ARS Casino, por Loreto López
En 1900, incluso mucho antes de esa fecha, en llegando la fiesta del Corpus ya se había cubierto el centro de nuestra ciudad de esos toldos tan necesarios para los calores que, desde la primavera, sufre nuestra Murcia. Era el vecindario, especialmente los comercios de Platería y Trapería, los encargados de sufragar y colocar tan necesario alivio para el caminante, y en la prensa de entonces leemos como una queja por la ausencia o la desidia de no reponer algunos ya demasiado viejos para cumplir con su función.
Hace ya algunos años que se viene hablando de la insuficiencia de los toldos viejos en esta parte de la Platería; si los del otro trozo realizan su proyecto del toldo nuevo y de colores, todavía se hará notar más la falta de que hacemos mención, por ser generalmente notada.
(El Liberal de Murcia, 3/6/1904)
Y es que cuando el calor apretaba, antes igual que ahora, el murciano no se cansaba, igual ahora que antes, de hacer mención al mismo. Si no, lean este artículo con cierta guasa dedicado “Al murciano ausente” en Las Provincias de Levante el 7 de agosto de 1900
Todos los murcianos ausentes, de cualquier clase y condición que sean, y en donde quiera que se hallaren, SABED:
Que por efecto de los rigores de la presente estación, se están secando los pozos de esta capital y no hay agua de diez grados para refrescar las garrafas.
Que el paseo del Malecón es el único refugio durante la noche para respirar aire fresco; por cierto, que algunos graciosos se dedican a ofender la buena educación con frases indecentes. Aviso al cabo Madrona.
Que también se goza en el café del Arenal oyendo el sexteto que dirige el maestro Marín y que ejecuta admirablemente un selecto repertorio.
Que los árboles de los jardinillos municipales se están secando por falta de agua y que piden el himno de riego.
Que la policía vigila las casas cerradas, cuyos dueños se están bañando y hacen bien
(los dueños).
Que esta mañana se fundían en los bolsillos las cajas de cerillas.
Que durante el día casi no circula gente por las calles.
Que en la balsa del tío Popín (sucesor del tío Vio) se han bañado hoy 452 personas, a diez céntimos una.
Que el Casino y demás centros están desiertos y no hay con quien hablar mal del prójimo.
Que alrededor de la Glorieta están depositando unas tablas viejas, que dicen serán las casetas para la feria.
Que un amigo nuestro va a contraer segundas nupcias, aunque tenga cierta oposición de carácter oficial.
Que nos acordamos mucho de las playas, del café de España en Torrevieja y de las Puntas.
Que aquí la gente se defiende del calor comprando hielo, cuyo consumo aumenta.
Que hay una plaga verdadera de mosquitos, que no dejan dormir á nadie.
Que hay unos tomates formidables y unos higos chumbos superiores.
Que en las puertas de las casas se forman tertulias todas las noches, hasta la madrugada.
Que gracias a Dios, hay buena salud, pues no se muere casi nadie.
Que hasta por los hilos del teléfono se calientan las palabras, y llegan al aparato sudando.
Que un vecino de la calle de la Frenería se defiende del calor, metiendo su capa en el pozo y embozándose con ella cuando está bien empapada de agua.
Y que, por último, estamos deseando que pase el verano para que regresen los ausentes y se suavicen un poco los terribles ardores del sol.
Vuestro amigo.
CAMILO.
De modo que, por estas fechas, aunque en el interior del Casino con los grandes ventanales de sus Peceras abiertos bajo el flamante gran toldo seguro se estaba aceptablemente fresco, se acababan las tertulias, los bailes y otros saraos, emigrando los socios con sus familias a los lugares de veraneo de moda entonces: Torrevieja, La Ribera y El Verdolay eran los destinos preferidos, a la espera de que se apaciguaran los ardores estivales.
Feliz verano para todos.