Trascendiendo la realidad con la Abstracción lírica de Ester Monasterio
Entrevista, por Ángela M. Torralba
Con la nueva exposición de Ester Monasterio en la Sala Alta del Real Casino de Murcia, Abstracción lírica, que se podrá visitar del 2 al 31 de mayo, los espectadores se sumergirán en un universo de color y emoción, donde cada pincelada y cada palabra convergen para contar historias profundas y conmovedoras.
Con este evocador título, la artista revela su corazón en cada trazo, trascendiendo la realidad tangible para adentrarse en el mundo de las emociones puras y los sueños entrelazados. Es una invitación a sentir, a conectar con lo más íntimo de nuestra humanidad a través de la belleza del arte.
¿Qué nos vamos a encontrar en su nueva exposición Abstracción lírica?
Va a haber treinta cuadros: veinte de ellos de formato medio, de 56x56cm, sin incluir los marcos; tres de ellos serán más grandes; y los otros siete son de los pequeños.
Además, van a ir acompañados de poemas, ¿verdad?
Salvador Moreno Pérez es el autor de los poemas. Cada poema está inspirado en una acuarela. Le mandaba la acuarela justo cuando la terminaba para que él se inspirase. Todos los poemas se van a poder ver en el catálogo. Durante la inauguración recitará varios.
¿Por qué Abstracción lírica?
Elegí Abstracción lírica porque, en ese caso, no expreso lo que estoy viendo en el lugar, sino lo que estoy sintiendo.
Se puede entender el término “abstracción” como sinónimo de “enajenación”, es decir, hacer menos caso a los elementos externos para centrarse en los internos, ¿es este el concepto que inspira sus obras?
Es transmitir emociones. He pasado por muchas etapas artísticas. He pintado dibujo, óleo… Pero a los 14 o 15 años me rebelé. Pensé que no estaba contando lo que sentía, sino que estaba copiando a otros. No me expresaba como quería. Después comprendí que, primero, para aprender tienes que copiar a los grandes pintores.
¿Cómo aborda la relación entre la abstracción y la expresión emocional que, al fin y al cabo, es cualquier expresión artística?
Todo es un aprendizaje. A mí me costó mucho, por mi bagaje de arquitecta. Por mi profesión, puedo dibujar cualquier edificio con todos los detalles. Cuando empecé a pintar, dibujaba todo lo que veía, que no está mal, es estilo figurativo. Me costó dejar de dibujar. Por eso esta exposición para mí es muy importante. Refleja todo el camino que he llevado. He hecho otras exposiciones en sitios relevantes. He contado cosas. Pero ahora he querido pintar lo que sentía en cada momento. Mi meta era contar lo que sentía con lo que estaba viendo.
¿Cómo define su propio estilo?
Color y sentimiento. No sabía que tenía sinestesia, es decir, que percibo los colores con dos sentidos a la vez. Escucho música y puedo ver los colores. Cuando voy a un concierto, cierro los ojos y empiezo a navegar por los colores. Creía que era algo normal y creía que todo el mundo veía lo mismo que yo.
¿Qué le inspira?
En mi pintura predomina el color, más que la forma. Soy consciente de que el color está en la naturaleza. No lo tienes que crear. Solo tienes que mirar el amarillo o el verde de las hojas. Las estaciones, especialmente la primavera y el otoño, son explosivas para mí. Algunos de los cuadros de esta muestra están inspirados en el otoño de la ciudad de Cuenca. La música también me inspira. No puedo pintar sin música. Empiezo a pintar y me evado del lugar. Es una abstracción total.
Casi todos tus cuadros evocan la naturaleza, con ríos, mares, montañas… pero en algunos vemos ciudades.
Sí, las pinté como una crítica. Ya he dicho que soy arquitecta urbanista y la ciudad, para mí, ha perdido la escala humana. Son pocos los lugares donde te puedes sentir persona de verdad. Se ha perdido ese sentido de pertenencia. Pregúntate por qué hay vándalos que destruyen la ciudad. O nosotros mismos con muchos comportamientos incívicos. Sucede porque no sentimos la pertenencia con el lugar.
