MÁGICAS PALABRAS. Por Consuelo Mengual
Un nuevo autor murciano emergente, Pablo Olivares, destaca por los colores, la grandeza y la peculiaridad que concede su oportuno lenguaje y una cuidada narrativa a los paisajes que conforman los viajes de los cuatro personajes en su novela Proserpina en un búnker (Autografía, 2022): Greta, Tadeo, André y Conrad. Todos ellos se entrelazan en un tiempo de escalas perfectamente hilado que atrapa al lector. Proserpina, como símbolo mitológico de mujer atrapada, y la idea del búnker, símil de los secretos oscuros que nos detienen, predisponen a entablar un diálogo con Barba Azul (1697), de Charles Perrault, que cuenta la historia de un hombre que guarda en un clandestino gabinete los cuerpos de las esposas que ha tenido en el pasado y, ante la prohibición transgredida, la astucia y el ingenio se convierten en las claves del desenlace.

¿Queremos ser dioses?
Creo que no. Hay dioses y monstruos. Ahora la gente se identifica más con los monstruos. La cuestión es por qué nos fijamos más en la maldad, en lo gamberro, en el esperpento llevado al extremo. La cultura no se valora, se margina. Los monstruos son los populares en los institutos.
¿Nos gusta contar historias inventadas como si fueran ciertas? Podríamos hilar de este modo con la idea de la curiosidad que se refleja en Barba Azul.
A mí sí, incluso contar historias de otros como si fueran mías. Los mitos, los arquetipos, los hacemos nuestros porque ya están dentro de uno. El hecho de saber que hay algo más que no conocemos nos acerca a otras realidades como una forma de trascendencia.
¿Qué representa la idea de la liberación ante la muerte del padre?
Así es, sobre todo en el personaje de Greta. He pensado en ello, generaciones familiares que no llegaban a ser tan cercanas a sus hijos. La muerte del padre narcisista para empezar a trascender es algo de lo que hablaba Freud.
¿Es importante poder llegar a ser lo que queremos?
Tadeo es el personaje que más me refleja en eso. Yo quería ser actor, director de cine, pero la vida me ha llevado por otros caminos. Creo que hay poca gente que conozca lo que quiere ser y lo siga desde el principio. Yo he vivido de modo diferente y ahora que he vuelto al mundo del teatro, con motivo de la presentación del libro en la ESAD de Madrid, veo todo como un mito de lo que hubiera sido.
También vemos la vida como rutina en contraste con la vida como aventura.
Cierto. Greta está abocada a un vida tranquila pero la mecánica le cambia y comienza a viajar. Tadeo lo deja todo para conocer otros lugares. André igual. Sin embargo, Conrad tiene mil puertas abiertas y no las traspasa. A mí me gusta la aventura. Por eso, cuando se vive estable se quiere volver a la aventura, porque se necesita alimentar la vida. Si no, queda la nostalgia, nos vamos aletargando y cerrando muchas oportunidades ¡Qué diferencia hay entre un viaje realizado y uno contado!
De ahí la importancia de ser capaz de tomar las propias decisiones.
Se va madurando con el tiempo y nos queda el poso del buen hacer tras el viaje. Hay muchas formas de manifestar valentía y viajar es una de ellas. Realmente nos definimos a través de las acciones que hemos hecho. Por eso el viaje cobra sentido después. Los miedos que he podido sentir han sido más hacia otras personas, no a mí mismo.
Esta es una idea muy atractiva: avanzar, comer y dormir.
Era algo que yo me decía constantemente a mí mismo en mi viaje por Latinoamérica, con el aliciente de dormir cada noche en un lugar y sólo capitalizarme muy pocos días, es decir, detenerme lo justo para trabajar, ganar el dinero necesario y seguir viajando.
¿Qué es el tiempo? La mágica llave del cuento de Barba Azul nos desvela un malvado tiempo pasado.
Parece que tenemos tiempo por delante pero sólo está el ahora y el atrás. Lo que importa es la velocidad del tiempo, cómo pasa. Por eso me interesa mostrar las distintas escalas temporales, desde el momento de la eternidad; todo el libro está envuelto en esa idea. No podía equivocarme; cada palabra es elegida en ese tiempo estirado, como grabar en directo el libro; no tanto empezar y terminar, sino narrar como un continuo de violonchelo. Esa llave que abre el gabinete secreto, con la sangre que permanece en ella, es una idea del propio paso del tiempo, un elemento que reduce a un grano de arena las grandes pasiones que se muestran también en mi novela.
¿Nos gustaría ser como los pájaros?
A mí sí, tienen el cielo para ellos, no tienen brazos, no los necesitan para construir sus nidos, vuelan. Suelo preguntar: ¿Cómo sueñas que vuelas?
Como Charles Perrault, “asume que todos somos el secreto de otra persona”.
El búnker se muestra como un espacio donde se almacena el pasado turbio de varios personajes, secretos personales que se evita destapar y que se revelarán al final. Me fascina la idea del búnker como una caja china, donde hay otro búnker dentro, pero del que tenemos que intentar trascender como podamos, a través del arte y la cultura. Aunque siempre hay algo que no vamos a saber del otro.
Las constelaciones se ven distintas en el hemisferio norte y sur.

