MITOLOGÍAS. Carmen Guzmán Arias Miguel E. Pérez Molina. Dres. en Filología Clásica.
Nuestro corazón acongojado nos impelía a bogar rápidos en busca de salvación. El oscuro ponto condujo a mis esforzados compañeros y a mí, Odiseo, hasta la morada de Circe, en la isla de Eea: estaba edificada con piedras talladas, y lobos y leones, amansados, la custodiaban con brebajes hechizados. Acompañaron a mis hombres, aterrados, hasta el pórtico de la mansión de Circe: su hermosa voz resonaba entre los elevados muros mientras se aplicaba a su enorme e inmortal telar. A sus gritos, la diosa abrió las esplendentes puertas y los invitó a entrar: luego de estar sentados, preparó un bebedizo con su arte maléfica y los míseros, ignorantes, lo ingirieron. La diosa, entonces, los golpeó con su varita y los encerró en sucias pocilgas: ¡cabeza, voz, pelambre y figura eran de cerdos, pero su mente permanecía invariable! Entonces, avisado yo, tomé camino a la mansión de Circe y, mientras hollaba el sendero, me auxilió Hermes entregándome benéfica planta mágica arrancada de la tierra: con ella, reduciría a la divina maga una vez que me invitara a su lecho. Y, después de hacerlo, entre fragantes comidas y bebidas placenteras, entristecido por el cruel destino de mis compañeros, la diosa de lindas trenzas se plegó a mis súplicas y con otro brebaje los convirtió en hombres aún más jóvenes que antes: todos acabaron sumidos en llanto tan conmovedor que la misma deidad se compadeció de ellos. Y, luego, bien provistos ya de víveres, marchamos camino del Hades en busca de Tiresias, el adivino ciego, que nos guiaría hasta nuestra añorada Ítaca… (Odisea10.135-10.574).
El episodio narrado en la Odisea tiene rasgos y motivos de cuento: una isla lejana, maga poderosa y bella, hierbas, transformación en animales, obstáculo para la vuelta de Odiseo a Ítaca, etc. La presencia de Circe recorre todas las artes y, así, la encontramos en el Real Casino de Murcia. Pujante Gilabert, 2014, que ha estudiado los bocetos previos de algunos relieves de las metopas del Patio Pompeyano, considera que es un diseño original del escultor murciano Anastasio Martínez Hernández, 1920, por la arquitectura que rodea a Circe, en una terraza con vistas al mar y las montañas, elegante, con túnica y un ‘interesante complemento que le cubre la cabeza con espirales a los lados’. Realmente, parecen rodetes de los que adornan a las huertanas levantinas en festividades señaladas. Va acompañada de dos leopardos (o leones) domesticados, como seres humillados. Resalta en la escena un alto pebetero, donde ella mezcla los elementos cuyo líquido transformador ofrece a los incautos visitantes. Está en tres de los cuatro altos muros del patio (N7, S7 y E5).
La representación de la maga, en muchas ocasiones en el momento de ofrecer la copa envenenada, ha atraído a numerosos artistas de todas las épocas: cerámica griega, renacentistas como Dosso Dossi o el fresco en un luneto de A. Carraci, 1590, Angélica Kauffmann, 1786, y J.W. Waterhouse, entre otros, le dedica exquisitas pinturas, 1892. El modernista Edward Burne-Jones pinta en The Wine of Circe, 1900, una escena con el mar y los barcos llegando y dos animales mansos entre leopardo y pantera, aunque sin la postura erguida de Circe que presenta la metopa del Casino.
En la literatura[1], el mito ha recibido gran atención, como puede verse en el amplísimo libro de Aurora Galindo El tema de Circe en la tradición literaria, Murcia 2015, que incluye los tratamientos alegóricos del mito. El éxito editorial de la novela de Madeline Miller, Circe, 2019 presenta en su portada la cara de la protagonista con un esquemático peinado, rematado con dos rosetones y trenzas que recogen el epíteto homérico para Circe. El episodio de la transformación en cerdos ocupa un espacio en los Simpsons o, incluso, Circe protagoniza una serie en HBO. En fin, un talentoso publicista ha denominado un vino de Rueda, Circe, que se anuncia con ‘Prueba el hechizo’ y cuyo logo es un ser mitad hombre con cabeza animal.
[1] Entre los textos de época clásica puede citarse a Homero, Odisea X 135; Hesíodo, Teogonía 1011 ss; Apolonio, Argonaúticas IV 659-752; Ovidio, Metamorfosis 14, 243 y Virgilio VII 10-24 que habla de leones, cerdos de crines erizadas (jabalíes), osos y lobos.