerte en España de tener aún fruta y verdura digna de ese nombre, porque, según este eximio pensador y «gourmand», en Francia había desaparecido. Ya nada sabía a nada, aseguraba. Qué hubiese pensado Revel encontrando que en el expositor del que se tiene por mejor supermercado de Murcia había esos tomates franceses que a él lo horrorizaban. Yo, al encontrarme el espectáculo, he sentido un cósmico fracaso. Aunque supongo que esto no interesa ni a los propios productores de tomate de Murcia, que estarán muy ocupados con no se sabe qué. Ni interesa a los benditos consumidores, tan dispuestos siempre a defender cosas de Murcia que no son de Murcia, como el pastel de carne. No es noticia, ni me interesa más que a mí. Un día desaparecerán los tomates en Murcia, como desapareció el un día célebre pimentón, y aquí estaremos, como siempre, a otra cosa.


José A. Martínez-Abarca.

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