Es impresionante. Cruzar al hemisferio sur es como ir a otro planeta. Ver la Vía Láctea andina es muy hermoso. Ellos valoran los huecos negros que hay entre las constelaciones, que parecen figuras de animales, como el espacio dejado por las estrellas que se apagan. La luz de las estrellas es un espejo del tiempo.
¿Puede la imaginación convertirse en recuerdo? En Barba Azul incluso el olvido de una historia turbia, con el riesgo de repetirla, nos llama la atención.
Sí, en la novela las enfermedades mentales están presentes (el delirio va ganando terreno a la realidad, dejando al lector la decisión de si lo que está leyendo sucedió o no a ese personaje) o la nostalgia (enmarcando parte de la historia en una época que todos podemos añorar incluso sin haberla conocido). El búnker se percibe como un espacio de seguridad que en realidad no lo es.
“El peor delito es la pobreza”. “Para sobrevivir tienes que ver, oír y callar”.
Me las dijo un amigo de mi barrio mexicano. Los primeros que sienten las consecuencias de la opresión, del cambio climático, son los de abajo. Es algo que me llama mucho la atención, a pesar de ser todos personas. La ciudad es un enorme reclusorio. Esto es muy latino, se disfraza de respeto pero lo que conlleva es desconfianza porque no ayudan las instituciones.
¿Toda huida es una patria?
Me parece interesante el concepto de huir, como modo de evitar un problema, con coraje. Pero, ¿y si huir es también una manera de seguir adelante? De tomar otro camino. Porque me he sentido más reflejado en otros lugares que en mi propia nación. Mi patria es avanzar, comer y dormir.
El peso de la madre está presente en los personajes.
La madre es lo que explica la personalidad de cada uno de los personajes; ella misma es un personaje como figura metafórica, la verdadera protagonista como motor de todos ellos. El libro apela a la convivencia, es una llamada a la paz, a la redención, y destaca el hecho de que los personajes son consecuencia de muchas cosas, entre ellas, las madres que los precedieron.
Tras el experimento de ser inmortal, ¿cómo es la vida?
Ya no existe el tiempo, el tiempo se ha congelado, es la eternidad que se encuentra consigo misma. Espacio y tiempo: la diosa Pachamama, Madre y Tierra, como concepto global, algo circular hacia adelante, porque los ancestros acabarán por alcanzarnos. Al final se habla de los grandes maestros de la humanidad que han conocido las grandes verdades del universo sin preguntarlas.
¿Quedará el hombre despojado de su conciencia?
Cada vez más, la capacidad de decisión ya la tienen los algoritmos. Si nos quitan la capacidad de decisión, ¿qué nos queda?
Y con la palabra llegó la voluntad
La comunicación (cuidar las palabras) es el control de nuestra vida.

Excelente entrevista, a un nuevo escritor, que estoy ansiosa de leer su l siguiente libro.
Un abrazo desde Mexico para Pablo Olivares