EL CONGRESILLO, UN ESPACIO CON MUCHA HISTORIA

ARS CASINO. Por Loreto López.
En la que imaginamos tan respetable como seria sociedad de finales del siglo XIX, los miembros del Casino de Murcia se agrupaban en pequeños grupúsculos claramente diferenciados por intereses y ubicación dentro de sus instalaciones, los llamados “mentideros” por la prensa del momento, autodenominados como: los del dominó, los espiritistas, los pieles rojas, los del Congo y, el más conocido de todos, los del Congresillo.

Es así como a la sobria sala que antecede al lujoso Salón de Baile, al traspasar el umbral del Patio Árabe, se la conoce con el nombre de Congresillo desde casi sus lejanos orígenes, por ser la que acogía las tertulias de los miembros más jóvenes e inquietos de la institución, reunidos en torno a la estufa, hoy desaparecida, que caldeaba los de por si encendidos debates en las frías noches invernales.

Las referencias a “los del Congresillo” en las noticias locales son abundantes. La primera que hemos encontrado se remonta al 26 de febrero de 1884, un día después del Carnaval, en el Diario de Murcia:

“…Ni aun los impenitentes, los políticos del congresillo que preside nuestro buen amigo D. Mariano Aguado, los cuales lo discuten todo y a toda hora, analizando lógica y gramaticalmente el último telegrama de la Agencia Europea que se reciba en el Casino; ni aun esos, se ocuparon ayer y anteayer de política…”

Puede que estos fueran herederos de otros tertulianos anteriores, quizás nunca lo sabremos, pero la personalidad de D. Mariano Aguado y Florez, hijo del Conde de Campo Hermoso, terrateniente de pródiga magnanimidad, mecenas de artistas y hombre de mundo, como presidente del Congresillo, centró la atención de la prensa y popularizó las actividades de este grupo, convirtiéndose en lo que hoy en día equivaldría a los denominados “influencers”.


El presidente del Congresillo, Mariano Aguado y Florez, hijo del Conde de Campo Hermoso,  centró la atención de la prensa y popularizó las actividades de este grupo, convirtiéndose en lo que hoy en día equivaldría a los denominados influencers


Escayolas decorativas.

Detalles en madera.

Dichas acciones generalmente estaban relacionadas con el aspecto lúdico de la entidad que los albergaba y con los festejos populares de la propia ciudad de Murcia, en los que participaban muy activamente, así como con las obras de caridad, promocionando suscripciones y eventos recaudatorios de fondos para paliar daños en catástrofes, ayudas a personas desvalidas o, muy significativas en aquel momento, a los soldados murcianos que volvían de las contiendas en las que se vio envuelta la España de los último años del mil ochocientos; algo comprensible si tenemos en cuenta que, en muchos casos y hasta la ley de 1912, estos eran movilizados al frente de batalla como “sustitutos” de los jóvenes con posibilidades económicas, que redimían su reclutamiento con el pago de una determinada cantidad.

Junto a Aguado, otros nombres como Servet, Alix o Capdepon, forman parte de los primeros conocidos “congresistas”, que fundamentaron los principios de tan influyente asociación, llegando incluso a intentar constituirse como sociedad independiente de la directiva del Casino a principios del siglo XX.

Ventanales, obra del decorador Manuel Castaño.

Con algunos altibajos, la denominada “Peña del Congresillo” se mantiene ininterrumpidamente en la historia, desde esas lejanas fechas hasta l980, cien años que quedan reflejados en la memoria de la propia entidad y en la hemeroteca local, de manera que podría escribirse largamente sobre ella.

La estancia, “antesala de la chimenea” contigua al Salón de Baile, sufrió un incendio en 1869. Su recuperación debió ser obra del arquitecto José Ramón Berenguer, que por entonces se ocupaba de los trabajos de acondicionamiento de las distintas dependencias. Se la describe como un espacio confortable, pero sin ningún elemento destacable amén de la consabida estufa.

Será finalmente en 1909 cuando el Congresillo adquiera el aspecto con el que podemos identificarlo hoy en día, añadiendo las potentes escayolas decorativas del techo y las que remarcan los grandes ventanales que dan a la Galería Central, obra del decorador Manuel Castaño. Se completará su decoración en 1945, con el entelado de las paredes y los cortinajes de terciopelo, la reposición de mobiliario, compuesto por sillones y sofás en estilo Chesterfield, y la elaboración de apliques de pared, encargados al profesor de Artes y Oficios, D. Vicente Segura Abad, a imitación de su primera gran lámpara, que todavía podemos contemplar.

Durante los trabajos de restauración se encontraron, en algunos puntos recónditos de sus paredes, restos de bonitos papeles pintados de gran calidad, bajo los relieves añadidos en la reforma dirigida por Pedro Cerdán.

En la actualidad se ve enriquecido con algunas de las mejores pinturas de la colección del Casino, de las que ya hemos ido hablando en anteriores entregas.

Sala Congresillo en la actualidad.


Loreto López. Restauradora.

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