También transmiten mucha fuerza.
Tengo una anécdota con respecto a ese tema con mi nieto. Una vez lo llevé a un lugar para pintar y me dijo: “Abu, ese de ahí es un cuadro tuyo”. En general, la gente sabe distinguir mis cuadros. He creado un estilo muy peculiar, pero eso me ha costado mucho. Quise conseguir un lenguaje mío, no quería ser copia de nadie. Me expreso con los colores que me dan fuerza.
¿Qué le hace sentir la acuarela?
Cuando empecé la arquitectura tenía que dibujar mucho. Es un dibujo que después se coloreaba. La acuarela es muy distinta. Con la acuarela ya te expresas. No primero lo dibujas y después lo coloreas.
¿Y cómo comenzó su pasión por esta técnica?
Hace 25 años conocí a Pedro Cano, que me dijo que iba a dar un taller internacional de paisaje. Y yo, atrevida, me apunté. Al principio me dio vértigo, pero pensé en todo lo que me quedaba por aprender. Ahí me metí en el mundo de la acuarela y empecé a buscar el alma de las cosas. Después tuve otra trayectoria porque lo que buscaba era salir del academicismo de la acuarela italiana, y me fui más a la francesa, de expresión y color.
Ha hablado de Pedro Cano, ¿qué otros artistas tienen influencia en su obra?
Empecé con Pedro y con la escuela clásica italiana. Después, conocí a un artista franco-marroquí, al que le costó un tiempo sacarme de lo que yo había aprendido antes. Me dijo que hiciera pinceladas sin importar lo que estuviera pintando. Que disfrutase. Y fue, poco a poco, cambiándome totalmente. Y sigo aprendiendo mucho de los demás pintores. También hice un taller con un pintor milanés que me metió en este mundo de utilizar minerales, tierras o pigmentos en polvo y de poner mucha agua, un poco de pigmento y empezar a mover el lienzo para ver qué surge de ahí.
Háblenos de su carrera artística.
Disfruto de todo lo que hago. Todo mi bagaje me ha enriquecido porque me he abierto a otro mundo. He expuesto en Roma, en Fabriano, Urbino, Rusia, Vietnam… Soy miembro de la International Watercolor Society, que es una agrupación de acuarelistas de todo el mundo y celebran encuentros internacionales en muchos países. No me puedo quedar con una sola etapa de mi carrera.
¿Tiene siempre tantos proyectos?
Soy una persona muy inquieta. Siempre he trabajado mucho. De hecho, me han dado el premio a la trayectoria profesional de los Premios de Arquitectura de la Región de Murcia. La primera vez que se lo dan a una mujer. A mí y a otras dos compañeras. Pero ahora, todos me dicen que podría estar relajada. Aunque soy muy inquieta y no puedo parar.
¿Qué significado tiene para usted exhibir su trabajo en un lugar con tanta historia y tradición como el Real Casino de Murcia?
Exponer aquí, para mí, es un poco la cumbre. El Real Casino es un hito en la ciudad. A cada amigo que viene de fuera siempre le enseño el Casino. Es un referente, no solo arquitectónico, sino cultural. Por eso es para mí una cumbre. Todo lo que estoy haciendo lo estoy haciendo con mucha ilusión.
¿Con qué sensación quiere que se vaya el espectador de su exposición?
Quiero que le guste, por supuesto. No pretendo más que compartir la ilusión con la que he hecho esta exposición. Lo que sí me gustaría es que el espectador fuese quien etiquetase y definiese la obra. Que dijera qué siente. Me gusta la idea de que el cuadro lo termine el visitante, con los elementos que le ha dado el artista. Que no sea una cosa estática, que el cuadro hable y que suponga algo en su vida. Que el espectador se lo haga suyo.