LUGARES CON HISTORIA. Por Leandro Madrid S.
El Castillejo de Monteagudo es un recinto palacial fortificado mandado construir, en el siglo XII, por el rey musulmán de Murcia Ibn Mardanis, también conocido como el Rey Lobo.
Se orienta sobre una elevación del terreno, próxima al castillo de Monteagudo, a unos cinco kilómetros de Murcia y 150 metros sobre el nivel del mar.
Para el profesor Torres Balbás, el Castillejo era un palacete de recreo edificado sobre una anterior construcción almorávide, conectando a través de jardines, huertos y albercas con el próximo castillo de Larache. Su nombre árabe era Qasr Ibn Sad, y hoy se encuentra abandonado y ruinoso, con una balsa de riego en su interior también ruinosa.
Cuando la invasión de los almohades, procedentes de Xarq al-Ándalus, y una vez derrotado Ibn Mardanis, el reino de Murcia fue conquistado; el palacete fue asaltado y saqueado, no recuperando algún esplendor hasta el reinado de Ibn Hud, en el siglo XIII.
Después de la incorporación de Murcia al reino de Castilla, el rey Alfonso X lo cedió a su esposa la reina doña Violante, y, en el reinado siguiente, el rey Sancho IV también lo cedió a su esposa, la reina doña María Alfonso de Meneses, más conocida como doña María de Molina.
También el profesor Gómez Moreno dice que, antes de la construcción de Ibn Mardanis, ya había una pequeña fortificación almorávide.
Está construido con tapial de argamasa en general, aunque algunos pequeños tramos también lo fueron con ladrillo. Tiene forma rectangular, de más o menos 40×60 metros cada lado, con un patio de crucero y dos albercas en sus extremos que ya no existen. Su tipología es parecida a la de los palacetes de Argelia, el zirí de Ashir, y de Marrakech, el de Alí Ibn Yusuf.
Las cuatro esquinas del Castillejo, que forman ángulo hacia adentro, parecen ser organizadas en otros tantos “apartamentos”, con varias habitaciones conectadas entre sí por galerías a las que se abren los torreones laterales de sus lados mayores. Los dos lados menores conforman grandes salones que se abren a las albercas –ahora inexistentes–, y al patio donde deberían florecer árboles frutales y de adorno, así como flores y aves exóticas. También habría alguna fuente donde “cantaran” los chorros de agua al caer.
Al estar en altura el palacete, se pretendía quedara aislado de la humedad de las huertas, de posibles inundaciones del río Segura, y que se aprovechara mejor el aire fresco y primaveral, pues, al parecer, el rey y su corte se trasladaban en verano a la residencia que había mandado construir a orillas del Mar Menor, en el hoy municipio de Los Alcázares.
Algunos restos arqueológicos del Castillejo se encuentran depositados en museos de Murcia, y en el Arqueológico de Madrid.
Varias veces se ha tratado de la posible restauración del Castillejo, que desde 1931 es Monumento Nacional y BIC en la Comunidad Autónoma, pero continúa abandonado y en constante deterioro. De seguir así, pronto será solo un montón de piedras y arena que a nadie dirá nada. Creo que la cultura histórico-artística de Murcia debería avergonzarse.